POLITICA ARGENTINA: MATIAS E. RUIZ

Jaime Durán Barba: el país en la mesa de póker

En los albores de 2017, la famiglia judicial ya tenía decidido ponerle punto final...

19 de Julio de 2017

En los albores de 2017, la famiglia judicial ya tenía decidido ponerle punto final -sin vueltas- a la carrera política de Cristina Elisabet Fernández Wilhelm. El modus operandi se resumía en la aceleración de las actuaciones en la Causa Hotesur, el 'memorandum de entendimiento' con la República Islámica de Irán y los prolegómenos que vinculaban a ese subcapítulo con la muerte dudosa del fiscal federal Alberto Natalio Nisman. En rigor, esa decisión ya venía cobrando forma desde al menos tres años atrás, cuando -en medio de un acalorado y privado cónclave junto a Ricardo Lorenzetti, la magistrada de la Corte Suprema Elena Highton de Nolasco la emprendió en duros términos contra la entonces presidente, a raíz de la prerrogativa de Balcarce 50 de tomar control de la medulosa y prolífica caja del superior tribunal. Regla de oro de los magistrados argentinos: impartir justicia, toda vez que la pendulante arena política y la venganza así lo determinen. La viuda de Kirchner ha incurrido en una singular concatenación de comisión de delitos -verdad de difícil soslayo; pero la pincelada perfecta sobreviene cuando los personeros de Comodoro Py pueden saciar su sed de sangre en el proceso.

Durán BarbaSin embargo, y conforme suele referirse popularmente, el diablo metió la cola. A sabiendas de la tristemente célebre mediocridad estratégica que caracteriza a la dirigencia política local, el ignoto ciudadano ecuatoriano Jaime Durán Barba explotó al máximo su ventana de oportunidad y logró convertirse en el segundo confidente de magnitud para el Presidente Mauricio Macri (el dueño de ese podio es, naturalmente, Marcos Peña). En lo que mucho se asemeja a un desprolijo refritado del incendio del Reichstag en los tiempos de la Alemania nazi, el consultor político estrella de la Gestión Cambiemos puso de suyo para sobretensionar la doctrina de agitación del oponente-enemigo, resucitando a Cristina Kirchner y resguardándola de un inevitable cadalso.

La aparente colección de buenas intenciones del Presidente Macri suele impactar de frente con indisimulables falencias táctico-estratégicas de su Administración, allí donde destaca la consabida carencia de interlocución judicial. Así las cosas, el salvataje obsequiado por Durán Barba a Cristina Fernández tomó al conglomerado de Comodoro Py por sorpresa; en un lapso no superior a sesenta días -lógicamente, encuestas mediante-, los magistrados del orden federal desaceleraron su embestida contra la ex jefe de Estado. Otearon el diseño electoralista del consultor ecuatoriano, y -verdad de perogrullo en un país donde la justicia ha sido subyugada por excentricidades cartesianas- no existe magistrado que se atreva a enviar a la cárcel a un candidato o candidata, so pena de alimentar percepciones de proscripción. Así las cosas, la epifanía duranbarbarista no sólo sobretensionó la misma brecha que Mauricio Macri llamó, en sus discursos de primera temporada, a exterminar; Durán Barba contribuyó a potenciar la radicalización de la vereda política opuesta a tal punto que, para el elemento kirchnerista, el eslogan es hoy 'cárcel o golpe'. Subapartado que será útil para explicar la dinámica acentuada del conflicto social callejero y el recurrente filibusterismo K registrado en el Congreso de la Nación, que gana particular empuje en el Consejo de la Magistratura. Ineludible corolario: el ecuatoriano no solo nutrió la resistencia kirchnerista en las calles, sino que también terminó propiciándola en el parlamento.

Más aún, el extravío de Durán Barba aportó una consecuencia marginal a la ya de por sí conflictiva retórica social: de a poco, la militancia PRO ha ido mutando hasta convertirse en una versión en todo comparable a un neocamporismo amarillo que la emprende -con igual virulencia a la que se asistió durante los últimos doce años- contra analistas objetivamente críticos del actual gobierno. A la sazón, y en la perspectiva de la flamante militancia oficialista, ninguna crítica hacia Cambiemos se sostiene. O bien deviene en imperativo categórico subestimarla bajo un eslogan tan fláccido como falaz: '¿Prefiere Usted a Cristina o a De Vido?'.

Al cierre, un puñado de analistas políticos prefiere restringir el jaleo a un inconducente laberinto: aquéllos alimentan apostillas sobre si acaso la cantidad de sufragios recogidos por la candidatura de Cristina Fernández le permitirá finalizar la carrera en primer, segundo o tercer puesto. Sin atender a lo más obvio, esto es, que la sola novedad de que la ex presidente aterrice en el Senado de la Nación consignará la peor noticia para el inversor extranjero no-golondrina y, por transitividad, para Mauricio Macri. Habida cuenta de que la invitación del duranbarbarismo terminará eternizando la conversación sobre Cristina, prolongándose hasta arañar la frontera de 2019, e inquiriendo sobre sus chances de volver a aspirar a la primera magistratura. Planteo que, hasta antes del conato fogoneado por Durán Barba, ya estaba llamado a no trascender más de la cuenta. La presencia de la viuda de Kirchner en el Congreso oficiará de violento freno para cualquier plan de inversión extranjera de largo plazo, empujando a la Casa Rosada a implementar un ajuste sin precedentes.

Jaime Durán Barba ha descubierto que la República Argentina es la proverbial tierra prometida. A fin de cuentas, él seguirá durmiendo tranquilo -y vendiendo más libros.

El país ya ha sido apostado en una mesa de póker de barrio. Sólo resta ver con qué cartas se dirimirá la captura del pozo.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.