Paraguay: cuando los que mandan pierden la vergüenza
Los gobiernos y sus políticos no crean riqueza alguna para favorecer a sus prójimos.
30 de May de 2018
Los gobiernos y sus políticos no crean riqueza alguna para favorecer a sus prójimos. Antes bien; viven del resto. De aquellos que trabajan y pagan sus impuestos. A diferencia del populismo, que afecta incluso a los países con más desarrollo y que redistribuye el dinero ajeno, la genuina tarea política consiste en fortalecer la institucionalidad y la participación ciudadana. Más allá de esto, los gobiernos son sumamente peligrosos, en especial cuando aprueban leyes negativas, regulaciones y privilegios.
No en vano, en la antigua tradición anglosajona que suscitó el orden de la libertad bajo la ley, solía referirse que el hecho de confiar en los agentes del gobierno era equivalente a ponerse una soga en el cuello. Sabio consejo, y muy vigente.
En rigor, los políticos son proclives a utilizar el poder y la mentira para beneficio personal; a esto, se le llama corrupción. El tráfico de influencias, el enriquecimiento ilícito, las exacciones ilegales, el fraude, la malversación, el lavado de dinero de origen delictivo, el cohecho y otros incitan al grado de la prevaricación de jueces y fiscales. Los efectos dañinos se perciben tanto en el corto como en el largo plazo.
Por fortuna, existe una fórmula para encarar este problema. Frente a la corrupción, solo existe una única respuesta: la tolerancia cero y un gobierno limitado a funciones específicas. Y es aquí donde entra la justicia. Los castigos y decisiones emanadas de la justicia se fundan en el noble concepto de la igualdad ante la ley y no a través de la ley.
Preservar una independiente y sabia justicia en los países de menor desarrollo como la República del Paraguay es fundamental para su progreso, en especial por su población mayoritaria de jóvenes que requiere de insertarse en el mundo global. Caso contrario, nuestra juventud habrá de continuar tropezando con las dificultades propias de un país que, debido a contar con políticos dedicados a la rapiña, y a partir del descrédito público de su justicia, solo contribuyen a lograr la fuga de capitales, de tecnología y de inversión -que son, precisamente, fundamento para más y mejores oportunidades laborales.
Es por ello que deviene en imperioso terminar de una vez por todas con una historia y práctica dadas en Paraguay, las cuales se resumen en tratar a la Constitución como un mero documento en papel, permanentemente bajo acoso de los poderosos que ostentan el poder de turno.
El asedio a la justicia no ha cesado. De la pluma firmada por los miembros de la Corte Suprema de Justicia, ¡se habilitó en contra de las disposiciones constitucionales la candidatura como senadores de los señores Cartes y Duarte Frutos! En Paraguay, el descrédito de la justicia es una deuda colosal con las personas.
El caso mencionado deja antecedentes peligrosos. Se está llamando a otros a hacer lo mismo, lo que implica dejar intacta aquella práctica política del predominio de las necesidades del poder de turno sobre la Constitución.
Aún más: los ciudadanos corrientes que lleven casos a los tribunales, cualquiera sea el ámbito, encuentran un justificativo para buscar sus propias sentencias, con otras 'soluciones', cumpliéndose aquella vieja expresión que reza que, cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
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@ElCatoEnCorto
Sobre Víctor Pavón
Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros "Gobierno, Justicia y Libremercado" y "Cartas sobre el Liberalismo". Publica periódicamente en el Diario ABC Color, de Asunción.