POLITICA ARGENTINA: MATIAS E. RUIZ

Argentina: ecos y espasmos a la vera del patíbulo

Acaso obnubilado por la expresión de deseos, el columnista dominical Joaquín...

12 de Abril de 2016

El Presidente me ha encargado argumentar que él es tan poderoso como Luis XIV, solo durante los cuatro años [que dura su período], y que no está sujeto a proceso por parte de tribunal alguno, a excepción del tribunal de impeachment.

James Draper St. Clair, representante legal del ex presidente Richard Nixon, en audiencia ante la Corte Suprema de Justicia de EE.UU.;  (Gobierno de los Estados Unidos de América v. Nixon; 418, U.S. 683 [1974])

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Ni la doctrina que versa sobre la separación de poderes, ni la necesidad de confidencialidad que afecta a comunicaciones en altos niveles, sin más, sirven para respaldar un privilegio presidencial absoluto e indiscutido de inmunidad ante un proceso judicial, bajo ninguna circunstancia.

Juez de la Corte Suprema de EE.UU., Warren Burger

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Acaso obnubilado por la expresión de deseos, el columnista dominical Joaquín Morales Solá (La Nación) pareció merodear el exceso, en el subtexto que emergiera de su trabajo del domingo próximo-pasado. Es que la superestructura político-judicial que regentea la República Argentina ha pergeñado una multiplicidad de servomecanismos que la inmunizan de cara a cualquier eventual intentona de mani pulite. Difícilmente pueda trazarse semejante paralelo entre nuestro país y el proceso de Manos Limpias que condujera a la cruda exposición de la Tangentopoli en la república italiana del ex presidente del Consejo de Ministros Bettino Craxi, cuando la corporatocracia judicial doméstica se muestra a años luz de contar siquiera con un remoto sosías del magistrado palermitano Giovanni Falcone. La alternativa de la purga se exhibe a todas luces imposible, toda vez que la mascarada de la democracia local exige, desde el vamos, rememorar que la carrera judicial continúa siendo un mito que bordea la existencia certificable o no de los unicornios y que, desde 1983 hasta la fecha, los capitostes de la inteligencia civil han tenido por costumbre influir sobre la designación de magistrados en sórdidas mesas chicas. En simultáneo, los albaceas de rigor (portando la casaca del poder de turno) invierten valiosas porciones de su tiempo en el aceitado de conexiones que, al tiempo que son útiles para resguardar a sus benefactores en el Ejecutivo, sirven también para acomodar los resultados que emanan de la administración de justicia, a piacere.

Cristina Kirchner, Dilma RousseffSi los contenidos del párrafo anterior pudieren sonar perturbadores o inverosímiles para el lector sensible, pues entonces bastaría con citar el edulcorado nexo que superponía las agendas de Miguel Angel Toma y del ex juez de órbita federal Jorge Urso en los años noventa, el inquietante ligamen de Julio de Vido con el sistema judicial -gracias a la notable interlocución del letrado Freddy Lijo, hermano de Ariel, el magistrado que supo cajonear hasta el cansancio la Causa Siemens-, o la más contemporánea y vanguardista telenovela que hoy entremezcla a togados e informadores con el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici. Y, si de lo que se trata es de agregarle color al aquelarre, sería preciso remitirse a los exabruptos lanzados en su momento (y en privado) por la Suprema Elena Highton de Nolasco contra la persona de Cristina Fernández Wilhelm, cuando la Casa Rosada kirchnerista amenazaba con forzar a altos jueces a tributar Ganancias -mientras urdía cómo privarlos del control de la 'caja' de la Corte.

¿Cuál es la vara que emplean los magistrados argentinos a la hora de impartir justicia? ¿Los asiste la necesidad de atenerse al debido proceso o, en rigor, se aferran a un reflejo espasmódico que los compele a vengarse de sus otrora controlantes, abandonados hoy por la gracia de la opinión pública y ciudadana? A la postre, ¿cuál es la salida más racional para el puzzle? ¿Cobijarse en un declaradamente fallido status quo, o bien hacer honores -de una vez por todas- al Estado de Derecho y, a posteriori, abandonar sus cargos? La controversia no deriva en antojadiza, a raíz de que, por estas horas, las actuaciones de Claudio Bonadio están siendo examinadas por un monóculo muy particular: ¿le hace el juez un favor a Cristina Kirchner al perseguirla por procederes en apariencia no alcanzados por la jurisprudencia y que conducen a los desbarajustes con el dólar a futuro? Inevitable corolario: ¿cómo respaldar, en el terreno ético/deontológico, la proposición que reza que aquellas medidas de gobierno que dejan como consecuencia perjuicios multimillonarios para la Nación no observan rango 'judiciable'?   

Una vez expuestos los vicios en el malfuncionamiento de la caja negra político-judicial, la prerrogativa del Mani Pulite de Morales Solá cae por propio peso. En lugar de ello, habrá que tener a bien colegir que, en la Argentina coetánea, son los ex funcionarios comprometidos quienes amenazan con una purga al estilo Manos Limpias. Lo hace el ya mencionado Julio De Vido, cuando amaga ante colocutores específicos que, si su figura se viere comprometida in extremis, no le temblará el pulso para explayarse sobre el comportamiento de Angelo Calcaterra o Nicky Caputo (íntimos del Presidente Macri) durante la Temporada K, prolífica 'para todos y todas'. Por razones atendibles, el Apotegma De Vido muta hoy en tema obligado de enriquecedoras argumentaciones en ese bajomundo que es Comodoro Py. En lenguaje suburbano: Que caigan todos, o que nadie caiga.

CFK, LorenzettiEn el medio de la inacción que los contamina por igual, los tres Poderes del Estado (al igual que algunos de sus queridos en el mundillo de los medios de comunicación tradicionales) prestan oídos sordos a síntomas alarmantes, consecuencia de los atropellos generados por el Golem de propia manufactura. Hace pocos días -en lo que constituyó un episodio inédito, y prueba irrefutable de hartazgo-, ciudadanos furiosos se agolparon a las puertas una dependencia de Policía Federal en el barrio porteño de Palermo para insultar a viva voz (y, eventualmente, agredir físicamente) al empresario kirchnerista Lázaro Báez. Horas después, el tristemente célebre Norberto Oyarbide era apaleado por habitués de un restaurante de Puerto Madero -mismo sitio donde, otrora, el juez acostumbraba acallar perentoriamente los susurros invitando rondas de champagne. En el remate, nebulosos grupos en las redes sociales se organizan por vía del mensaje privado para llevar a cabo 'visitas sociales' a los domicilios de magistrados de renombre (entre las identidades mencionadas, destaca la de Ricardo Lorenzetti).

Cuando la tensión social tornóse insostenible, Estados Unidos, Brasil y Ecuador dieron cuenta de Richard Nixon, Fernando Collor de Mello y Abdalá Bucaram, respectivamente. En las próximas semanas, los brasileños volverán a hacer lo propio, esta vez con Dilma Rousseff. En aquellos casos, la fórmula que allanó el camino para la descompresión no era tan compleja: se dio en llamar división de poderes.

La Argentina ha recorrido ya doscientos años desde 1816.

No hay novedades en el frente.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.