ECONOMIA INTERNACIONAL: DAVID DITCH

Los déficits billonarios en dólares no 'engrandecen' a los Estados Unidos

Diez años atrás, el gobierno federal estadounidense se anotó un récord ciertamente...

30 de Septiembre de 2019

 

Diez años atrás, el gobierno federal estadounidense se anotó un récord ciertamente perturbador: un déficit anual de US$ 1 billón (N. del T.: trillion, en el inglés del original). Ahora mismo, y tal como sucede con la continuación de muchas películas de Hollywood, asistimos a una repetición de mala calidad. Nos guste, o no.

Dólar, Estados Unidos, DéficitUn reciente informe, desarrollado por la Oficina de Presupuesto del Congreso, reveló que el déficit federal para el año fiscal en curso ha excedido, una vez más, el billón de dólares.

La fuerza motora del astronómico déficit de los Estados Unidos de América remite al rápido incremento en el gasto. Las erogaciones federales se han incrementado en un 7%, en comparación a 2018; este índice supera por lejos a la inflación, al crecimiento poblacional, y al de la economía.

Es lícito comparar la situación vigente en los EE.UU. con la de naciones similares, tanto en 2009 como hoy día, a los efectos de verificar el carácter inaceptable del comentado déficit.

La Gran Recesión de 2008 se devoró el ingreso en concepto de impuestos. En simultáneo, la onerosa e inefectiva legislación de estímulo generó una cifra récord de gasto. Los déficits de un billón de dólares -factor que impulsó el emerger del Tea Party- perduraron desde 2009 hasta 2012.

Y lo cierto es que los Estados Unidos no están solos. La recesión devastó a la economía global y dañó el funcionamiento de terceras naciones como resultado. La mayoría lograron imponerse a los déficits, a medida que la economía rebotaba.

Registrando un robusto crecimiento del PBI a lo largo de los últimos años, el grueso de los países desarrollados están tomando ventaja, reduciendo el tamaño de su deuda relativa, al tamaño de su economía. Este ratio, generalmente bautizado como 'deuda versus PBI' (en inglés, debt-to-GDP) es importante, porque puntualiza qué tan bien un país puede hacer frente a sus niveles presentes de deuda.

El Fondo Monetario Internaiconal (FMI) proyecta que, entre las diez economías más avanzadas, Estados Unidos contará, por lejos, con el mayor crecimiento relativo de deuda en relación a su economía, durante los próximos cinco años.

Gasto público en varios paísesLa salud fiscal de los Estados Unidos debería ser tan sólida como la de sus contrapartes. Los ingresos han crecido en un 3.4% desde 2018, la vibrante economía implica menos seguridades en el gasto neto al compararse con los años de recesión, y las fuerzas armadas no se encuentran involucradas en guerra alguna.

Infortunadamente, el Congreso de los Estados Unidos, una vez más, ha interrumpido todo proceso coincidente con poner freno al endeudamiento.

Conforme se disipara el movimiento del Tea Party, una ausencia de presión política habilitó a legisladores que se comportan como gastadores compulsivos a volver a las andadas. Las limitaciones al Presupuesto volvieron a verse cercenadas, los déficits retornaron y, ahora, Estados Unidos se encuentra exactamente donde estaba hace diez años: exhibiendo déficits de un billón de dólares.

Aún cuando el déficit de 2019 podría caer por debajo del billón -dependiendo ello de las cifras que arroje la clausura de septiembre-, el hecho persiste: un 'magro' déficit de US$ 960 mil millones para el año en curso es, sencillamente, intolerable.

El grueso de los dólares federales no son remitidos en partidas comúnmente citadas como defensa (según lo denunciaran los bloques Demócratas), ni a beneficios para inmigrantes ilegales (tal lo citaran con recurrencia integrantes de los bloques conservadores).

En lugar de ello, el grueso del gasto está siendo destinado a financiar programas enfocados en beneficios sociales como la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Estos programas están creciendo mucho más rápido que otros segmentos del gobierno federal. Su tamaño y raudo crecimiento los convierte en esencialmente insostenibles y en, por lo tanto, una amenaza para la economía nacional.


Y existen múltiples razones para explicarlo.

Las primas de Medicare se han situado artificialmente bajas, en tanto el gobierno no indexa apropiadamente los beneficios de la Seguridad Social a la inflación ni a las tasas de expectativa de vida. Como resultado, una abrumadora mayoría de jubilados percibe más en beneficios originados en esos programas, de lo que se paga en impuestos sobre el salario.

Ambos programas representan serios problemas para la generación de los Baby Boomers -nacidos entre 1946 y 1964- que se aproximan a su edad de retiro. El desequilibrio evidenciado entre retirados y trabajadores activos está conduciendo a déficits explosivos, los cuales empujarán a los fondos fiduciarios a la bancarrota durante los próximos pocos años.

A criterio de evitar la implementación de recortes súbitos y dolorosos para los jubilados que cuentan con esos beneficios, será necesario implementar reformas. Mientras más tiempo posponga el Congreso tales reformas, más difícil será, en el futuro, evitar recortes violentos o aumentar los impuestos (lo cual perjudicará a la economía en general).

Mientras tanto, los miembros de los Comités de Asignaciones de Presupuesto (en inglés, Appropriations) en la Cámara de Representantes y el Senado, suelen echar mano de una retórica perversa, que cita la importancia de reformar los derehos como excusa para no preocuparse por el gasto anualizado que supervisan en forma directa.

En rigor, el gobierno federal desperdicia incontables miles de millones de dólares cada año en programas funestos, incorrectamente diseñados y mal administrados, sin importar las clasificaciones presupuestarias específicas e individuales. Y no debería tolerarse el despilfarro de un sólo centavo siquiera.

El valioso e inédito informe -desarrollado por el think tank estadounidense The Heritage Foundation en Washington, D.C.- intitulado 'Blueprint for Balance' (Planos para el Equilibrio) obsequia a los legisladores estadounidenses de centenares de modos desde los cuales solucionar los desperfectos del presupuesto nacional. El redireccionamiento del gasto y la reformulación del código impositivo para hacerlo más justo y eficiente, por ejemplo, servirían para resguardar a los Estados Unidos ante perniciosos niveles de endeudamiento, a la postre, optimizando el crecimiento económico.

Alemania, Canada, el Reino Unido y Francia, todos por igual, transitan hoy un sendero de emprolijamiento de sus respectivas deudas. Los ciudadanos estadounidenses deberían esperar idénticos criterios de gobierno responsables de parte de sus funcionarios electivos, junto a la posibilidad de hacerlos responsables si continúan optando por el camino del despilfarro fiscal.



Artículo original, en inglés, aquí

* El autor, David Ditch (@DavidADitch) es asistente en investigaciones en el Centro Grover M. Hermann sobre asuntos del Presupuesto Federal en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C.