ESTADOS UNIDOS | REALPOLITIK: PHILIP GIRALDI

La tontería tiene sus consecuencias

El análisis frente al reciente intercambio entre el presidente francés Emmanuel Macron...

25 de Abril de 2018
El análisis frente al reciente intercambio entre el presidente francés Emmanuel Macron y su par estadounidense Donald Trump sugieren que es muy probable que Washington se retire del Plan Extensivo de Acción Conjunta (JCPOA), convenio nuclear con Irán que fuera firmado por los Estados Unidos y por otros cinco gobiernos en julio de 2015. La decisión probablemente se haga pública previo a la fecha límite de ratificación del acuerdo, que coincide con el 12 de mayo. Tal como un observador bien entendido ha señalado: 'probablemente, se acerque un gigantesco accidente ferroviario, con perniciosas consecuencias que serán difíciles de predecir'.
 
Macron y TrumpMacron fue diplomático, tanto en su encuentro con Trump como en su discurso ante el congreso americano, evitando criticar la deleznable decisión de la Casa Blanca pero ofreciendo una alternativa, por ejemplo, la cooperación con EE.UU. a criterio de optimizar el convenio nuclear, y respaldando el principio de que bien vale la pena rescatar ese convenio. Si acaso esa promesa subterránea, acompañada de la prédica de que Irán jamás obtendrá un arma nuclear, será suficiente como para cambiar el pensamiento de muchos en el congreso o en la Casa Blanca es cuestionable en la forma de la verdad infortunada de que habrá guerra con Irán, eso es una razón: tal objetivo hace a la política exterior del gobierno israelí, y a las metas de su poderoso lobby en los Estados Unidos.
 
Irán ha sido vilipendiado durante décadas en los medios de los Estados Unidos, y rara vez obtiene un tratamiento objetivo en ningún espectro -aún cuando su comportamiento no ha sido particularmente cuestionable. En la actualidad, suele ser demonizado por los israelíes y por sus simpatizantes, en un plan aparente para crear un arco de Estados shiítas que se extiendan entre Irak y Siria, para llegar al Líbano -una suerte de 'puente terrestre' hacia el Mar Mediterráneo. Jamás se ha aclarado con precisión a qué atiende ese objetivo, mientras que suele asumirse que sirios e iraquíes rápidamente renunciarán a su soberanía para promocionar el proyecto.
 
Por su parte, los iraníes han dejado en claro que la modificación del convenio no es factible. Apuntan -con razón- que el JCPOA no fue un compromiso configurado entre Teherán y Washington, sino que involucró a actores como Rusia, China, Gran Bretaña y la Unión Europea, y fue ratificado por Naciones Unidas (de ahí su nombre, P5+1). Irán ha añadido que la salida de los Estados Unidos del acuerdo significará que otras naciones negociarán con Washington, bajo el acuerdo de que se trata de un compromiso legal firmado por el presidente de EE.UU., y que no se podría confiar en su figura, luego de que complete su período.
 
Bajo el JCPOA, Irán ha acordado eliminar su stock de uranio enriquecido al 50%, y reducir en dos tercios la cifra de sus centrifugadoras de gas, por un período de trece años. Durante los próximos 15 años, Irán solo enriquecerá uranio al 3.67%, lo cual no le servirá para construir armas. Asimismo, Irán se ha comprometido a no construir instalaciones de agua pesada, y a limitar las actividades de enriquecimiento de uranio solo para propósitos médicos y de investigación científica en una planta que utiliza tecnología antigua, por un período de diez años. A los efectos de garantizar el cumplimiento con el convenio, Irán aceptó la propuesta de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) de que ésta cuente con un acceso ciertamente intrusivo para un equipo aún no constituído de inspectores, a todas sus centrales nucleares. A cambio, Irán recibirá un alivio en materia de sanciones, y lo propio de parte de la UE, de Estados Unidos, y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aspecto del acuerdo con el cual Washington jamás ha cumplido en su totalidad.
 
La objeción de Trump al convenio se resume en que es un 'mal acuerdo' que, virtualmente, garantiza que Irán contará, en algún momento del futuro, con un arma nuclear. No obstante, no existe manera de comprobar esta afirmación en los hechos, que sí coincide con la propaganda fogoneada por el lobby del Estado de Israel. Al contrario, está en el interés de los Estados Unidos la meta de que no exista otro proliferador nuclear en Oriente Medio además de Israel, al cual Washington jamás ha osado confrontar en este terreno. El convenio JCPOA garantiza que Irán no trabajará en el desarrollo de armas nucleares por otros diez años, lo cual es un beneficio considerable porque ha de apuntarse que Teherán, si acaso ha decidido iniciar un programa de esa magnitud, podría haber logrado capacidad para desarrollar armamento atómico hace ya un año atrás.

En igual sentido, Estados Unidos e Israel han expresado preocupaciones en relación a la capacidad misilística iraní. Nuevamente, ha de decirse que los misiles balísticos parecen ser un arma que solo puede ser monopolizada por Israel en ese vecindario, porque Tel Aviv gusta de verse a sí misma amenazada de una manera especial -siempre es la víctima. Este argumento siempre ha sido comerciable en el congreso estadounidense y en los medios, que en apariencia también ha traccionado en la Casa Blanca. De todas maneras, se trata de un argumento falseado, alimentado desde siempre por los israelíes. Los misiles en fase de desarrollo no amenazan en modo alguno a los Estados Unidos; esos misiles jamás han sido parte del convenio firmado, y no deberían ser evaluados como un aspecto que justifique destruir el acuerdo.
 
Irónicamente, el JCPOA ha sido aprobado por el grueso de los estadounidenses, porque impide el surgimiento de otra potencia en una geografía volátil del mundo. Los judíos estadounidenses, de hecho, respaldan el convenio mucho más que otros estadounidenses, de acuerdo a encuestas de opinión. Incluso los generales en el Pentágono favorecen el acuerdo, tal como sucede con aliados cercanos como Alemania, Francia y Gran Bretaña. La capacidad de Israel y de su lobby para dominar la formulación de la política exterior estadounidense en ciertos terrenos ha sido expuesta por lo que es, en definitiva, una acentuada manipulación de nuestro sistema por parte de un pequeño grupo dedicado a servir a los intereses de un gobierno extranjero, obteniendo acceso político con todo lo que el dinero puede comprar.
 
Aquellas personas que argumentan que el retiro del JCPOA será contrarrestado con la cooperación contínuea del resto de los signatarios del convenio, infortunadamente, deliran. Estados Unidos cuenta con una fortaleza termenda en los mercados financieros. Si opta por sancionar a Irán a partir de sus misiles y reintroduce viejas sanciones para impedir el desarrollo nuclear, ningún banquero europeo ni asiático se atreverá a arriesgarse a ser bloqueado del mercado estadounidense por prestar dinero o comerciar con productos prohibidos con Teherán. EE.UU. puede forzar a todos los signatarios del JCPOA para el quid pro quo se desmorone, y ello podría ser, precisamente, lo que la Casa Blanca pretende hacer.
 
Agréguese a la ecuación la confirmación de las intenciones israelíes de dar inicio a una guerra con Irán, que diera comienzo en Siria -más temprano que tarde-, lo cual sería un desastre para la política exterior que Estados Unidos lleva a cabo, y que podría hacer ver a Irak y a Afganistán como simples paseos por un jardín. Irán, sin lugar a dudas, replicará ante esos ataques, en respuesta a la defunción del JCPOA o al bombardeo israelí contra sus milicianos y socios militares en Siria. Las fuerzas estadounidenses en la región de seguro serán absorbidas en el conflicto por Israel, y terminarán padeciendo las consecuencias.

Alguien debería advertir a Donald Trump que existen consecuencias comprobables por quebrantar acuerdos y por agitar sables. Pero, ¿quién se lo hará entender? ¿John Bolton, Nikki Haley o Mike Pompeo? Lo dudo, seriamente.



Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y reproducido por Matías E. Ruiz (Editor, El Ojo Digital) con permiso del autor y de su Editor en la web UNZ.com (Estados Unidos)

 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.