INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

La decisión de Trump de atacar Siria por segunda vez, apropiada y necesaria

Al recurrir a un ataques aéreos contra las instalaciones de armas químicas sirias...

17 de Abril de 2018

Al recurrir a un ataques aéreos contra las instalaciones de armas químicas sirias, el presidente estadounidense Donald Trump reforzó la línea definitiva contra el empleo de armamento químico, sin extender la misión militar en Siria más allá del compromiso de derrotar a ISIS.

República Arabe Siria, Estados Unidos, Armas químicas, Naciones UnidasLos ataques del viernes por la noche consignaron una réplica necesaria, apropiada y cuidadosamente calibrada ante el empleo ilegal de armamento químico por parte del presidente sirio Basher al-Assad. Assad había acordado renunciar a tales armas en un pacto firmado en 2013 e ideado por Rusia, el cual garantizó que ese tipo de armas no volviese a ser empleado en Siria. En simultáneo, analistas del think tank estadounidense Heritage Foundation en Washington, D.C., criticaron el convenio, calificándolo de 'impreciso, poco realista y, con toda probabilidad, fallido de cara al futuro'. De tal suerte que Moscú no solo ha fallado a la hora de respetar el compromiso diplomático asumido en 2013, sino que también ha vetado seis Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que versaban sobre el particular.

Asimismo, Rusia fracasó en el compromiso asumido para la reducción de conflictos con los Estados Unidos de América en territorio sirio, donde optó por desplegar a mercenarios rusos que ya confrontaron con fuerzas respaldadas por los  EE.UU. en Siria. Rusia se ha exhibido como un facilitador e importante aliado del régimen de al-Assad, principal perpetrador de crímenes de guerra en Siria. Es difícil creer que Moscú no esté al tanto de las atrocidades cometidas delante de sus narices. 


Las brutales tácticas de al-Assad 

No es ésta la primera oportunidad en que el régimen de al-Assad ha sido sorprendido in fraganti, empleando armamento químico. En agosto de 2013, un ataque con gas nervioso en el distrito de Guta, en Damasco, terminó con la vida de 1.400 personas, de acuerdo a estimaciones del gobierno estadounidense. La Administración Obama estimó ejecutar una acción militar, pero incurrió en un error y terminó accediendo a la 'solución' diplomática rusa, luego de que el parlamento británico rehusó tomar parte de una operación militar que reprendiera al régimen de al-Assad por emplear armamento prohibido. Aún cuando es cierto que Siria acordó renunciar a porciones de sus armas químicas, continuó lanzando ataques esporádicos de manera limitada, eventos que la Administración Obama prefirió ignorar.

En abril de 2017, nuevamente, al-Assad fue sorprendido empleando armas químicas. La Administración Trump sancionó un ataque con misiles, contra una base aérea utilizada por aeronaves involucradas en aquél ataque químico. Los ataques del viernes, ejecutados en réplica por el ataque de Duma, fueron dos veces más intensos que los registrados durante abril del pasado año; en esta oportunidad, involucró a tres objetivos (investigación sobre material químico, instalaciones de almacenamiento, y dedicadas a comando y control). Asimismo, fuerzas del Reino Unido y de Francia se sumaron al raíd.

El Secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis, advirtió: 'Claramente, el régimen de al-Assad no tomó nota del mensaje del año pasado. Esta vez, nuestros aliados y nosotros hemos atacado con mayor rigurosidad. En conjunto, hemos enviado un mensaje claro a al-Assad, a sus lugartenientes homicidas, en cuanto a que no deberán ejecutar un nuevo ataque con armas químicas, por el cual serán tomados por responsables'. 


Los objetivos limitados de Trump

Los ataques con misiles quedaron limitados estrictamente a objetivos vinculados al arsenal químico de Siria, a los efectos de reprender al régimen por incurrir en el empleo ilegal de armamento, y para disuadir ante su empleo futuro. Aún cuando el objetivo militar inmediato fue cumplido holgadamente, la misión principal exigirá un monitoreo contínuo y un refuerzo de la línea definitiva. Un ataque bien puede no ser decisivo pero, no obstante ello, podría resultar efectivo por un período de tiempo determinado.

La Administración Trump se ahorró la amplificación de las metas, a criterio de incluír un cambio de régimen o de alterar el equilibrio sirio de poderío regional, lo cual hubiese requerido un compromiso militar sustancialmente mayor durante un lapso de tiempo igualmente superior -escenario que hubiese comportado probabilidades inciertas de éxito. Esa categoría de misión -N. del T.: 'mission creep', refiere el autor en idioma nativo- hubiese retenido a las fuerzas militares estadounidenses en territorio sirio durante años, combatiendo no solo contra el régimen de al-Assad, sino también contra Hezbolá, Irán y, con toda probabilidad, Rusia.

Así las cosas, el cambio de régimen se exhibe hoy como un puente demasiado alejado. Si decidiere cruzarlo, la Administración Trump recibiría la responsabilidad de invertir más sangre y dinero del Tesoro para rearmar los pedazos de un Estado fallido, infestado con centenares de milicias facciosas, muchas de las cuales son violentamente antiestadounidenses. Mientras que al-Assad ciertamente ha extraviado toda su legitimidad como líder de Siria, su eventual remoción del poder no debería ser un objetivo diplomático de largo plazo, como tampoco un objetivo militar.


En conclusión 

La misión militar primaria de los Estados Unidos de América en Siria debe continuar centrándose en consolidar la derrota del Estado Islámico, o ISIS. Hasta tanto no logre cerrarse la tapa de ese ataúd, las fuerzas militares estadounidenses habrán de mantenerse activamente involucradas en completar el trabajo. Pero, mientras al-Assad permanezca en el poder, Washington deberá mantenerse atento, reprimiendo y disuadiendo ante el empleo de armamento químico.

En definitiva, la conclusión, en palabras del analista Luke Coffey, del think tank Heritage Foundation:

Infortunadamente, la ingenuidad del Presidente Barack Obama, combinada con su fracaso a la hora de reforzar la propia línea definitiva por él mismo establecida en 2013 en relación al empleo de armamento químico, sembró la semilla para el más reciente ataque. Como ha sucedido con gran parte de la política exterior de la Administración Obama, ahora mismo, la Administración Trump se ve obligada a recoger los pedazos. El ataque químico en Duma es, apenas, el ejemplo más reciente. Trágicamente, será difícil anunciar que será el último.

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.