POLITICA: MATIAS E. RUIZ

Responso por Jorge Milton Capitanich, cara visible de la derrota del 'modelo'

Jorge Milton Capitanich Popovich ultima los detalles para su ya comentada partida...

23 de Septiembre de 2014

Jorge Milton Capitanich Popovich ultima los detalles para su ya comentada partida de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Tras su nombramiento en noviembre de 2013, el ex gobernador de la Provincia del Chaco aterrizaba en la JGM con un bagaje de altísimas expectativas, y portando la misión presidencial de 'abrir nuevos canales de diálogo' entre la Administración Fernández de Kirchner, la dirigencia política y -se presumía, al menos- la ciudadanía. Sin embargo, el balance de su gestión no puede calificarse sino como dantesco; apenas nombrado, debió hacer frente a una sublevación policial en Córdoba que ganó empuje de la mano de impetuosos incidentes y saqueos. La provincia mediterránea terminaría virtualmente incendiada, en tanto Capitanich no había previsto que el circuito intimista de la Presidente (Carlos Zannini, si lo que se pretende es ser más específicos) oficiaría de intransitable obstáculo. Ni bien el entonces flamante Jefe de Gabinete propuso el envío de fuerzas federales a la capital cordobesa, el obscuro Secretario Legal y Técnico bloqueó la iniciativa, por cuanto el imperativo coincidía con aleccionar a José Manuel De la Sota a raíz de su imperdonable condición de gobernador opositor. Las consecuencias de la inacción son ahora harto conocidas por el público: el conflicto policial (atendiendo a la variopinta interacción de variables propias de cada distrito) contagióse a prácticamente todo el país. Y Capitanich no ha podido disimular su dolosa responsabilidad en ese tortuoso proceso que casi remata expulsando al conjunto de la clase dirigente por la ventana.

El tan mentado 'canal de diálogo' terminó mutando en una faena surrealista; Jorge Capitanich no solo se convirtió en un personaje casi borgeano: su speech derivó -ante cada oportunidad posible- en una grotesca negación de la realidad, defendiendo lo abiertamente indefendible. Comparó la cotización del dólar paralelo o Blue con el precio del gramo de cocaína y catalogó a la inflación de inexistente, en reiteradas ocasiones. En su poco encomiable rol de embajador del oxímoron, sus presentaciones matinales supieron bordear el suicidio político y una recurrente provocación contra el ciudadano de a pie. El remate difícilmente hubiese podido sorprender a nadie: la sobreactuada desaprensión y el discurso vacuo hallaron un merecido correlato en la burla de la persona del Jefe de Gabinete, en todo espacio mediático habido y por haber. La personificación encarnada por Oggio Junco debió haber llamado a Capitanich a la reflexión, cuando no acercarlo al pronto retiro. En el entremés, una lección digna de ser tenida en cuenta: la ciudadanía, enfrentada a la carencia de mecanismos potables que la protejan ante el despropósito del atropello estatal, certifica no solo la validez sino la necesidad del fusilamiento mediático. Acaso el único instrumento con que cuenta para contrapesar la encendida desfachatez del funcionario medio, acostumbrado a malversar, a falsear datos o a provocar desde el atril -diabólicamente empeñado en tensar la cuerda de la fractura social y la división para el aprovechamiento político.

Por sobre todo, Jorge Milton Capitanich se constituyó en el vocero perfecto para el desparpajo macroeconómico acometido por Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega; las declaraciones del Jefe de Gabinete con miras a desautorizar o minimizar la corrida financiera solo sirvieron para echar más combustible al fuego de la crisis. La lección parece obvia: no existe mercado que no repare en las proclamas del gobierno de turno a la hora de valorar la real dimensión de un problema. Trátese del Blue, de los fondos buitres o del incremento de los precios al consumidor, Capitanich siempre se resguardó en argumentos tan risibles como estrafalarios para salir del paso.

Fundamentalmente, otro fue el motivo por el que Capitanich se decidió a poner pies en polvorosa y regresar al Chaco. Es que su sucesor, Juan Carlos Bacileff Ivanoff, ha trabajado con esmero para reconvertir la matriz política chaqueña de corruptela heredada del todavía Jefe de Gabinete. Tras la ola de saqueos y violencia que azotara a Córdoba en diciembre, Bacileff alineó a sus propias fuerzas policiales en la provincia. Aún cuando fue imposible evitar incidentes, se las arregló para aislar en el terreno al elemento Capitanich y Bacileff Ivanoffde la fuerza comprometido con el tráfico de drogas y que redirigió a saqueadores motorizados a criterio de sembrar el caos. A posteriori, comenzó a desarmar la trama de prebendas esbozada en el reparto discrecional de planes sociales a punteros y ultimó un esquema multimillonario de pago de sobornos a la prensa local -montada para que los medios hablaran en buenos modos de la gestión Capitanich. Como corolario, los piquetes ya son historia en la capital y zonas aledañas: los manifestantes conocen de primera mano que el gobernador en ejercicio los reprimirá sin miramientos. A la postre, Jorge Capitanich se notificó de los cambios (en extremo inconvenientes de cara a sus intereses políticos) y comprendió que, tras su derrota en la JGM, urgía regresar con urgencia a su terruño. Tras varios meses de intentarlo y de toparse con la férrea negativa de la propia Presidente Cristina Kirchner ('De acá, te vas cuando yo lo diga; dejate de joder con el Chaco'), logró consensuar los términos de su salida. Jorge Milton no puede permanecer más tiempo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, so pena de ver licuado definitivamente su leverage político; mientras la popularidad de Bacileff Ivanoff aumenta, porciones mayoritarias de la dirigencia local auguran que el Jefe de Gabinete se quedará 'sin el pan y sin la torta': se entiende que -con una buena dosis de fortuna- solo podrá aspirar a promocionarse como intendente de Resistencia.

En el ínterim, se populariza cierta microleyenda urbana que caracteriza al kirchnerismo como una auténtica picadora de carne a la que, entre sonrisas y autocongratulaciones, no pocos personeros se han lanzado de cabeza, por propia iniciativa. Ejemplos acabados de ello son Juan Carlos Fábrega o Miguel Gallucio. Jorge Milton Capitanich Popovich ha decidido sumarse a este tristemente célebre club; arrebujado en el más estrepitoso de los fracasos y atormentado por el ridículo, su caso certifica que el imperio del costumbrismo político de moda se entretiene exterminando y torturando al mensajero.

No existe redención para el incauto. Al menos no en el libreto de Cristina; experta en el regenteo de mustias marionetas, luego llamadas a naufragar en las arenas del olvido. Y en una interminable condena social.

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.