INTERNACIONALES : ANA ROSA QUINTANA

Crisis en Venezuela: UNASUR y la política exterior de Estados Unidos

A comienzos del mes en curso, el Secretario de Estado americano John Kerry urgió al congreso a no responder al ataque letal del gobierno venezolano...

29 de Abril de 2014
A comienzos del mes en curso, el Secretario de Estado americano John Kerry urgió al congreso a no responder al ataque letal del gobierno venezolano contra la oposición democrática. Las reciente rueda de conversaciones a alto nivel entre el gobierno de Caracas y miembros escogidos de oposición condujeron a Kerry a considerar erróneamente que la crisis terminaría próximamente. De manera complementaria, el Secretario urgió al congreso para que evite aprobar proyectos legislativos que pudieren ser usados como "comidilla para que ellos usen contra mí o contra nosotros" [1].
 
Al gobierno venezolano le ha sido permitido dictar unilateralmente los términos de las negociaciones, patrocinadas por la Unión de Estados Sudamericanos (UNASUR), filosóficamente alineados con Miraflores. Destinados al fracaso desde el inicio, estos encuentros solo han devuelto como resultado una confirmación de la firme postura del gobierno de Venezuela con miras a continuar con sus violentas represalias.
 
Las acciones criminales del gobierno venezolano se encuentran bien documentadas, y lo propio sucede con su agresiva política exterior antiestadounidense [2]. Declamar que los Estados Unidos deben activamente apaciguar a un gobierno extranjero que se muestra hostil no solo ante EE.UU. sino ante su propia oposición democrática es irresponsable y contrario a los intereses estadounidenses. El congreso de EE.UU. no debería permitir a UNASUR decidir sobre la política estadounidense hacia Venezuela.
 
 
Las protestas de los estudiantes venezolanos contra el socialismo
 
Venezuela es el mayor productor de petróleo de Latinoamérica, nodo de importancia en el tránsito de estupefacientes con destino final en territorio continental de los Estados Unidos, y anfitrión de un régimen agresivamente antiestadounidense. A pesar de ello, la crisis política no ha suscitado interés en Washington [3].
 
Las manifestaciones han dejado como resultado más de cuarenta muertes, miles de detenciones, y la inconstitucional puesta en prisión de funcionarios del gobierno. La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y grupos de choque patrocinados por el gobierno continúan atacando a manifestantes desarmados con munición de plomo, cañones de agua y gas lacrimógeno. Los periodistas que intentan cubrir estos delitos con atacados físicamente, despojados de sus respectivos visados, e incluso secuestrados.
 
En este último tiempo, el gobierno de Venezuela ha expulsado a tres diplomáticos estadounidenses, bajo falsas acusaciones de que promovían un golpe de Estado. A pesar del llamamiento hecho por numerosos líderes en el congreso de EE.UU., la Administración Obama ha optado por mantenerse al margen de los hechos.


 
Venezuela y su camaradería de índole ideológica con UNASUR
 
Los esfuerzos internacionales para desactivar la crisis han excluído adrede a los Estados Unidos, bajo petición de Venezuela. Delegados del Ecuador, Brasil y Colombia se encuentran actualmente terciando en conversaciones entre el gobierno y la alianza de oposición de carácter centrista, la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Esta, en el mejor de los casos, es apenas una representación nominal del complejo entramado del movimiento opositor.
 
También adrede, el gobierno ha dejado al margen a delegados de los estudiantes en manifestación -que dieron inicio a las marchas antigobierno- y a líderes opositores que buscan la remoción constitucional del presidente socialista. Adicionalmente, el gobierno de Miraflores ha prohibido discutir numerosas de las preocupaciones de la oposición, particularmente la violencia ejercida por el gobierno contra los manifestantes y el tema de la liberación de prisioneros políticos.
 
Recientemente, el concejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA, OAS) -compuesta por todos los países de la América Latina, con excepción de Cuba- votó masivamente contra la configuración de una sesión especial para dirigirse a la crisis venezolana.
 
En lugar de ello, numerosas naciones latinoamericanas -incluyendo a aliados históricos de Estados Unidos- optaron por la mediación de UNASUR -aliada del gobierno venezolano- en el conflicto [4]. El respaldo de UNASUR en favor de Venezuela está garantizado, a partir de una camaradería de orden ideológico con Caracas, y la subsidización del crudo venezolano.


 
La realidad -y no la expresión de deseos- deberían dictar la política exterior estadounidense

El ciego respaldo de la Administración Obama para UNASUR está asentando un peligroso precedente. En su rol de institución pensada para reducir la influencia regional estadounidense, UNASUR no remite a un interlocutor confiable a la hora de resolver disputas regionales.
 
Tampoco debería Estados Unidos respaldarse en el gobierno venezolano para hallar una solución pacífica. El líder venezolano, Nicolás Maduro, ha dejado claras sus intenciones: no busca negociar con la oposición ni llegar a acuerdo formal alguno, conforme ello lo convertiría en un 'traidor' frente al movimiento socialista del siglo XXI [5].
 
En lugar de esperar por lo inevitable, Estados Unidos debería:
 
-Poner en marcha sanciones dirigidas específicamente contra funcionarios del gobierno de Venezuela, considerando la complicidad de éstos con violaciones a los derechos humanos, en complemento con aquellos listados en la Lista de Ciudadanos Especialmente Designados del Departamento del Tesoro. Parte de estas sanciones deberían incluir el congelamiento de sus activos dentro de los Estados Unidos, y la revocación de sus visados.
-Cosechar apoyos entre aliados hemisféricos contra la supresión por parte del gobierno venezolano de la oposición. Canada, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y el Paraguay votaron para que la OEA convenga una sesión especial, y podrían significar una plataforma regional viable para la resolución de disputas.
-Evaluar la credibilidad del actual proceso de negociaciones, en relación a la Carta Democrática Interamericana, de la cual los Estados Unidos de América y Venezuela son signatarios. El gobierno venezolano está obligado a garantizar la protección de los derechos humanos, incluyendo la libertad ante persecuciones políticas.
-Interrumpir inmediatamente este tipo de diálogos, determinando previamente su credibilidad.
-Apoyar los programas de asistencia a la democracia dirigidos a los movimientos de oposición privados de sus derechos.
-Relocalizar los fondos provenientes del programa USAID (Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional) para Ecuador, cuya terminación ha sido prevista prematuramente para septiembre. 

 
El rol del congreso de EE.UU. en la política exterior
 
La creencia errónea del Secretario Kerry, en atención a que UNASUR puede efectivamente mediar en la crisis venezolana, surge de la falsa presunción de que los intereses nacionales de los Estados Unidos están protegidos por organizaciones internacionales [6]. UNASUR es parte de una oleada creciente de sentimiento antiestadounidense, dirigido a reducir la influencia de EE.UU. en Latinoamérica. La automarginación de la Administración Obama de cara a la región ha complementado los esfuerzos de UNASUR.
 
En la Era Obama, el congreso exhibe un rol decisivo a la hora de delinear la política exterior de los Estados Unidos de América, en tanto comporta una responsabilidad única en la protección ante extremos peligrosos.



Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://www.heritage.org/research/reports/2014/04/crisis-in-venezuela-unasur-and-us-foreign-policy


Referencias

[1] Editorial, “Venezuela’s Opposition to Meet with Government”, Associated Press, April 8, 2014,http://www.dailymail.co.uk/wires/ap/article-2599995/Venezuelas-opposition-meet-government.html(accessed April 17, 2014).

[2] Ray Walser, “State Sponsors of Terrorism: Time to Add Venezuela to the List”, Heritage Foundation Backgrounder No. 2362, January 20, 2010, http://www.heritage.org/research/reports/2010/01/state-sponsors-of-terrorism-time-to-add-venezuela-to-the-list.  

[3] See Ana Quintana, “Venezuela: U.S. Leadership Needed”, Heritage Foundation Issue Brief No. 4157, March 4, 2014, http://www.heritage.org/research/reports/2014/03/venezuela-us-leadership-needed.  

[4] Editorial, “Dialogue Unlikely to Bring an End to Protests”The Economist, April 10, 2014,https://country.eiu.com/article.aspx?articleid=1521713736&Country=Venezuela&topic=Politics# (accessed April 17, 2014).

[5] Andrew Cawthorne and Eyanir Chinea, “Venezuela’s Maduro, Opposition to Talk, Unrest Death Toll Hits 40”, Reuters, April 10, 2014, http://www.reuters.com/article/2014/04/10/us-venezuela-protests-idUSBREA391I920140410 (accessed April 17, 2014).

[6] Kim Holmes and James Jay Carafano, “Defining the Obama Doctrine, Its Pitfalls, and How to Avoid Them”, Heritage Foundation Backgrounder No. 2457, September 1, 2010,http://www.heritage.org/research/reports/2010/08/defining-the-obama-doctrine-its-pitfalls-and-how-to-avoid-them.  

 

Sobre Ana Rosa Quintana

Es Investigadora Asociada sobre Asuntos Hemisféricos y Latinoamérica en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Más puntualmente, se desempeña en el Centro Douglas y Sarah Alison para Políticas de Seguridad Nacional y Exterior -división del Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales