INTERNACIONALES: MARIAN L. TUPY

¿Podrían emplearse mercenarios para hacer frente a ISIS?

Tras las secuelas compartidas por el 11 de septiembre de 2001 (9/11)...

16 de Junio de 2015

Tras las secuelas compartidas por el 11 de septiembre de 2001 (9/11, en conformidad con la denominación americana), el gobierno estadounidense urgió a expertos en contraterrorismo a que pensaran en términos no tradicionales. En lugar de recurrir a ideas innovadoras, lo que se vio como resultado coincidió con una respuesta convencional a las atrocidades del 9/11 -en la forma de las invasiones de Afganistán e Irak, seguidas de miles de soldados estadounidenses muertos y billones de dólares gastados en asistencia militar y ayuda externa. El Irak de hoy está, una vez más, a las puertas de una guerra civil, con grandes porciones del territorio iraquí bajo control de dementes homicidas de ISIS. Afganistán, si acaso su gobierno actual sobrevive, probablemente demande décadas de presencia militar americana -algo a lo que, junto a millones de americanos, me opongo.

Ya sea que ISIS represente o no una amenaza para la seguridad estadounidense (y existen muchos que lo dudan), el establishment político de EE.UU. se muestra unido, en la creencia de que es necesario eliminar a ISIS. Pero, ¿qué debe hacerse a tal efecto? Por un lado, la campaña aérea no parece retornar los objetivos buscados. Por otro, el público estadounidense se opone, comprensiblemente, a una nueva invasión con empleo de fuerzas terrestres.

El surgimiento de un Estados-nación ha llevado a mucha gente a mirar hacia sus gobiernos en busca de soluciones, para lidiar con problemas grandes y pequeños. El Estado-nación, a su vez, ha dejado de lado a otros actores. Cuando se trata de recurrir a la violencia, por ejemplo, ¿por qué no intentar por el lado de la alternativa a los ejércitos nacionales? ¿Por qué no considerar el uso de mercenarios?

Hace poco, el matutino The Telegraph publicó una interesante historia en relación al ex hombre de la Guardia de Escocia (Scots Guard) y el SAS (servicio de fuerzas especiales británico), Simon Mann. Mann alcanzó la fama tras haber tomado parte en un fallido golpe de Estado contra Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, tiránico dictador de la nación rica en petróleo de Guinea Ecuatorial. El golpe fracasó, y Mann fue capturado y enviado a prisión. Habiendo sobrevivido milagrosamente cinco años en una de las cárceles de Obiang, regresó luego a Gran Bretaña. Hoy, Mann defiende la prerrogativa del empleo de mercenarios para derrotar a ISIS. ¿Debería prestarse oídos serios a esta proposición?


Para comenzar, es importante notar que la actividad de los mercenarios es más común y beneficiosa de lo que la mayoría de la gente sobreentiende. 'La anterior empresa de Mann, Executive Outcomes' -escribe el Telegraph- 'detuvo los movimientos rebeles tanto en Angola en 1993 y en Sierra Leona en 1995, la última contra los rebeldes cercenadores de miembros del Frente Revolucionario Unido (Revolutionary United Front). En ambas ocasiones, ello se hizo en apoyo de gobiernos legítimos, mientras que algunos cuestionaron los millones que los mercenarios percibieron, pero nadie dudó de su efectividad... A comienzos de este año, uno de los socios sudafricanos de Mann, el Coronel Eeben Barlow, retornó a la acción; esta vez, para conducir una fuerza de combatientes que ayudara a Nigeria a derrotar a los islamistas de Boko Haram... El grupo invirtió tres meses en combates a la par del ejército nigeriano, trayendo consigo años de experiencia ganada en el terreno en la guerra del chaparral del apartheid sudafricano. Ellos solo contaban con cien hombres pero, aún en ese escaso lapso de tiempo, transformaron un ejército pésimamente conducido y evidentemente desmoralizado en una maquinaria de combate que finalmente expulsó a Boko Haram de su fortaleza nororiental... Tras reclutar a muchos de sus hombres en las fuerzas de seguridad sudafricanas de las épocas del apartheid, ni Nigeria ni el mundo hubiesen podido cosechar este logro. Pero el evento tiene su propio peso: un grupo de mercenarios -o, para hacer uso del nombre más elegante, una compañía militar privada- había tenido éxito a la hora de derrotar a uno de los grupos insurgentes más sanguinarios del globo, en parte debido a su indudable empuje para usar la fuerza en el terreno'.

Esto no es lo mismo que afirmar que los mercenarios serían la panacea. La reciente experiencia estadounidense en Irak y Afganistán con contratistas militares privados como Blackwater (luego rebautizada como Academi) ilustra el punto. Los empleados de la ex Blackwater fueron repetidamente criticados por su comportamiento descuidado y sin control, en episodios que involucraron la matanza indiscriminada de civiles y el soborno de funcionarios de gobiernos extranjeros. Cables clasificados del Departamento de Estado americano, de acuerdo al New York Times, informaban que el empleo de contratistas 'aportó lo suyo al caos de la guerra en Irak'.

Más aún, no queda claro que los mercenarios privados puedan sobreponerse a los problemas políticos internos de Irak y Siria, factores que en definitiva han dado a luz a problemáticas como ISIS.

Pero, ¿es la aproximación del sector privado para combatir a ISIS cualitativamente superior a una reinvasión estadounidense de Irak? Posiblemente. Examinemos algunos puntos para defender tal hipótesis:

 

  1. Ausencia de bajas estadounidenses, excepto las de aquellos ciudadanos que elijan, por propia voluntad, sumarse al equipo de mercenarios. Por cierto, algunos ciudadanos americanos ya han partido para luchar contra ISIS, tomando parte de los peshmerga kurdos. 
  2. No sería necesario invertir años y miles de millones de dólares en la tarea fútil de construir unas fuerzas armadas iraquíes. Un equipo de mercenarios podría mantenerse a costos relativamente bajos. Solo haría falta tener acceso a una cuenta bancaria en la que cualquier individuo o empresa interesado en destruir a ISIS pudiese depositar fondos.
  3. Cualquiera podría unirse a los mercenarios anti-ISIS: árabes o estadounidenses, personas de raza negra o de raza blanca, feministas y defensores de derechos de los homosexuales. Con algo de fortuna, la naturaleza multinacional y multirreligiosa de la fuerza mercenaria serviría para diluiar el sentimiento antiestadounidense en la región (por ejemplo, Estados Unidos no volvería a ser visto como un actor siempre presente en conflictos regionales).  

Por otra parte, no es menos cierto que una avanzada exitosa contra ISIS requeriría de apoyo material aéreo de parte de Estados Unidos y, presumiblemente, el compartir información de inteligencia. Pero EE.UU. ya está haciendo precisamente eso -en un formato bastante limitado.

Yendo más a lo abstracto, no veo objeciones libertarias basadas en principios de cara a una fuerza mercenaria multinacional/multirreligiosa, que sería financiada por cualquier persoan interesada en ver la caída del Estado Islámico. Vaya..; yo mismo les proporcionaría dinero.



Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://www.cato.org/blog/could-mercenaries-take-isis

 

Sobre Marian L. Tupy

Analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute. Editor del sitio web Human Progress.