ESTADOS UNIDOS: DR. JAMES JAY CARAFANO

Estados Unidos: Barack Obama no está preparado para hacer frente a los desafíos en seguridad

Ud. debería hojear las ediciones más recientes de la Estrategia de Seguridad Nacional y la Revisión Cuatrienal de Defensa (QDR), pues éstos...

09 de Julio de 2014
Ud. debería hojear las ediciones más recientes de la Estrategia de Seguridad Nacional y la Revisión Cuatrienal de Defensa (QDR), pues éstos son los documentos que describen cómo concibe el presidente estadounidense Barack Obama el uso de las políticas exterior y de defensa para que el país continúe siendo seguro, libre y próspero, en un mundo que cada vez parece más hostil a sus intereses.

Si lo hace, verá que las palabras “alerta estratégica temprana” no figuran en ninguno de los documentos.

¿Por qué debería Ud. preocuparse? Pues, porque parte de la labor de la comunidad de los servicios de inteligencia es la de proporcionar valoraciones que anticipen los grandes acontecimientos o cambios de importancia a los encargados de la toma de decisiones a nivel nacional y -lo que es más importante- antes de que ocurran.

La alerta estratégica temprana ha sido una importante misión desde el establecimiento de la comunidad de los servicios de inteligencia tras la Segunda Guerra Mundial. La idea principal del Congreso cuando elaboró la Ley de Seguridad Nacional de 1947, que fue la génesis de los servicios de inteligencia estadounidenses modernos, era que EE.UU. nunca debería tener que soportar el peso de otro Pearl Harbor.

El interés en la importancia del conocimiento anticipado se vio reforzado por la comisión del 11 de septiembre, que arremetió contra la comunidad de los servicios de inteligencia tanto por una “falta de imaginación” como por la incapacidad de “unir los puntos”. Hacerlo podría haber ayudado a prevenir los atentados terroristas contra Nueva York y Washington.

Eso no quiere decir que la alerta temprana sustituya a la posesión de las capacidades necesarias para responder a amenazas imprevistas o que un sistema serio de alerta temprana vaya a funcionar siempre. Ninguna aventura militar supone una locura mayor que aquella en la que el éxito radica en unos servicios de inteligencia cercanos a la perfección.

La historia moderna está repleta de ejemplos en los que los servicios de inteligencia de Estados Unidos no estuvieron a la altura, desde la primera prueba soviética de la bomba A a la Guerra de Corea, pasando por la caída del Muro de Berlín.

No obstante, el nivel exigible no puede ser la perfección. La comunidad de los servicios de inteligencia no tiene que actuar como un adivino. Pero sí debería disponer de los mecanismos para anticipar los retos futuros. Esto permite que los líderes elaboren planes de contingencia para responder al peligro o que tomen medidas para mitigar futuras amenazas.

Sin embargo, estos últimos años, parece que la Administración Obama se ha visto “sorprendida” por todos y cada uno de los incidentes y rápidos reveses de la política exterior.

La Casa Blanca no estuvo preparada para el colapso de Libia, que dio pie a un atentado que tuvo como resultado la muerte de cuatro ciudadanos americanos en el consulado de Estados Unidos en Bengasi.

Nuestro personal en la Oficina Oval se quedó perplejo cuando la crisis ucraniana entró en ebullición y las tropas rusas marcharon sobre Crimea.

Obama no tenía un “Plan B” para un Irak que se ha derrumbado ante la invasión de los extremistas islamistas procedentes de Siria.

Y ahora la Administración lucha por responder a la marea de refugiados que huyen de la espiral de violencia, la corrupción y el caos de Guatemala, El Salvador y Honduras.

Ni siquiera se trata de lo que los analistas denominan “cisnes negros, el tipo de crisis del que la comunidad de los servicios de inteligencia no está pendiente. En todos estos casos, los expertos de área que operan básicamente con la información procedente de “fuentes abiertas” (open source u OSINT, la información que recogen hablando con fuentes de la zona, comprobando las redes sociales y leyendo material disponible de manera pública) estaban advirtiendo de que se avecinaba una tormenta.

Y sin embargo, en cada uno de estos casos, la Administración pareció desconcertada y sorprendida cuando llegó lo peor.

Quizás la comunidad de los servicios de inteligencia de Estados Unidos le esté fallando al presidente. Quizás el jefe de Estado no esté atento a lo que está pasando en el mundo. Quizás el presidente crea que estas conmociones no importan y que Estados Unidos debería dar un paso atrás para pasar desapercibido, interesándose únicamente por las crisis a posteriori.

A primera vista, la estrategia de desconexión del presidente es como si un alcalde disuelve el departamento de bomberos para luego poder encogerse de hombros cuando se produzca un incendio y decir: “¿qué puedo hacer yo?”.

Sea cual sea el método que esté utilizando el presidente, éste parece contento simplemente con ir abordando los problemas según van surgiendo. Pero ésa es una mala estrategia si se quiere asegurar la posición de Estados Unidos en el mundo.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/07/06/obama-isnt-prepared-face-security-challenges/

Inicialmente publicado para el periódico estadounidense The Washington Examiner
 
Publicado originalmente en el sitio web Heritage Libertad (Estados Unidos)
Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.