INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ

MH17, trago amargo para Vladimir Putin

A 24 horas del derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, los medios internacionales...

18 de Julio de 2014

A 24 horas del derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, los medios internacionales han comenzado a reunir información puntual relativa a las nacionalidades de las 298 personas a bordo; se cuenta entre las víctimas a ciudadanos de diez países (entre los que se incluye a una mayoría de 189 holandeses). El gobierno de los Estados Unidos de América, por su parte, de momento solo ha confirmado la presencia de un ciudadano americano en el Boeing 777 -fuentes extraoficiales hablaban de otros 22.

Sin embargo, el detalle más perturbador de la tragedia remite a la adjudicación de responsabilidades. Hacia el cierre del jueves, la comunidad de inteligencia estadounidense confirmaba que el MH17 había sido derribado por un sistema de misiles antiaéreo ruso de mediano alcance -hasta 28 km-, identificado como Buk (denominación OTAN: 'Gadfly'; Departamento de Defensa de EE.UU.: SA [Surface-to-Air] 11; 'Grizzly' y SA-17 respectivamente, en versiones posteriores). Otras fuentes sindicaban al sistema antiaéreo S-300 'Grumble' -de largo alcance- como el que exhibía mayores probabilidades de haber sido empleado en el ataque.

La aeronave de Malaysia se precipitó a tierra en la región de Donetsk, al extremo oriental de Ucrania, y que se encuentra en control de guerrilleros separatistas. Complementariamente, el comandante de origen ruso Igor Girkin (nom de guerre: Igor Strelkov) había posteado en su espacio personal de la red social moscovita VKontakte y, a la postre, en su cuenta de Twitter que su fuerza irregular había derribado un avión de carga del ejército ucraniano, puntualmente, un AN-26 (Antonov). Llamativamente, esos comentarios fueron subidos al Internet instantes previos a la caída del MH17. Strelkov eliminaría luego sus posts, pero estos ya habían sido capturados por la inteligencia occidental, que le otorgó un alto porcentaje de credibilidad. Con el anuncio del derribo, sobrevenía una aviso: 'Les habíamos advertido que no volasen sobre nuestro espacio aéreo'. A diferencia de los años setenta y ochenta, momento en que el terrorismo internacional podía sacar ventajas propagandísticas de la atribución, hoy esta variable le ha jugado una mala pasada a los protagonistas. La inteligencia de fuentes abiertas e información no compartimentada, Open Source (OSINT) y el posteo desaprensivo de contenidos en redes sociales se han transformado en un factor clave.

Complicaciones extra: un grupo de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) arribó a Grabovo -zona en donde se concentra la mayor cantidad de restos del aparato caído-, pero denunciaron que los rebeldes pro-rusos en control de la zona restringieron acceso a materiales, reteniendo incluso una de las dos cajas negras recuperadas.

También en la noche del jueves -y en lo que muchos caracterizaron como un reverdecer de la propaganda comunista de los años ochenta-, las agencias de noticias de la Federación Rusa (RIA NovostiITAR-TASS, y Russia Today -RT), controladas por el régimen de Vladimir Putin) daban por sentado que el misil había sido disparado por las fuerzas armadas ucranianas, y que el objetivo no declarado era volar por los aires el avión que traía de regreso al jefe de Estado ruso, tras su visita a Brasil con motivo de la cumbre 'BRICS'. Pero los esfuerzos de comunicación rusos parecen toparse con obstáculos de calibre: en tanto llamó la atención la seguridad con la que el presidente ucraniano Petro Poroshenko declaraba pocas horas después de la catástrofe que el derribo del MH17 fue motivo de un 'ataque terrorista', en las primeras horas de este viernes 18, se conoció el porqué. Los servicios de información ucranianos -que venían monitoreando las frecuencias de comunicación utilizadas por los separatistas rusos en su geografía- detectaron una conversación entre elementos rebeldes que se referían (con gran detalle) a una aeronave derribada. En el audio, los protagonistas se lamentaban de que no se trataba de un transporte militar. En una escucha adicional, uno de los guerrilleros discute con su oficial controlador -en apariencia, un uniformado ruso de alto rango- que se habían hecho del control de un [sistema] Buk, y que ya habían procedido a desarmarlo y ocultarlo, tras el derribo. El Teniente Coronel del ejército estadounidense, Rick Francona declaró ante la cadena CNN que 'el espionaje ucraniano es muy eficiente en su territorio'. En simultáneo, analistas de la CIA citados por Fox News certificaban que los actores de las escuchas recopiladas por el gobierno de Kiev son, con toda seguridad, oficiales del GRU (Glavnoje Razvedyvatel'noje Upravlenije, órgano de inteligencia militar de la Federación Rusa).

Aún cuando todavía resta corroborar una serie de detalles de importancia, entendidos en materia de defensa y seguridad internacional occidentales dan por sentado que Vladimir Putin ha caído víctima de la guerra proxy o subsidiaria que, con relativamente escaso éxito hasta el momento, ordenó ejecutar en suelo ucraniano. Un escenario puntual remite a la alternativa de que los separatistas rusos que operan por cuenta de Moscú (y que manipularon el sistema de defensa antiaérea de rigor) carecen del entrenamiento básico que les hubiese ayudado a distinguir entre la trayectoria de una aeronave comercial de una militar, dando lugar a la catástrofe. La imagen internacional de Putin, tras la intervención en Ucrania y el trágico evento del MH17, acusará un fuerte impacto; y lo propio podría hacerse extensivo a sus socios del BRICS. Sus pares en el seno del bloque se enfrentarán ahora a la disyuntiva de hacer silencio sobre las responsabilidades directas e indirectas de Moscú en el derribo del Boeing de Malaysia, o bien se sentirán compelidos a descartar sin más toda carga probatoria que señale a Rusia con dedo acusador -y éstas ciertamente abundan.

En otro orden, la caída a tierra del MH17 y el voluminoso caudal de muertos derivado del incidente quizás obliguen a los analistas que se mostraban en desacuerdo con la hipótesis de una Segunda Guerra Fría a recalcular sus evaluaciones. La poco confortable posición del presidente estadounidense Barack Obama, ruidosamente cuestionado en su país por una evidente carencia de liderazgo, lo empujará a condenar a Rusia con mayor firmeza. Las relaciones entre Washington y Moscú no parecen encaminarse sino hacia un franco y costoso retroceso.
 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.