POLITICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Balotaje: viejos riesgos para un nuevo país

Los menos de tres puntos porcentuales de diferencia...

23 de Noviembre de 2015
Los menos de tres puntos porcentuales de diferencia entre Mauricio Macri y Daniel Scioli ofrecen espacio para interpretaciones variopintas -toda vez que las sospechas que versan sobre actuaciones fraudulentas no terminen confirmándose. En tal sentido, llama poderosamente la atención ciudadana una serie de factores, a saber, que el candidato del Frente para la Victoria reconoció públicamente la derrota hacia las 21:36 del domingo, con solo el 40% de los votos del padrón escrutados. Luego, sería lícito preguntarse cómo le fue posible al partido saliente arrimarse al 51% de sufragios en la Provincia de Buenos Aires, habida cuenta de que no contaba con la cifra mínimamente aceptable de fiscales en mesas de los distritos clave del territorio. Al cierre, sería el propio Aníbal Fernández en persona quien aportara una suerte de justificativo para obscuras maniobras cuando, en la mañana del lunes, recurrió al término 'empate' para referirse al resultado del balotaje. En cualquier caso, hasta el momento solo ha sido Elisa Carrió quien se ocupó de sindicar estas observaciones, mientras que las urnas utilizadas se encuentran ahora bajo la tutela del Primer Cuerpo del Ejército Argentino -al mando de Ricardo Cundom. En el ínterim, el revuelo en la Dirección Nacional Electoral de Alejandro Tullio era mayúsculo: previo al lunes, se agitaban renuncias por doquier -como si muchos quisieran evitar quedar adheridos a maniobras que, eventualmente, la futura Administración se propusiere desmenuzar en profundidad.

Retomando el foco sobre los aspectos estrictamente electorales, ya con los resultados en la mano, no pocos analistas se deshicieron en elogios hacia la figura del consultor Jaime Durán Barba en la campaña de PRO/Cambiemos, aún cuando no podrá soslayarse que la estratagema empleada supo caracterizarse, en ocasiones, por ribetes suicidas. Así las cosas, evaluar previamente que Mauricio Macri se subió al caballo Macri y Michettide la intuición y de su olfato para comprender mejor que nadie la ola de cambio que se aproximaba, no es otra cosa que sobreestimar la inteligencia del presidente electo. Referirán los hechos que el todavía Jefe de Gobierno porteño realizó una apuesta fuerte con resultados positivos. sosteniendo la candidatura de María Eugenia Vidal en la Provincia, y evitando formalizar un frente común con Sergio Tomás Massa. No podrá dejarse de lado que la victoria definitiva de Cambiemos contó con los buenos oficios del espanto que Aníbal Fernández gatilló sobre el electorado -a nivel nacional, no solo en el plano de la Provincia de Buenos Aires- y con la pérdida de brújula observada en la paupérrima campaña de Daniel Scioli.

El Gobernador saliente registró un desempeño proselitista explícitamente consistente con sus verdaderas capacidades. Su discurso no se alejó de su trayectoria política, especialmente desde que fuera ungido Vicepresidente de Néstor Kirchner: su proposición destacó por un contenido vacuo y por la escasez de conceptos. Scioli buscó una suerte de equilibrio imposible, alternando talibanismo kirchnerista con la pretendida moderación que, erróneamente, se le atribuyó. De tal suerte que el candidato del Frente para la Victoria -a modo de confirmación de su extravío- naufragó ya en la primera vuelta, que estaba llamada a ser su trampolín para el eslogan 'Scioli ya ganó'. Demasiado poco, aún para las facilidades garantizadas por el retrógrado sistema electoral argentino. La candidatura presidencial de Massa -nadie podrá dudarlo hoy- le restó una porción considerable de votos a la Ola Naranja, y las indefiniciones cansinas del esposo de Karina Rabolini terminaron por jugarle en contra.

El día después, no ceja la irritación compartida por el modo torpemente benévolo con que periodistas de prestigio se refirieron a Daniel Scioli. En tiempos del kirchnerato, aquéllos forzaron la manutención del Gobernador saliente como un mero instrumento de reserva. Forzaron columnas de opinión y análisis dominicales para preentarlo como un dirigente conciliador, hasta que el protagonista radicalizó su discurso. Finalmente, sería la propia realidad la que certificó los errores de interpretación de los analistas políticos: el candidato del FPV tuvo razón, cuando anticipó que sería 'más Scioli que nunca'. Reemplazó las áreas comunes como 'fe y esperanza' por una desaprensiva demonización de su oponente, al que sindicó como ajustador y 'creído de Barrio Parque' -entre otros coloridos dislates. Su recurrente apelación al accidente de motonáutica mutó en un costumbrismo que contribuyó a alienar al votante: la lástima y la pena terminaron siendo el eje de su discurso global. En pocas palabras, Daniel Osvaldo Scioli llegó más lejos de lo que debió haber llegado. Para lograrlo, contó con una formidable ayuda de la prensa (que hoy difícilmente podría caracterizarse como 'independiente') y la credulidad de segmentos populares que, con mucha fortuna, prestaron más atención al semblante que a las capacidades comprobables del aspirante a la Presidencia.

Al final del día, surgen nuevas preguntas: ¿cómo gobernarán la Provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal y su equipo? O, ¿cómo lidiará Mauricio Macri con la reconstrucción del país, una CGT en apariencia reunificada, con el grupo de formulación terrorista -y de probados vínculos con los organismos de inteligencia estatal- Quebracho? ¿En qué términos convendrá Macri su relación con el peronismo residual que ahora busca regenerarse? A los efectos de ponderar una aproximación, podría comentarse que el frente Cambiemos asumirá el Ejecutivo Nacional con el control de la Provincia de Buenos Aires, con un justicialismo/pejotismo derrotado en los grandes distritos, con un impactante triunfo del presidente electo en Córdoba (cuyo mérito corresponde en gran medida a José Manuel De la Sota), y la debacle política de los más cuestionados -aunque renombrados- barones del conurbano bonaerense. Adicionalmente, acaso le toque a la propia ciudadanía prestar una sana vigilancia a las acciones de la Administración entrante, así como también detectar los obstáculos que pudieren obstaculizarla cuando las propuestas sean atendibles, y denunciarlas. En términos generales, los ciudadanos argentinos suelen convencerse que la responsabilidad culmina en el acto de votar, y terminan prestando un silencio conformista ante los atropellos. Quizás sea hora de revisar esta actuación.

Mientras tanto, el actual moméntum ofrece una nueva oportunidad histórica para condenar y desterrar la tradicional soberbia peronista. El Partido Justicialista se debe, a sí mismo, una reconversión en partido democrático, que permita gobernar a sus adversarios. Los eventuales liderazgos que pudieren encarnar Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey o el citado De la Sota parecen orientarse en esa dirección, punto de partida que daría margen de maniobra a los nuevos ocupantes de la Casa Rosada -los cuales no deberán hacer frente a bloqueos como los que en su momento padeció Fernando De la Rúa. En simultáneo, el espacio PRO pujará por acercarse a un estado de adultez: hoy, ha logrado cimentarse como organización política hecha y derecha. Amén de su existencia tan rica como centenaria, la Unión Cívica Radical habrá de hacerse cargo de sus fantasmas, que sobrevienen en el formato de un sentimiento culposo y de luchas intestinas de alto voltaje. Deberán estar a la altura del desafío de formar parte de un gobierno de coalición, pero vistiendo -ahora sí- pantalones largos.

La sociedad habrá de evitar tropezar con piedras del pasado. La convalidación de metodologías extorsivas o incluso la factible reconfiguración de la República Argentina en una 'Macrilandia' serían los peores consejos desde el inicio. Porque -conforme ya se percibe en el comportamiento de los grandes medios- se trata de tentaciones peligrosas. Y seductoras.


* Foto: Mauricio Macri y Gabriela Michetti, Presidente y Vicepresidente electos | Crédito: La Voz del Interior (Córdoba, Argentina)

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.