ECONOMIA & NEGOCIOS: MARTIN SIMONETTA

Argentina: inflación mata competitividad

El fenómeno inflacionario no sólo golpea el bolsillo del consumidor...

06 de May de 2015

El fenómeno inflacionario no sólo golpea el bolsillo del consumidor, sino también afecta fuertemente a la competitividad de las empresas argentinas respecto del mundo. Tomando sólo los últimos doce meses, observamos que mientras los precios al consumidor se han incrementado en alrededor de un 30 por ciento (según diversas mediciones privadas como InflaciónVerdadera.com o IPC Congreso), el tipo de cambio oficial sólo se ha incrementado alrededor de un 10 por ciento, pasando de 8,09 a 8,95 pesos por dólar.

Las consecuencias de este proceso de alta inflación con una variación no proporcional del tipo de cambio oficial se aprecian —incluso— en los mismísimos datos del INDEC que confirman que durante los primeros tres meses del 2015 las exportaciones cayeron 16 por ciento, así como durante todo el año 2014 se redujeron 12 por ciento (pasando de 81,66 mil millones de dólares el año pasado a 71,93 mil millones del 2013).

La asfixiante presión inflacionaria se traduce en una pérdida de competitividad internacional, encareciéndonos respecto de los competidores internacionales. Utilizando una conocida metáfora, podemos decir que la consecuencia de que los costos de producción suban por el ascensor y el tipo de cambio oficial por una lenta escalera se traduce en una enorme presión que se verifica en la caída de las exportaciones argentinas. Y como sabemos, las importaciones no se incrementan en proporción a la baja real del tipo de cambio como consecuencia de medidas restrictivas, tales como las DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación).

De más está decir que las devaluaciones recurrentes no son la solución ni tienen nada que ver con una economía estable, previsible y atractiva, en la cual se puedan realizar planes de largo plazo. En consecuencia, es clave reconocer y frenar una inflación que golpea la competitividad empresarial, motor del crecimiento económico y de la mejora de los indicadores sociales.

Las pérdidas de competitividad —consecuencia de una elevada inflación— parecen ser recurrentes en la historia económica argentina y antesala de las llamadas “devaluaciones competitivas”, orientadas a licuar este “costo argentino”. El reconocimiento y la acción para limitar el gasto público deficitario y reducir los niveles inflacionarios serían medidas necesarias para terminar con este negativa suba generalizada de precios, atraso cambiario, pérdida de competitividad, y el eterno retorno de la devaluación como herramienta de política arraigada en la Argentina. El fallecido economista Mancur Olson estudió en profundidad este proceso por el cual las sociedades sufren la “acumulación de coaliciones redistributivas” —de baja productividad económica pero alto poder político— las cuales se van enquistando, preservándose y creciendo. A partir de ello, explica su teoría sobre el auge y la decadencia de las naciones. Dinámicas como la vernácula inflación-devaluación se explican en este contexto.

La actual situación que vive la economía argentina genera tensiones que quedarán como herencia para el próximo gobierno, el cual deberá pagar el costo político de las medidas u omisiones actuales.

 

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