ESTADOS UNIDOS: GENEVIEVE WOOD

No todos los políticos en Washington son como Frank Underwood

Usted no debería creerle a 'House of Cards': no todo el mundo en D.C. es como Frank Underwood.

16 de Febrero de 2014
Usted no debería creerle a 'House of Cards': no todo el mundo en D.C. es como Frank Underwood.
 
Hacia la medianoche del pasado viernes, Netflix liberó todos los trece episodios de la segunda temporada del show más comentado del momento. 'House of Cards', remake de la miniserie política británica situada en la era pos-Thatcher de los noventa, tiene como protagonista a Kevin Spacey, en el rol del diputado Frank Underwood, figura principal de la Cámara de Representantes y demócrata por Carolina del Sur. El personaje ha compartido algunas de las mejores frases nunca usadas en política -ya fueran reales o preparadas para la TV-, tales como "Los amigos suelen ser los peores enemigos".
 
Sin embargo, no me declaro una fan de la serie. Pero no porque el script sea malo, o porque los personajes sean aburridos. Tampoco porque la historia carezca de interés. En mi opinión, el show se saca un diez en todos estos frentes.
 
La pregunta no se trata de si el programa está bien hecho o no. Se trata de preguntarse si es bueno para Estados Unidos y para los ciudadanos que lo miran. 'House of Cards' es una serie que refuerza valores negativos, los aspectos más obscuros de Washington y la política. Los protagonistas -ya se trate de congresistas, del presidente, de periodistas o de lobbistas y cabilderos- son deshonestos, temerarios, corruptos, ambiciosos y hambrientos de poder. Algunos son todo eso y cosas peores.
 
El negocio se trata de acordar y de mantenerse siempre al frente. Nunca se trata de la política en sí, de los principios, o de la gente. Todo el mundo usa a todo el mundo, incluyendo amigos, compañeros de trabajo y cónyuges (quizás haya más escenas de sexo en House of Cards antes que en Sex and the City!). Aparentemente, la única manera de hacerse de la delantera o de una buena primicia, consiste en ser una periodista mujer que duerma con aquellos en el poder. Virtualmente, la serie no muestra personas buenas.
 
Uno quisiera creer en lo escrito por cierto crítico del Boston Globe sobre Underwood y su esposa Claire, durante la primera temporada: "Ellos son un equipo leal, antes que cualquier otro de esos matrimonios falsos en Washington, D.C.". Pero prefiero preguntarme si este crítico realmente vio la temporada completa antes de escribir esas líneas. Como en cualquier relación, la dinámica de los Underwood es complicada, pero la pareja se muestra más leal a lo que pueden hacer por las carreras de ambos, incluyendo aceptar que alguno se involucre en relaciones extramaritales, antes de ser leales a las causas en las que dicen creer.
 
Y -no hay dudas- la capital del país registra muchos personajes como éstos. Para mí, difícil sería opinar en contrario.
 
Pero una amiga que no trabaja en política me dijo, hace poco: "Asumo que todos son así" en Washington. Mi amiga no está sola en su presunción: la opinión pública sobre Washington, el presidente del país, el congreso, y los dos partidos registra índices más bajos que nunca.
 
Y, considerando que la respuesta de los legisladores esta semana ante la creciente deuda del país (de US$ 17 billones) consistió en otorgarle al presidente Barack Obama un cheque en blanco para gastar todavía más el año que viene, los rátings de aprobación deberían encontrarse por los suelos. Pero eso no significa que, dentro de la totalidad de los 535 miembros del congreso, no existan personas comprometidas a hacer lo correcto por sus representados y por su país. Como es el caso del representante Tom Price (Republicano por Georgia) y su esposa Betty, que he tenido el placer de conocer la pasada semana.
 
Price era médico antes de convertirse en legislador, y su esposa, miembro de la legislatura en su pueblo natal de Roswell, llevando ambos una pelea interesante para que proyectos y presupuestos a nivel local fueran analizados antes de lograr aprobación. Los Price son un equipo y ambos le imprimen pasión a lo que hacen, por una buena razón: la preocupación de ambos por el futuro de su país y por la comunidad. Los Underwood no hacen eso.
 
Para aquellos dentro del circuito, quizás House of Cards sea motivo de autocelebración. Pero, para el ciudadano promedio, debo creer que ve agigantado su cinismo a la hora de considerar a Washington y a la arena política.
 
Y eso no es bueno ni para los Estados Unidos, ni para nosotros, el pueblo.


Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://blog.heritage.org/2014/02/14/politicians-frank-underwoods/
 
Foto de portada: Newscom
 
 
Sobre Genevieve Wood

Es senior fellow en comunicaciones en la Fundación Heritage (Washington, D.C.), y colaboradora senior en la web estadounidense The Daily Signal.