ESTADOS UNIDOS: TED R. BROMUND

Fútbol 'soccer', el deporte del amiguismo político

Jurgen Klinsmann, entrenador del equipo estadounidense de fútbol, recibió duras críticas la pasada semana...

22 de Junio de 2014
Jurgen Klinsmann, entrenador del equipo estadounidense de fútbol, recibió duras críticas la pasada semana, tras afirmar que no era 'realista' creer que sus hombres pudieran ganar la Copa del Mundo. Mientras que, en efecto, una victoria del seleccionado de Estados Unidos en este terreno representaría todo un shock, el aspecto menos realista sobre el Mundial de Fútbol remite a expectativas más amplias que se derivan de él.
 
En 1994, Estados Unidos fue anfitrión del torneo: fue la Copa del Mundo más exitosa de la historia en lo que a asistencia del público se refiere; con lo cual, puede concluirse que existe una audiencia estadounidense para el fútbol soccer. Pero ésta es limitada. ¿Por qué? Estudiosos de la historia del deporte lo han concluído de este modo porque, a nivel mundial, el fútbol se inició como un juego para la clase trabajadora.
 
Mientras tanto, en EE.UU., a mediados del siglo XIX, el baseball -deporte de las ciudades del noreste americano- llegó a la audiencia del fútbol soccer mucho antes de que éste pudiera establecerse. A mediados del siglo XX, el fútbol americano universitario y luego el basketball se apropiaron del resto de las multitudes, convirtiendo a los Estados Unidos -tanto en éste como en otros terrenos- en una nación excepcional.
 
Si bien los estadounidenses no jugamos mucho al fútbol soccer, éste es inmensamente popular en todo el globo, en parte debido a que el participante simplemente necesita un balón. Aún cuando se inició como un juego para el hombre de a pie, hoy día es, en un escalafón superior, propiedad de los ricos. Y no existe mejor evidencia de ello que en una Copa del Mundo (FIFA).
 
Evaluar los costos de convertirse en anfitrión de un evento deportivo de importancia es difícil, en parte debido a que se ha vuelto tan alto que las naciones comportan incentivos para mentir sobre esos presupuestos. Mientras que Brasil afirma haber gastado un aproximado de US$ 3.5 mil millones, Forbes Magazine estima que el gasto real asciende a US$ 11 mil millones, precio que ha venido acompañado de la acostumbrada corrupción, clausura forzada de asentamientos precarios, y serias preocupaciones frente a la preparación y la seguridad de las instalaciones a utilizarse.
 
Como siempre, la justificación para este derroche es que satisfará a todos, desde la generación de empleo y la inversión para una infraestructura más moderna. Una mayoría de ciudadanos brasileños -el 61%, de acuerdo a una encuesta reciente-, no se muestra de acuerdo. Y tienen razón. Con los propios locales comprando más del 60% de los boletos para ingresar a los estadios, la Copa del Mundo, en rigor, no está ingresando demasiado dinero nuevo al país; solo lo recircula de un lado a otro.
 
La construcción de una terminal aeroportuaria puede, a veces, tener sentido; pero nuevos estadios -que permanecen vacíos la mayor parte del tiempo- son un desperdicio de dinero. Y el acelerar la construcción de infraestructura para llegar a tiempo garantiza que se gaste más dinero del proyectado originalmente. La Copa del Mundo es como un estímulo para el gasto, pero con esteroides; y ese gasto no es necesariamente más efectivo.
 
La inaguración del campeonato del mundo se mostró signado por agitación callejera, aunque hasta el momento nada ha podido compararse con las protestas organizadas por el millón de ciudadanos brasileños que tomaron las calles en 2013, en parte para manifestarse contra el gasto de la Copa del Mundo. Y ellos no fueron los únicos que se cansaron de estos carísimos circos: los Juegos Olímpicos también están haciendo acuse de recibo de la fatiga.
 
De las ocho naciones que consideraba seriamente presentarse para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, cuatro han retirado sus ofertas. Suecia se muestra dubitativa, y Ucrania ya no conserva esperanzas. Lo cual deja a China y a Kazajstán, autocracias que desean promocionarse a sí mismas sin importarle los costos financieros -o, para el caso, los deseos de sus pueblos.
 
Pero, ahora mismo, la atención se concentra en el fútbol. La próxima Copa del Mundo se desarrollará en la Rusia de Putin en 2018. En 2022, el circo se mudará a Qatar, nación árabe sin tradición de fútbol de primer nivel, en donde cientos de casi-esclavos ya han fallecido en obras de construcción de estadios, y en donde la temperatura promedio en el verano excede los 38 grados.
 
Qatar no piensa en hacer negocios siendo anfitrión de la Copa. Obtuvo el trabajo al viejo modo: lo compró. El hecho de que FIFA (ente rector del fútbol a nivel mundial) califica a los críticos de Qatar como 'racistas' le dice al público lo suficiente sobre su estilo y cultura mafiosos, en donde solo interesan los sobornos que los ofertantes puedan compartir.
 
Pero la culpa es nuestra. El truco de decir que el gasto excesivo del gobierno y del amiguismo político crea empleos es muy viejo, y no solo se da en Brasil. Ya muchos ciudadanos estadounidenses se lo han creído. Si Usted cree que puede hacerse rico pidiendo prestado, cobrando impuestos y gastando, Usted simplemente merece encontrarse, el día de mañana, atiborrado de facturas a pagar.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/06/22/sport-cronyism/

Foto de portada: Mundial de Fútbol, partido Honduras v. Ecuador. Crédito: Liao Yujie/Agencia Xinhua/NEWSCOM
 
Sobre Ted R. Bromund

Egresado de la Universidad de Yale y con un doctorado obtenido en esa casa de estudios, es Analista Senior en Relaciones Británico-estadounidenses. Se unió a la Fundación Heritage (Washington, D.C.) en 2008, luego de oficiar como director asociado de Estudios de Seguridad Internacional en Yale, un centro de investigación y enseñanza dedicado a historia de la estrategia, temas militares y diplomáticos. Ha brindado numerosas conferencias en Historia y, desde 2004, sobre asuntos internacionales. Sus artículos y análisis son publicados regularmente en The Daily Signal.