INTERNACIONALES: ANA ROSA QUINTANA

Sobre la crisis fronteriza y la asistencia estadounidense para América Central

La magnitud de la crisis migratoria que involucra a ciudadanos de origen centroamericano...

06 de Abril de 2019

La magnitud de la crisis migratoria que involucra a ciudadanos de origen centroamericano que se dirigen hacia territorio de los Estados Unidos de América ha llevado a la Casa Blanca a preguntarse por la efectividad de la asistencia brindada a la región, con la posibilidad de suspender esa ayuda a países como El Salvador, Guatemala y Honduras. Los hechos y las cifras certifican con contundencia que está teniendo lugar una emergencia en la frontera sur de los EE.UU..

Crisis fronteriza, Estados Unidos, América CentralEn febrero pasado, funcionarios que se desempeñan en la frontera capturaron a un récord de 76.103 personas, lo que consignó la cifra más elevada en los últimos cinco años. Los traficantes de personas han aprendido a utilizar niños para aprovechar los desperfectos en la legislación estadounidense. Del total de las personas retenidas en febrero, un 47% (o 40.325) fueron unidades familiares completas, con niños. Lo cual conduce a un incremento del 67% desde el mes de enero. Estos números, en la práctica, verifican un patrón recurrente: los guarismos que ilustran sobre personas retenidas mensualmente durante 2019 ya exceden, por lejos, a las estadísticas registradas durante 2018.

Como resultado, los tribunales inmigratorios estadounidenses se han retrasado en su trabajo. El promedio de espera para una audiencia se ha elevado ahora a 736 días, de los 718 necesarios en 2018. En perspectiva, apenas diez años atrás, el tiempo de espera para una audiencia era de 364 días.

A este escenario, contribuye el novedoso fenómeno de las multitudinarias caravanas, cuyo funcionamiento es orquestado por núcleos de activistas. Al desarrollar quien escribe un trabajo de investigación de campo, organizadores de caravanas como es el caso de Pueblo Sin Fronteras me relató que actuarían como intermediarios entre las caravanas y gobiernos locales, esencialmente extorsionando a los últimos para que proporcionen asistencia a los migrantes. En el terreno, esto le ha representado una notable carga financiera al gobierno de México.

Las recientes expresiones compartidas por la Ministro del Interior de México, Olga Sánchez Cordero, ha reforzado estos hallazgos. La funcionaria mencionó directamente a Pueblo Sin Fronteras, calificándolo como un núcleo que promocion y organiza el accionar desestabilizador de las citadas caravanas.

La cifra creciente de inmigrantes ilegales en la frontera sur de los Estados Unidos se explican a partir de la amplioficación del delito y de la crisis económica verificadas en las naciones del Triángulo Norte de América Central -El Salvador, Guatemala y Honduras. Las organizaciones criminales de proyección transnacional y las pandillas de accionar violento han provocado desastres en los mencionados países. En esa región, la seguridad fronteriza es frágil, el homicidio y la corrupción son elevados, y la capacidad gubernamental para hacer frente a estos problemas es significativamente menor a la necesaria.

A los efectos de solucionar la crisis fronteriza, se precisa contar con una serie de enmiendas a las políticas oficiales. Los recientes acuerdos en los que el gobierno mexicano se ha comprometido a retener a los solicitantes de asilo en territorio de México, apenas sirven para aliviar la presión. Se necesita tomar medidas complementarias.

En tal sentido, Estados Unidos precisa implementar medidas inmediatas, en torno del refuerzo contra la inmigración y de la seguridad fronteriza. Más allá de la perspectiva ideológica progresista, el súbito crecimiento en las cifras de personas retenidas prueba que la crisis fronteriza no solo es real, sino que está amplificándose. Al mismo tiempo, resulta imperativo que Estados Unidos optimice sus mecanismos de cooperación con sus socios centroamericanos. De tal suerte que la asistencia destinada al exterior no debe cobrar la forma de limosna de orden filantrópico, ni de programas que ofrezcan un bienestar perentorio. Tales fondos deberán ser relocalizados de manera estratégica, a criterio de tener como prioritarios a los intereses de política exterior y de seguridad nacional de los Estados Unidos de América.

Conforme se recomendara oportunamente, en un trabajo de investigación del think tank estadounidense Heritage Foundation (Washington, D.C.), los miembros del Congreso deberían aprovechar la presente oportunidad para revisar la eficacia de la asistencia extranjera remitida a América Central. Los miembros del cuerpo legislativo habrán de preguntarse si acaso los esfuerzos estadounidenses en rigor son útiles a la hora de mejorar la capacidad de seguridad fronteriza en las naciones centroamericanas.

Asimismo, el Congreso de los Estados Unidos debería solicitar que las diferentes agencias le remitan informes de impacto, a los efectos de evaluar si acaso tales programas cumplen con los objetivos propuestos. El cuerpo legislativo debería ejercitar su autoridad supervisora, y exigir información a aquéllas agencias, al respecto de qué porcentual de los fondos destinados efectivamente llega a cada país.

Consolidar progresos lleva tiempo, y optimizar la cooperación entre los Estados Unidos y América Central es crítico para Washington. Estados Unidos cuenta con un valioso socio en la figura del presidente hondureño Juan Orlando Hernández, y en el presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, quien ha prometido revertir una década de relaciones dañadas con las autoridades estadounidenses. Adicionalmente, el recurrente involucramiento de los Estados Unidos en Guatemala ayudará a desarrollar e implementar iniciativas anti-corrupción en esa nación.

La crisis fronteriza prueba que la geografía define las necesidades más inmediatas de los EE.UU. La seguridad estadounidense se halla directamente emparentada con la estabilidad de Centroamérica. Washington tiene un interés de seguridad nacional en la profundización de los vínculos con sus vecinos en la región.



Artículo original, en inglés, aquí

 

Sobre Ana Rosa Quintana

Es Investigadora Asociada sobre Asuntos Hemisféricos y Latinoamérica en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Más puntualmente, se desempeña en el Centro Douglas y Sarah Alison para Políticas de Seguridad Nacional y Exterior -división del Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales