ECONOMIA INTERNACIONAL: DIEGO SANCHEZ DE LA CRUZ

España y la fiscalidad empresarial: ¿más o menos impuestos?

Diversos países han respondido al estallido de la Gran Recesión, aprobando importantes aumentos de la presión fiscal empresarial.

07 de Agosto de 2013
Diego Sánchez de la Cruz es periodista económico y profesor asociado en IE University (España). Escribe regularmente en Libertad Digital y La Gaceta (España).
 
Diversos países han respondido al estallido de la Gran Recesión, aprobando importantes aumentos de la presión fiscal empresarial. Así, el Impuesto de Sociedades ha experimentado subidas notables en países como España, donde las administraciones de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy han eliminado diferentes deducciones con el ánimo de extraer más recursos del sector privado.
 
El resultado de este enfoque ha sido dudoso: la recaudación no ha parado de caer y la actividad empresarial continúa sin mostrar síntomas de mejora. Mientras tanto, se suceden los cambios normativos y se apuntala una presión fiscal cada vez más alta:
 
Desde la primera Ley del Impuesto de Sociedades, que data de los años ochenta, hemos desarrollado cientos de cambios. Solamente entre 2008 y 2012, se aprobaron 70 modificaciones de este tributo, que hoy mantiene 15 regímenes y 7 tipos diferentes. Según la consultora PwC, “las compañías españolas dedican, de media, 167 horas al año a cumplir con Hacienda”.
 
El gravamen medio en nuestro país es del 30%, muy por encima del 25,4% registrado en la OCDE y del 22,74% de la Unión Europea. Si atendemos al tipo efectivo respecto a lo devengado, comprobamos que ha subido del 17% al 19% durante esta crisis.
 
La situación española es llamativa si tenemos en cuenta los estudios de la consultora Ernst & Young que demuestran que numerosos países han tomado la vía contraria y han apostado por la reducción de los impuestos empresariales como medida anticrisis.
 
Si miramos en perspectiva el periodo 2002-2013, estos son los países que más redujeron su presión fiscal:
 
República Checa redujo el Impuesto de Sociedades del 31% al 19%, un tajo de casi el 40%.
 
Tailandia limitó dicho gravamen al 20% frente al 30% vigente hasta hace un año, una reducción del 33%. La medida es idéntica a la aprobada por Turquía.
Polonia redujo su impuesto de sociedades un 32%, pasando del 28% al 19%. Taiwán también lo recortó en un 32%, esta vez pasando del 25% al 17%.
Canadá rebajó la fiscalidad empresarial del 39% al 26%, un ajuste superior al 30%.
 
Alemania pasó de mantener los tramos del Impuesto de Sociedades entre el 33,1% y el 41,1% a fijarlos en el umbral del 22,8% y el 33,2% (una reducción media de más del 30%).
 
Países Bajos ajustó su Impuesto de Sociedades un 27%, pasando de un tipo general del 35% a uno del 25%.
 
Austria también recortó este tributo entre 2012 y 2013, pasándolo del 34% al 25% (un recorte de casi el 27%).
 
Grecia decidió rebajar este gravamen del 35% al 26%, un tajo superior al 25%.
 
España podría inspirarse en cualquiera de estos países y cambiar de una vez por todas su apuesta de fiscalidad empresarial. A continuación, planteo varios caminos:
 
Adoptar la propuesta de la Fundación FAES, tendiente a establecer un tipo de entre el 15% y el 20% a base de simplificar radicalmente este tributo.
 
Aprobar un tipo ultra-reducido, a la manera del 12,5% irlandés que tan buenos resultados ha ofrecido.
 
Emular a Estonia, donde no existe un Impuesto de Sociedades tradicional y solamente se aplica una tasa del 21% al reparto de beneficios empresariales.
 
Eliminar por completo el Impuesto de Sociedades. Un reciente estudio sobre esta cuestión ha estimado que acabar con este gravamen en EE.UU. dispararía el PIB en más de 300.000 millones de dólares.
 
Todos estos caminos merecen ser explorados si queremos conformar un marco tributario más amable y atractivo para las empresas.
 
Este artículo fue publicado originalmente en Negocios.com (España) el 26 de julio de 2013.

 
 
Diego Sánchez De la Cruz | The Cato Institute, sitio web en español