ESTADOS UNIDOS | REALPOLITIK: PHILIP GIRALDI

El 'Deep State' y la conspiración contra Trump

Lo verdaderamente 'deplorable' en los Estados Unidos hoy día es la continuación de una política exterior...

24 de Abril de 2019

Lo verdaderamente 'deplorable' en los Estados Unidos hoy día es la continuación de una política exterior respaldada en la eterna agresión, con el objetivo de mantener la supremacía militar de Washington en zonas del mundo, en las que la ciudadanía estadounidense no tiene interés alguno. Muchos votantes apoyaron a Donald J. Trump, porque él se comprometió a modificar todo aquello pero, infortunadamente, ha renegado de su propia promesa, en lugar de ello, fogoneando la tensión con potencias de primera magnitud como Rusia y China, mientras que también amenaza a Irán y a Venezuela, casi con rigor diario. Ahora, Cuba está en el punto de mira, porque -según se dice- asiste a Venezuela. Razonablemente, uno podría preguntarse si los Estados Unidos, en su aparente rol como el bully más temido del planeta, cesará en esta actitud pero, en rigor, la pregunta más pragmática rezaría: '¿Cuándo será que el psicopático trío compuesto por John Bolton, Mike Pompeo y Elliott Abrams será despedido, para que, desde ese momento, EE.UU. pueda comenzar a vivir como un país normal?'.


Brennan, Deep StateTrump, para estar seguros, es el núcleo del problema, conforme -recurrentemente- ha tomado decisiones equivocadas y por demás beligerantes cuando existían alternativas superiores y menos abrasivas, algo que no necesariamente debería endilgarse a su pobre consorcio de consejeros. Pero uno tampoco debería hacer a un lado la probabilidad de que la disfunción de Trump sea, en parte, comprensible, partiendo aquélla del convencimiento del presidente de que cuenta con numerosos enemigos poderosos que han salido al circuito a destruirlo desde que fuera nominado para la carrera presidencial por el Partido Republicano.

Bill KristolEste odio contra todo aquello que Trump significa, se ha visto manifestado en las fuerzas neoconservadoras de la categoría 'NeverTrump' ('Trump, Nunca Más') lideradas por Bill Kristol, y por el 'Síndrome de Locura de Trump', tan prominente en la izquierda política que, por lo general, dirige Rachel Maddow.

Rachel Maddow, izquierda, Estados UnidosY, luego, tenemos al 'Deep State' o 'Estado Profundo', que también ha trabajado codo a codo con el Partido Demócrata y con el presidente Barack Obama, para destruir la presidencia de Trump, incluso antes de que ésta diera inicio. Uno podría definir al Deep State en una miríada de formas, partiendo de la base más light, la cual acepta que existe por allí un establishment que porta objetivos propios y que trabaja colectivamente para promocionar algo más crudo, una infraestructura real que suele conjuntarse y complotar para remover a individuos y sabotear políticas de Estado que tiene por costumbre objetar. En cualquiera de sus descripciones, el Deep State involucra a funcionarios de carrera, a líderes locales de la industria y, quizás más importante, a los medios bajo su control, los cuales promocionan una versión retorcida de lo que debería ser un 'buen gobierno' y que, a su vez, ejerce influencia sobre el público.

Si acaso el informe de Mueller es definitivo, eso depende en gran medida de la gente que se utilice para conducir entrevistas, y de las preguntas que elijan hacerse, temáticas que -sin lugar a dudas- seguirán siendo discutidas durante el año próximo, e incluso por más tiempo. Más allá de declarar que el equipo de Trump no se conjuntó con Rusia, eso arroja escasa luz sobre el rol del Deep State a la hora de intentar vilipendiar a Trump y a sus socios. La investigación de ese aspecto de la campaña de 2016, y los eventuales procesos judiciales contra ex funcionarios de carrera -que podrían ser parte de las consecuencias de la investigación- probablemente entretendrá a los teóricos de la conspiración bien entrado el 2020. Provisto que el comentado RussiaGate ya ha sido explotado holgadamente, para luego ser descartado, el territorio a ser tratado en el futuro cercano probablemente pueda ser bautizado como TrumpGate.

Michael Horowitz, Departamento de JusticiaRara vez, los medios de comunicación han informado el modo en que Michael Horowitz, Inspector General del Departamento de Justicia (DOJ), ha estado revisando al detalle las actividades de los principales promotores del fraude del RussiaGate. Horowitz -cuyo informe final se espera para dentro de un mes- ya ha revelado tener la intención de ilustrar un cuadro de relaciones delictivas, como resultado de su investigación. En tanto el informe solo cubrirá aspectos vinculados a la malversación en el seno del Departamento de Justicia, lo cual incluirá al FBI, las identidades de los oficiales de inteligencia involucrados emergerán, sin dudas, a la superficie. Se espera que haya acusaciones que llevarán a numerosos procesos judiciales, y uno bien podría esperar que haya sentencias de prisión efectiva para aquellos individuos que, echando mano de la corrupción, traicionaron su juramento ante la Constitución de los Estados Unidos para prestarse a una vendetta política.

Un repaso de lo que ya se conoce en relación al complot contra Trump resulta revelador e, indudablemente, se sabrá mucho más si acaso los investigadores se inmiscuyen en los correos electrónicos y los registros telefónicos. La primera fase de la investigación de carácter ilegal que se se ordenó contra los socios de Trump involucró un sistema de escuchas telefónicas sin contarse con causa probable. Eventualmente, esta maniobra involucró a seis agencias de inteligencia del gobierno federal y a fuerzas policiales que constituyeron una fuerza especial liderada por el Director de la CIA, John Brennan. Adicionalmente, se ha informado que también estuvieron involucrados el Director del FBI, James Comey, el Director de Inteligencia Nacional, James Clapper, la Fiscal General Loretta Lynch, el Director del Departamento de Seguridad Interior, Jeh Johnson, y el Almirante Michael Rogers, que encabezó en su oportunidad la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

James Clapper, CIA, Deep StateBrennan fue el factor crítico para la operación, porque el corte que rige sobre el Acta para el Monitoreo de Inteligencia Extranjera (Foreign Intelligence Surveillance Act, FISA) se rehusó a aprobar numerosas solicitudes de parte del FBI para proceder con las escuchas telefónicas a cercanos a Trump y al edificio Trump Tower, conforme no existía causa probable para hacerlo -aunque los servicios de inteligencia británicos y otros de Europa pudieron interceptar, legalmente, comunicaciones vinculadas a fuentes estadounidenses.

Loretta LynchBrennan pudo utilizar sus vínculos con esas agencias de inteligencia extranjeras, principalmente con el GCHQ del Reino Unido, para hacer ver el escenario como si las preocupaciones sobre Trump provenían en naciones amigas y aliadas y, por lo tanto, ese episodio debió ser explicado como parte de un esquema estándar que versa sobre el intercambio de información de inteligencia. Como resultado, Paul Manafort, Carter Page, Donald Trump Junior, Jared Kushner y el General Michael Flynn fueron, todos ellos, interceptados en sus comunicaciones. Y, probablemente, hubo otros también. Todo esto tuvo lugar durante las elecciones primarias, y después de que Trump se alzara con la nominación presidencial en el GOP.


En otras palabras, para hacer ver legítimas a las escuchas telefónicas, el GCHQ y otras agencias fueron contactadas cautelosamente en formato 'off the record' por Brennan y sus cercanos, a partir de los temores de éstos frente a lo que podría significar una presidencia de Trump. Los británicos replicaron poniendo en marcha intercepciones de comunicaciones que fueron luego utilizadas por Brennan para justificar una futura investigación de los íntimos de Trump. Todo se llevó a cabo de manera en extremo prolija, y se trató de una operación de espionaje ilegal sobre ciudadanos estadounidenses desde el gobierno de los Estados Unidos de América.

Robert Hannigan, GCHQEl respaldo británico a la operación fue coordinado por el entonces director del GCHQ, Robert Hannigan, quien desde entonces se vio forzado a renunciar. Infortunadamente, Brennan aún anda por ahí, y no ha sido siquiera acusado por delito de perjurio, ni por otros cargos. En el mes de mayo de 2017, luego de partir del gobierno, Brennan testificó ante el Congreso con argucias que, en mucho, sonaron como un intento carente de fuentes para emprenderla contra la nueva Administración: 'Tomé contacto con información de inteligencia que reveló contactos e interacciones entre funcionarios rusos y ciudadanos particulares de los Estados Unidos, involucrados en la campaña de Trump, sobre quienes me preocupé, dados los bien conocidos esfuerzos rusos en torno de sobornar a tales individuos. Esto multiplicó las preguntas en mi mente, en relación a si acaso Rusia logró, o no, contar con la cooperación de aquéllas personas'.

Las pretendidas 'preocupaciones' de Brennan terminaron siendo erróneas. Mientras tanto, otras partes interesadas se hallaban involucradas en el denominado Dossier Steele, que versaba sobre el propio Donald Trump. El dossier, inicialmente pagado por miembros del Partido Republicano que intentaban detener a Trump, recibió luego US$ 12 millones de aportes desde la campaña de Hillary Rodham Clinton. Fue comisionado, en esa oportunidad, por Fusion GPS, la cual, a su vez, tercerizó la investigación real al espía británico Christopher Steele, quien administraba una firma de inteligencia corporativa denominada Orbis.

Christopher Steele, MI6Steele abandonó el MI-6 en 2009, y no había visitado Rusia desde 1993. El informe -que tenía por objeto buscar desprolijidades que pudieran emparentarse con Trump- fue ampliamente preparado utilizando información de segunda mano e imposible de verificar, y jamás hubiese salido a la superficie de no ser por el resultado sorpresa de la elección presidencial de 2016. Christopher Steele le entregó una copia al diplomático retirado Sir Andrew Wood quien, a su vez, se lo entregó al senador estadounidense John McCain, ácido crítico de Trump, quien, a su vez, se lo compartió al FBI. Presuntamente, el presidente Barack Obama también lo leyó y, de acuerdo a las palabras del Director de Inteligencia Nacional, James Clapper, 'Si no hubiese sido por el presidente Obama, no podríamos haber llevado a cabo la evaluación que hicimos desde la comunidad de inteligencia, y que luego dispararía una serie de eventos que aún continúan desplegándose hoy, en la forma más notable, en la investigación del consejero especial Mueller'.

Sir Andrew WoodEl informe luego sería filtrado a los medios de comunicación en enero de 2017, para que coincidiera con la inauguración (asunción al poder) de Donald Trump. Hillary Rodham Clinton negó cualquier conocimiento del material presente en el informe, a pesar del hecho de que su campaña pagó por él. La presión ejercitada por los Demócratas y por otros congresistas devastados por la victoria de Trump, echaron mano del informe Steele para contar con más fuerza de negociación para lo que luego se convertiría en la investigación de Mueller.

De tal suerte que, existió una amplia conspiración contra Donald Trump, orquestada por numerosos funcionarios de carrera y políticos en Washington? Innegablemente, la respuesta es: sí. Los logros de Trump en su liderazgo va más allá de lo que, sin espacio para la duda, evolucionó en un golpe burocrático dirigido contra un presidente legalmente elegido en los Estados Unidos y, hasta cierto punto, esa connivencia funcionó, por cuanto Trump se vio forzado a darle la espalda a sus promesas, contratando luego de ello a Pompeo, Bolton y Abrams. Solo cabe esperar que los investigadores hurguen en profundidad en todo lo que han venido haciendo los insiders de Washington, de manera tal que el próximo TrumpGate termine convirtiéndose en algo más informativo e interesante que el RussiaGate. Y también debería uno albergar esperanzas, frente a la eventualidad de ver rodar a muchas cabezas -a efectos de que el Deep State ya no pueda ejercitar influencia en los comicios del futuro. Esa es, al menos, la esperanza.


Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor en el sitio web The Unz Review (Estados Unidos)


 

 
Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.