INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI

Desmitificando el Casus Belli de Donald Trump

Los insiders en la comunidad de inteligencia desesperan, aguardando por algún informante que dé un paso al frente.

24 de Abril de 2017
Las guerras y los rumores de guerra siempre han sabido dominar los ciclos noticiosos en tiempos recientes. Nadie debiera sorprenderse ante la presencia de una subcultura del 'ex oficial de inteligencia', particularmente observable en el área de Washington, D.C. Lo cierto es que nos mantenemos en contacto, nos comunicamos con frecuencia, llevamos a cabo almuerzos para conversar sobre los 'viejos tiempos' y, en ocasiones, nos organizamos para interponer objeciones contra algunos de los enemigos externos perseguidos por el gobierno de los Estados Unidos. Aún cuando solemos intentar mantenernos alejados del radar, al llevar a cabo contactos personales discretos con congresistas y periodistas, intentamos lograr que nuestras cartas y artículos se publiquen en medios nacionales. Rara vez aparecemos en la televisión o en la radio para compartir nuestras propias perspectivas sobre eventos de actualidad.
 
Existe un elemento adicional que ayuda a moldera nuestras percepciones -como ser, el hecho de que muchos de nosotros estamos en contacto con amigos que siguen vinculados a la comunidad de inteligencia, o bien que trabajan como contratistas luego de su retiro. Aún cuando quienes hoy revistan como empleados suelen ser cautelosos con lo que dicen, y ciertamente tenemos claro que no es buena idea preguntar sobre cuestiones demasiado específicas, suele ventilarse cierta frustración de cara a acciones o políticas gubernamentales específicas.
 
Drones, Estados Unidos, SiriaRecientemente, tras el ataque con misiles crucero contra una pista de la aviación militar en Siria, se registró un considerable abandono de las restricciones normales que los empleados de la comunidad ejercitaban en su trabajo diario. Más todavía que cuando aconteciera la invasión de Irak -que fue vista con escepticismo por muchos en el colectivo-, la decisión del presidente estadounidense Trump de responder con la fuerza contra Damasco ha sido evaluada con desconcierto por muchos cercanos a la acción en Oriente Medio.
 
No pocos funcionarios han expresado frustración y furia sobre lo sucedido -no a los efectos de desafiar la política de seguridad nacional, la que dejan en manos de los políticos, pero el cuestionamiento surge tras lo que se percibe como un manto de mentira, como en Irak. Se han expresado preocupaciones en formas bien definidas, ante ex compañeros oficiales de inteligencia y amigos. Por primera vez, las personas en el circuito están hablando -y lo hacen en serio. Hemos prestado atención a ese nivel de furia sobre el particular.
 
Los insiders apuntan que no se produjeron evidencias que demuestren, de manera convincente, que fuerzas sirias arrojaran una bomba química sobre un área con civiles. Los monitores estadounidenses del escenario, que fueron advertidos por los rusos de que el ataque tendría lugar, creen que vieron -en imágenes satelitales- algo similar a la versión rusa de los eventos, esto es, que una bomba caía sobre un almacén designado como objetivo, y que luego produjo una nube de gases. Han apuntado, incluso, que Siria no tenía motivo alguno para escenificar un ataque químico. De hecho, lo lógico era lo contrario, conforme Washington había hecho a un lado, la semana anterior, su postura de que el mandatario sirio Basher al-Assad debía abandonar el poder. Los supuestos rebeldes, sin embargo, tenían muchos motivos para el ataque. Numerosos oficiales de inteligencia han concluído que la Casa Blanca miente, y que oculta lo que sabe.
 
Algunos empleados han incluso expresado su deseo de que algún informante dé un paso al frente, y proceda a demoler el casus belli de la Administración -aún cuando nadie se ha ofrecido a hacerlo aún. Por sobre todo, aquellos en el terreno se muestran alarmados de cara a los preparativos -ya en proceso- para extender la guerra, incluyendo planes en apariencia activo para establecer zonas de restricción aérea (no-fly zones) y salvoconductos. La exigencia de que al-Assad debe irse conducirá, en opinión de quienes comentan, a un rápida escalada de la actividad militar. La cual, inevitablemente, resultará en un conflicto con Rusia.
Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.