INTERNACIONALES: JENNIFER A. MARSHALL

Sobre la persecución religiosa en Irán y Sudán

Al menos conocemos sus nombres. El suplicio de Meriam Yahia Irahim Ishag en Sudán y de Saeed Abedini en Irán, perseguidos a causa de su fe cristiana...

05 de Junio de 2014
Al menos conocemos sus nombres. El suplicio de Meriam Yahia Irahim Ishag en Sudán y de Saeed Abedini en Irán, perseguidos a causa de su fe cristiana, se ha vuelto tristemente célebre en todo el planeta. Pero muchos otros sufren por sus creencias religiosas sin que se sepan sus nombres y demasiado a menudo pasan desapercibidos para el resto del mundo. A medida que la indignación internacional crece en torno a Ishag y Abedini, deberíamos centrar nuestra atención en garantizar su libertad individual así como la protección legal de la libertad religiosa de todos.
 
Los horripilantes detalles del caso de Ishag han impactado al mundo estas últimas semanas. Esta madre embarazada de 27 años fue condenada a muerte por un tribunal sudanés por los delitos (según su interpretación de la ley islámica) de apostasía y adulterio. Ishag está casada con un cristiano sudanés naturalizado ciudadano americano en 2005. Ishag fue encarcelada hace varios meses cuando rechazó retractarse de su fe y ha estado encadenada en una celda junto a su hijo Martin, de 20 meses. Según se ha informado, seguía con grilletes cuando dio a luz a una niña en la prisión la semana pasada. Las autoridades sudanesas han suspendido la ejecución de Ishag durante dos años mientras dure el período de lactancia de su bebé.
 
Durante los dos últimos años, apenas nos han llegado noticias de la situación del pastor Abedini en su celda de la prisión de Teherán. Abedini es un ciudadano estadounidense de origen iraní que volvió a ese país en 2012 para colaborar con un orfanato. Fue arrestado y condenado a ocho años de prisión. Después de sufrir un trato brutal, Abedini fue hospitalizado hace dos meses. Permitieron que sus padres lo visitaran allí, pero aunque estuvieron con él hace alrededor de una semana, al parecer unos guardias armados entraron, se llevaron su hijo, lo golpearon y lo devolvieron a prisión.
 
El presidente estadounidense Barack Obama llamó la atención sobre el sufrimiento del pastor Abedini durante el desayuno de Oración Nacional de febrero y se lo planteó al presidente iraní Hasán Rohani en su tan publicitada llamada telefónica del pasado mes de septiembre. Y más recientemente, el Departamento de Estado ha expresado su preocupación por el caso de Meriam Ibrahim Ishag.
 
No obstante, la administración no ha desplegado totalmente las herramientas a su disposición para defender la libertad religiosa de éstas y otras personas que son perseguidas en todo el planeta. Un importante puesto del Departamento de Estado, el de embajador plenipotenciario para la Libertad Religiosa Internacional, ha estado vacante durante gran parte del mandato de Obama. Este puesto y la oficina a su cargo se crearon mediante la Ley de Libertad Religiosa Internacional (IRFA) de 1998. Esta ley exige que la administración incorpore la libertad religiosa internacional a sus objetivos de política exterior y que fomente la protección de la libertad religiosa en todo el mundo.
 
Sin embargo, el presidente Obama no ha nominado a nadie para el cargo de embajador plenipotenciario durante los 18 primeros meses de su administración. Ni ha nominado a nadie en los siete meses desde la dimisión de Suzan Johnson Cook el pasado mes de octubre. El hecho de que el puesto de embajador plenipotenciario para la Libertad Religiosa Internacional haya estado vacante 34 de los 64 meses de la administración Obama dice mucho de la relativa prioridad dada a la libertad religiosa en sus planteamientos.
 
La IRFA también exige que la Oficina de Libertad Religiosa Internacional del Departamento de Estado identifique anualmente “los países de especial preocupación” (CPC) por sus constantes y atroces violaciones de los derechos humanos básicos. Desde 2006, el Departamento de Estado ha enumerado ocho países: además de Irán y Sudán, se trata de Birmania, China, Eritrea, Corea del Norte, Arabia Saudita y Uzbekistán.
 
El mes pasado, la Comisión de Libertad Religiosa de Estados Unidos (USCIRF), un órgano independiente bipartito establecido por la IRFA, recomendó que otras ocho naciones fueran añadidas a la lista de los peores infractores. El informe de la USCIRF criticaba también a la administración (así como a sus antecesoras) por no utilizar la herramienta de la designación para presionar a estos países con el fin de que respeten la libertad religiosa.
 
“Además de repetir a los mismos países durante años, las administraciones generalmente han decidido no llevar a cabo nuevas medidas presidenciales de acuerdo con la designación de CPC”, indica el informe de 2014 de la USCIRF. Este enfoque ha “proporcionado pocos incentivos a los gobiernos designados como CPC para que reduzcan o pongan freno a las atroces violaciones de la libertad religiosa”.
 
Mientras los cristianos de todo el mundo rezan en nombre de Meriam Ibrahim Ishag y Saeed Abedini, la administración Obama debería utilizar mejor las herramientas diseñadas para fomentar la libertad religiosa en todo el planeta. Los rezos de incontables personas perseguidas y cuyos nombres desconocemos claman auxilio.


Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/06/02/persecuted-whose-names-dont-know-2/

 
Sobre Jennifer A. Marshall

Es Vicepresidente del Instituto para Familia, Comunidad y Oportunidades en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Supervisa investigaciones relacionadas con la educación, el matrimonio, la familia, la religión y la libertad civil. Sus trabajos también son publicados en idioma español en el sitio web Heritage Libertad.