Japón: Shinzo Abe necesita prestar un juramento hipocrático, pero de diplomacia
Tras graduarse de la facultad de medicina, los médicos prestan el Juramento Hipocrático. A pesar de que...
Tras graduarse de la facultad de medicina, los médicos prestan el Juramento Hipocrático. A pesar de que el juramento no contiene, en rigor, la frase 'Primero, no hacer daño', la premisa subyacente se encuentra implícita. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, debería adoptar idéntico código para su política exterior.
La seguidilla recurrente y vergonzante de heridas diplomáticas autoinflingidas de Abe han obstaculizado su capacidad para implementar las demoradas reformas de defensa para el Japón que, a su vez, comprometen los objetivos de seguridad de los Estados Unidos de América en Asia.
La más reciente gaffe diplomática de Abe consistió en la revelación de que, durante abril pasado, el primer ministro envió un mensaje de apoyo para criminales japoneses Clase A y para otros criminales de guerra. La misiva de Abe exaltó a aquellos que fueron ejecutados por el poder de los Aliados por 'haber comprometido sus almas en pos de la fundación de la nación'.
El evento anual se lleva a cabo frente a una estatua conmemorativa construída en 1994 con miras a restablecer el honor de criminales de guerra, describiéndose el castigo recibido por éstos por parte de los Aliados como 'un duro y vengativo juicio jamás visto en el mundo'. Se incluye en la lista de 1.180 criminales de guerra a catorce criminales de guerra Clase A, honrados en el controvertido Templo Yasukuni.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente en Tokio juzgó a veintiocho criminales de guerra Clase A por crímenes contra la paz, por haber conspirado para ejecutar guerras con carácter agresivo, en franca violación a las leyes internacionales. Adicionalmente, los criminales Clase B y Clase C fueron sentenciados por crímenes de guerra convencionales y por crímenes de lesa humanidad.
Como parte del Tratado de Paz con el Japón de 1951, 'Japón aceptó las sentencias dictadas por el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente y las sentencias de otras Cortes Aliadas sobre Crímenes de Guerra, tanto fuera y dentro del Japón'. El jefe de gabinete de Abe, Yoshihide Suga, afirmó el 27 de agosto próximo-pasado que el Japón aceptó las sentencias determinadas por el tribunal. Suga buscaba minimizar la controversia, expresando que Abe no escribió aquella carta en su rol de primer ministro, sino que lo hizo en su rol de líder del partido gobernante.
El mensaje de Abe, como sucediera con su visita de diciembre de 2013 al Templo Yasukuni, remite a un lenguaje diplomático torpe y de sordos que pretende solucionar problemáticas históricas y que, en el proceso, exacerba innecesariamente las tensiones con Corea del Sur y con los Estados Unidos. Aún cuando Abe luego acostumbre minimizar sus gestos flamígeros con promesas respecto de que el Japón solo busca la paz, la controversia resultante termina devorando cualquier esfuerzo conducente a la reconciliación con Seúl.
Por su parte, la política surcoreana de cara a Japón ha involucionado hacia un nacionalismo emocional, interpretándose los hechos de cada día con el cristal de los hechos históricos. Esta prerrogativa ha conducido a Seúl a rechazar un acuerdo tendiente a compartir material de inteligencia que hubiese optimizado las defensas de Corea del Sur y conducido a más puntos en común con la autoritaria China -que peleó contra Surcorea en los años cincuenta- que con la vecina democracia japonesa.
El flagrante faux pas de Abe entorpecerá los esfuerzos del Japón de cara a la implementación de una autodefensa colectiva -reforma más que necesaria para que Tokio asuma mayores responsabilidades en lo que hace a su propia defensa, y para que participe con mayor notoriedad en operaciones internacionales para el mantenimiento de la paz. Los comentarios de Abe y otros políticos japoneses (contaminados con revisionismo histórico) alimentan las sospechas de Corea del Sur frente a Japón y percepciones erróneas frente a que la autodefensa es un preludio hacia una nueva invasión de la Península de Corea.
Si Tokio desea avanzar en temas históricos con el objetivo de complementar sus propios objetivos de política exterior y desempeñar un rol regional y global más efectivo, deberá llevar a cabo un esfuerzo concertado y sistemático para aliviar las preocupaciones de sus vecinos en lo que tiene que ver con problemáticas históricas; Tokio solo podrá hacerlo de manera abierta y coherente, repudiando su pasado y negando a aquellos que niegan el pasado.
Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/08/29/japan-abe-needs-take-diplomatic-hippocratic-oath/