INTERNACIONALES: DEAN CHENG

Tensión en el aire en el este de Asia

El 23 de noviembre pasado, la República Popular China anunció una nueva Zona de Identificación para la Defensa Aérea (ADIZ) que, desde ahora, abarca una amplia franja del Mar del Este de China.

01 de Diciembre de 2013
El 23 de noviembre pasado, la República Popular China anunció una nueva Zona de Identificación para la Defensa Aérea (ADIZ) que, desde ahora, abarca una amplia franja del Mar del Este de China. Más importante aún, este espacio declarado por Pekín comprende a la zona en disputa de las Islas Senkaku. La iniciativa solo ha logrado escalar las tensiones en el continente, y condujo a que Estados Unidos enviara dos bombarderos B-52 para sobrevolar las Senkaku, a criterio de reafirmar el derecho de aeronaves estadounidenses a transitar este área altamente sensible.
 
El anuncio chino que disparó la crisis no solamente abarca al archipiélago en disputa, sino también una extendida zona en el este del Mar de China, que se encuentra bajo reclamo de China y de Japón; Pekín afirma que la zona es parte de su Zona Económica Exclusiva, y declaró posteriormente que las aeronaves que ingresen a la ADIZ deberán adelantar planes de vuelo, identificarse a través de radio y comunicaciones vía transponder, y obedecer instrucciones emanadas, a la postre, del Ministerio Chino de Defensa Nacional. Poco después, los chinos anunciaron haber llevado a cabo su primer patrullaje aéreo sobre el espacio aéreo citado.
 
La creación de esta zona de defensa aérea -ADIZ- es distinta a la creación de una zona de exclusión, y tampoco equivale a una determinación por ejercer soberanía en un espacio aéreo determinado: antes bien, representa una 'zona buffer' o de contención. En tanto no existen estándares internacionales que versen sobre los modos de establecer zonas del tipo ADIZ, las acciones de Pekín resultan inconsistentes con la práctica internacional.
 
El problema, no obstante, consiste en que la creación de esta zona por parte de China ha escalado gravemente las tensiones regionales. Pekín no solo superpone su zona de identificación aérea a la de Japón, sino que esa superposición se da incluso frente a la zona ADIZ de Corea del Sur. Escenario que invita a una superposición compleja de espacios aéreos en la que aeronaves de combate chinas, japonesas o surcoreanas registren conflictos de proximidad, en tanto cada piloto consideraría que se encuentra operando dentro de su propia ADIZ. Las chances de accidentes se incrementarían de manera radical.
 
Desde la perspectiva china, la decisión no representa necesariamente un problema. Como lo han expresado interlocutores chinos en el pasado reciente, la mejor manera de evitar errores de cálculo es que otros eviten navegar o volar sobre áreas en disputa. La ADIZ parece remitir a objetivos sobre futuros reclamos por una Zona Económica Exclusiva china, reforzando la posición de Pekín de hacerse con el control de porciones cada vez más extensas en el este del Mar de China.
 
Las demandas de Pekín de cara al tránsito de otros países sobre Zonas Económicas Exclusivas (ZEEs) se relacionan con el comportamiento acordado para aguas territoriales, de modo tal que acceder a los reclamos chinos sobre su ADIZ podrían, claramente, conducir a la restricción de operaciones aéreas en el futuro, en tanto China se atendría a sus deseos de limitar las actividades marítimas de otros Estados en lo que entiende es parte de su ZEE.
 
En resumen, el anuncio chino sobre la nueva zona de control aéreo es un intento -a pesar de observar su reclamo cierto carácter legal, remite a una táctica de guerra psicológica- por reforzar sus reclamos sobre la mayor parte del este del Mar de China.
 
Por esta razón, en Estados Unidos se exige una respuesta rápida y firme de parte de la Administración Obama, como esencial. La decisión de despachar dos B-52s al espacio aéreo chino, sin previa notificación, fue la medida correcta: ha enviado un mensaje a Pekín frente a que sus esfuerzos no serán aceptados de modo súbito. Más importante, esto ha indicado que Tokio y otros aliados de EE.UU. que Norteamérica continúa manteniendo sus compromisos de cara a las obligaciones surgidas de sus tratados internacionales (que, en este caso particular, se hacen extensivos a las Islas Senkaku).
 
Sin embargo, es improbable que la situación se encuentre cerca de una resolución. Claramente, Pekín entiende que puede actuar con impunidad y sin preocuparse mayormente por rivalizar con sus vecinos. El haber declarado una ADIZ sin registrarse mayor oposición desde Estados Unidos, representa un intento para reforzar esa zona aérea en el futuro. Washington debería continuar reafirmando su comprensión sobre sus propios derechos en materia de tránsito aéreo, con el objetivo de evitar que la firmeza en sus decisiones deje espacio para interpretaciones incorrectas.


* Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://blog.heritage.org/2013/11/27/growing-tensions-air-literally-east-asia/
 
 
Sobre Dean Cheng

Analista e Investigador en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation), Washington, D.C., en temas políticos y de seguridad. Como experto en capacidades militares y espaciales de la República Popular China, Cheng se ha especializado también en el estudio de la política exterior y de Defensa chinas, en particular sobre la relación de Pekín con el resto de Asia y con los Estados Unidos de América.