ECONOMIA INTERNACIONAL: MANUEL HINDS

Las tasas en dólares, en países con moneda propia

Se asiste a un intenso debate en la Reserva Federal de los Estados Unidos (la Fed) al respecto de si subirá las tasas...

20 de Octubre de 2015
Se asiste a un intenso debate en la Reserva Federal de los Estados Unidos (la Fed) al respecto de si subirá las tasas de interés este año o el siguiente, pero insiste en que las incrementará. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido a todos los gobiernos de los países emergentes que tal incremento va a causarles serios problemas. Ellos deberán aumentar sus tasas de interés para evitar fugas de capital a EE.UU., y el incremento de sus respectivas tasas afectará, a su vez y en forma negativa, a su producción.
 
Esto contradice lo que muchos creen, a saber, que los países no dolarizados pueden fijar la tasa de interés que se les antoje y que, por lo tanto, una suba en las tasas de interés del dólar afectaría las tasas de El Salvador por estar dolarizado pero no, -digamos- las de Perú o Brasil, que no lo están. Ello, sin embargo, no es cierto.
 
En rigor, una suba en las tasas de interés del dólar afectará más a los países no dolarizados que a los dolarizados, por dos razones. Primero, aún cuando un país cuente con moneda propia, las naciones latinoamericanas siguen pensando en términos de dólares, de tal forma que esa moneda es la que establece el estándar de valor en la región. La gente mira a la moneda local como una intermediación entre los dólares y ellos. Así, la gente que deposita en pesos demanda una compensación por el riesgo de que los pesos se devalúen contra el dólar. Si no le pagan una prima adicional para compensar dicho riesgo, se lleva su dinero al extranjero. Segundo, este efecto se magnifica cuando hay devaluaciones, algo que es probable que ocurra debido a las mismas circunstancias.
 
Veamos un ejemplo. Supongamos que, en la actualidad, la tasa de interés en depósitos en pesos de un país latinoamericano fuera la misma que en EE.UU., de un dos por ciento. Ahora, supongamos que la tasa de interés en dólares sube a 5 puntos en EE.UU. y que algunas personas deciden llevarse sus ahorros a Norteamérica porque allá se les paga más. Para hacerlo, compran dólares al Banco Central, pagando con pesos. Las reservas del Banco Central bajan. Dado que ha aumentado la demanda por dólares -mas no su oferta-, el peso se devalúa, digamos, en 10 por ciento.
 
Los que no se llevaron su dinero siguen recibiendo un 2 por ciento de interés pero, al traducir sus ahorros a dólares, ese 2 se convierte en menos 8, porque ha perdido 10 en el precio de la moneda. La tasa de interés en dólares, entonces, es 13 puntos más que en pesos. Para evitar que más gente se lleve sus ahorros, el Banco Central latinoamericano de que se trate deberá aumentar su tasa de interés en al menos lo que la Fed ha aumentado en dólares más la devaluación del peso. Es decir, en nuestro ejemplo, el Banco Central tendrá que subir las tasas en 13 puntos (3 porque las tasas en dólares subieron en EE.UU., y 10 para compensar por la devaluación), mientras que en un país dolarizado subirá solo 3 puntos (que es lo que la tasa subió en dólares). De este modo, la nueva tasa de interés en el país latinoamericano no dolarizado será de 15 por ciento, mientras que en un país dolarizado será solo de 5 por ciento.
 
Así, pues, conforme los incrementos en las tasas de interés deprimen la producción, y los países no dolarizados tendrán que aumentar sus tasas más que los dolarizados, la depresión será peor en los países no dolarizados que en los dolarizados.
 
La realidad sería aún más negativa para los países no dolarizados por dos razones. Primero porque, para empezar, sus tasas de interés ya son bastante más altas que en los dolarizados. Las devaluaciones maximizarían esa diferencia. Y, segundo, los países emergentes ya han tenido que subir sus intereses aun sin que EE.UU. las haya subido porque la gente, anticipando las devaluaciones, ha comenzado a sacar su dinero de ellos.

 
Sobre Manuel Hinds

Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.