INTERNACIONALES: BRUCE KLINGNER

Seguridad: Japón potencia su sistema de alianzas, pero aún resta mucho por hacer

Desde que retornó como primer ministro del Japón en 2012, Shinzo Abe...

03 de Marzo de 2020

 

Desde que retornó como primer ministro del Japón en 2012, Shinzo Abe ha logrado consolidar la concreción de viejas promesas, a efectos de desarrollar las capacidades militares del país y ampliar su rol de seguridad en la región, y en el orden global. Abe ha puesto en funcionamiento un impresionante listado de iniciativas versadas en seguridad nacional, al tiempo que ha supervisado un incremento moderado del presupuesto de defensa nacional.

Fuerzas Terrestres de Autodefensa, JapónRecientemente, el Japón dio un paso adelante y demostrando algunas de estas novedosas capacidades. Un ejemplo fue el despliegue de su nueva Brigada Anfibia de Despliegue Rápido, unidad que protagonizó ejercicios junto al Cuerpo de Marines estadounidense, exhibiendo habilidades para replicar ante un eventual ataque militar chino contra remotos archipiélagos bajo soberanía de Tokio.

El ejercicio 'Iron Fist' (Puño de Hierro), de cinco semanas de duración y llevado a cabo en California, se enfoca en tareas de reconocimiento anfibio, empleo de fuego y ejecución de maniobras de ataque, apoyo médico y operaciones de tiro. El Japón envió 330 soldados brigadistas para operar en conjunto con unidades terrestres y aéres del Cuerpo de Marines, tomando parte también un navío de desembarco, en Pearl Harbor.


Japón debe lidiar con una serie de amenazas recurrentes contra su seguridad 

Tokio advirtió que 'el ambiente de seguridad japonés está siendo sometido a cada vez más exigencias, y a la variable de la incertidumbre', a una velocidad marcadamente superior a la anticipada. En tal contexto, el Japón debe lidiar con amenazas militares de orden tradicional/convencional con origen en China y Corea del Norte, así como también prestar atención a desafíos de la categoría 'grey zone' o 'zona gris' (esto es, operaciones a desarrollarse en escenarios pre-bélicos), y a otra miríada de amenazas en los ecosistemas espacialciberespacial.

Durante años, China fue el dragón menos poderoso en la región, pero la recurrente firmeza de Pekín, la amenaza aumentada de incursiones aéreas y marítimas chinas en territorio nipón, y otras capacidades militares en desarrollo han alarmado a la Administración Abe, lo cual dio lugar a la respuesta oficial. Tokio respondió ante el incremento de las amenazas nucleares y misilísticas de Corea del Norte, potenciando sus sistemas defensivos basados en misiles balísticos.

En lo que respecta a China, Taro Kono, Ministro de Defensa japonés, ha aumentado el presupuesto para el sector hasta casi cuarenta veces durante las últimas tres décadas, conduce unas fuerzas armadas que ahora son casi cuatro veces más grandes que entonces, y planea emplear ese poder para modificar el status quo en el Mar del Este de China. Los navíos gubernamentales chinos ingresan en la zona contigua al Japón en torno de las Islas Senkaku 'casi con rigor diario, y violan las aguas territoriales niponas al menos tres veces por mes', sentenció Kono.

Así las cosas, la estratagema china consiste en intimidar a terceros países, al tiempo que lleva a la tensión sus reclamos de soberanía marítima de orden expansionista y 'mantienen a las fuerzas navales estadounidenses fuera de la región Indo-Pacífico en tiempos de paz y durante períodos de crisis, mientras que también niegan a fuerzas americanas la posibilidad de ejercitar maniobras libres contra China'.


Al respecto de la evolución de la respuesta de seguridad japonesa

En diciembre de 2018, Japón articuló lo que serían los tres pilares de su estrategia para la defensa: optimización de las capacidades del sector industrial-militar doméstico, fortalecimiento de la alianza con los Estados Unidos, y la ampliación de la cooperación de seguridad con socios regionales. En años recientes, ha puesto un énfasis cada vez mayor en abandonar esquemas defensivos estáticos, para pasar al desarrollo de fuerzas militares conjuntas de despliegue rápido y más dinámicas.

A la hora de contrarrestar la amenaza china contra sus islas remotas en el sudoeste, Tokio ha adquirido novedosas capacidades, ha construído más instalaciones, desplegado un número mayor de unidades y potenciado a otras, y ha modificado su estrategia para monitorear de manera más efectiva a toda incursión china, disuadiendo a Pekín y diseñando esquemas para, de ser necesario, recuperar los archipiélagos eventualmente perdidos. Japón desarrolló su brigada anfibia en 2018 y, ahora, planea ampliarla a tres mil soldados; ha reconfigurado los destructores de clase Izumo (dos en total), para que puedan incorporar los jets F-35B de despegue vertical, y ha construído activos de transporte aéreo y terrestre adicionales.

Aún cuando la brigada tiene estricta responsabilidad sobre operaciones anfibias, no es capaz de combatir lejos de sus bases como pueden hacerlo los Marines estadounidenses, como tampoco cuenta con los activos terrestres, aéreos y navales para operar como la Fuerza de Operaciones Aéreas y Terrestres de los Marines. La brigada nipona reposa en las Fuerzas de Autodefensa Aérea y Marítima del Japón, que no cuentan realmente con equipamiento para, rápidamente, transportar a esa brigada.


 

Debates políticos mientras el fuego se extiende 

El marco de seguridad de posguerra para el Japón -con sus ruidosos debates que han terminado por implementar demasiado lentamente los cambios- no se ha mantenido a tono con la aceleración demostrada por las amenazas regionales. Cada paso que apunta al incrementalismo se vuelve en extremo controvertido a nivel doméstico y con los vecinos inmediatos del Japón. Estos últimos, ante cualquier cambio, acusan una resurrección del militarismo y expansionismo japonés, acusando a Tokio de buscar la supremacía regional.

A pesar de los prodigiosos esfuerzos de Abe, las fuerzas armadas niponas aún padecen severas limitaciones. Subsisten restricciones de índole legal, fiscal y social, que terminan limitando la capacidad del Japón de convertirse en un sólido aliado regional de los Estados Unidos de América.

El Japón ha aprobado no pocas revisiones de seguridad que permiten que el país se haga cargo de cada vez más responsabilidades, pero persisten dudas al respecto de la implementación. Tal como lo citara hace poco un experto estadounidense en temas de Defensa, esas revisiones 'le han abierto las puertas al Japón pero, ¿cruzarán los japoneses más allá del umbral?'.

El Japón se ha garantizado una impresionante gama de armamento sofisticado, pero funcionarios y expertos estadounidenses puntualizan las deficiencias existentes en la cadena de mando y control -y sus respectivos sistemas-, y la capacidad para conducir operaciones conjuntas y combinadas.

Los militares nipones, en este sentido, se mantienen rehenes de una capacidad insuficiente para comunicarse, planificar u operar entre las diversas ramas de sus fuerzas armadas. Esto ha llevado a los administradores estadounidenses de la alianza a exteriorizar una comprensible frustración.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

 

Sobre Bruce Klingner
Es Analista Senior en Investigación para el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage. Publica periódicamente análisis y escritos sobre Corea del Norte, Corea del Sur, Japón y temáticas de seguridad en la región. Klingner se desempeñó veinte años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA). Fue jefe de la estación de la CIA en Corea en el bienio 1993-1994.