POLITICA - PARTIDOS: DESDE "LA SOLANO LIMA", AGRUPACION MACRISTA

Los rasgos fascistas del kirchnerismo

La intromisión de La Cámpora en las escuelas y en jardines de infantes ha revuelto el avispero de las categorías políticas. Fiel a su estilo mediocre, los voceros kirchneristas han salido a acusar al ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, de “fascista” por haber instalado un 0800 para que los padres denuncien tareas de adoctrinamiento partidista en los establecimientos educativos de la Capital Federal en los que concurren sus hijos.

20 de Agosto de 2012

La intromisión de La Cámpora en las escuelas y en jardines de infantes ha revuelto el avispero de las categorías políticas. Fiel a su estilo mediocre, los voceros kirchneristas han salido a acusar al ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, de “fascista” por haber instalado un 0800 para que los padres denuncien tareas de adoctrinamiento partidista en los establecimientos educativos de la Capital Federal en los que concurren sus hijos. Bullrich les respondió que “fascista es apretar a los gobernadores”. Mientras que el legislador oficialista Juan Cabandié reiteró por enésima vez que él ha sido víctima del fascismo (es hijo de desaparecidos).

En líneas generales, el kirchnerismo acusa al Gobierno de la Ciudad de estar cometiendo un ultraje similar al de los militares de la última dictadura. Algo parecido denuncia el INADI (que nunca se expresó por las discriminaciones de la Presidenta a los periodistas críticos, por ejemplo) y los sindicalistas docentes. Azuzar el fantasma del fascismo es el tópico predilecto que el antimacrismo utiliza desde 2003 y que tan pocos resultados le La Cámpora en las escuelasha dado. Sin embargo, a pesar de ser una acusación absurda e inverosímil, forma parte de su artillería discursiva y sus militantes gozan, se exaltan, creyendo que Macri es la derecha neoliberal, cipaya, tilinga y vendepatria. Un perfecto fascista. Mientras que ellos, se reservan el papel de una supuesta izquierda revolucionaria a la que edulcoran con una épica imaginaria. Los camporistas del relato oficial siempre están bajando de Sierra Maestra, pero lo que observamos es que no cesan de colonizar aéreas estratégicas del Estado (léase cajas).

Nosotros sostenemos que La Cámpora (y el kirchnerismo) habla con el lenguaje de los 70, hace política de punteros de los 80 y comete actos de impudicia de los 90. Del futuro, nada.  Los camporistas son una sombra que reinstala el pasado en el presente y niega cualquier debate racional acerca de profundizar lo bueno que se ha hecho, de corregir lo malo y de crear lo que falta hacer. Quedan muy lejos todavía el desarrollo sustentable con justicia social y el respeto a las prácticas republicanas que esta etapa del país y del mundo nos exigen para no atrasarnos más. Sin embargo, el kirchnerismo sepulta el diálogo democrático y siempre repite que a los macristas no se nos cae una idea, que no tenemos política, que somos niños de Barrio Norte (ellos de Puerto Madero, claro). Nada mejor, entonces, que un insulto o una descalificación para clausurar discusiones que pierden de antemano.

La ausencia de argumentos convincentes lleva a los kirchneristas a la violencia verbal. Basta con escuchar a sus voceros, o con leer a sus cibernautas rentados. Una pena que la discusión pública se encuentre atravesada por improperios y vulgaridades. Lamentablemente, es contagioso. Varios periodistas supuestamente independientes también suelen dejarse llevar por la fiebre insultante y en vez de investigar determinados temas, prefieren repetir las mentiras kirchneristas. Ocurrió con el caso del subte que nunca se traspasó a la Ciudad, pero a coro por Twitter repetían “Macri hacete cargo”, dándole entidad de traspaso al acta acuerdo de enero. Asistimos, por tanto, a una patología de la época que deberían dilucidar sociólogos y psicólogos sociales.

Pero, ya que de un  lado y de otro sobrevuelan alusiones al fascismo, vayamos a la teoría política. Carl J. Friedrich en 1954 enumeró cinco aspectos o factores de las sociedades totalitarias contemporáneas (Saborido, 1994:75), que sintetizamos a continuación:

    * Una ideología oficial a la que deben adherirse todos.
    * Un solo partido de masas conducido de ordinario por un solo hombre, organizado en forma jerárquica y superior a la burocracia estatal o confundido con ella
    * Un monopolio casi completo del control y del uso efectivo de todas las armas de combate, en manos del partido y de la burocracia subordinada.
    * Control efectivo de todos los medios de comunicación masiva.
    * Un sistema de control policíaco de terror físico o psicológico.

La combinación de esos factores o cumplimiento de la mayoría de ellos, conformarían una sociedad totalitaria fascista o comunista. A esos factores Friedrich luego agregó el control y la dirección centrales de toda la economía.

L. Schapiro (ídem, 77), por su parte, ha estudiado los tres sistemas prototípicos del totalitarismo de los años 30 del siglo XX, conducidos por Mussolini, Hitler y Stalin. El autor prefiere analizar cinco contornos en los que sucede un régimen totalitario: a) el líder; b) el sometimiento del orden legal; c) el control de la moral privada; d) la movilización continua y e) la legitimidad basada en el apoyo masivo.

a) El líder (irremplazable y sin sucesores)

Los tres líderes mencionados fueron alzados por la maquinaria propagandística y elevados a niveles superiores al de un hombre ordinario. “Cada uno de los tres líderes reconoció instintivamente su cualidad única. A pesar de todo lo que se hablaba sobre el Reich milenario, Hitler afirmaba en conversaciones privadas que no podía imaginar sucesor digno de él. Mussolini confesaba a Emil Ludwig que no podría haber segundo duce, y Stalin (según Kruschev) expresaba sus temores de lo que harían sin él sus sucesores. ´tan ciegos como gatitos´” (Ídem, 77-78).

b) El sometimiento del orden legal

El líder absolutista atropella las instituciones y somete el derecho a su arbitrio en todo régimen fascista. “Fue precisamente para hacer a un lado el orden legal que los Líderes recurrían con tanta frecuencia a palabras tales como ´la Historia´, ´la Ley Superior´, o “el interés Supremo del Partido´, etc., para justificar sus actos más horribles” (ídem, 84).

c) El control de la moral privada

Schapiro cita una frase lapidaria de Lenin: “No reconocemos nada como  privado”. Y agrega más adelante: “La importancia preponderante asignada en los Estados fascista y comunista a la ideología y al papel principal del partido minó naturalmente todo concepto del juicio moral privado, individual. Las ideologías fascista, nacionalsocialista y soviética, por igual, afirmaban que el individuo solo encuentra su realización real en la identificación con el Estado, o con el partido… El filósofo del fascismo, Giovanni Gentile, explicó en los términos siguientes la teoría fascista del individuo: ´Por lo tanto, nada privado; y nada de límites a la acción estatal´. El totalitarismo, dice Gentile, ´hace que el Estado se trague al individuo, y que absorba en su autoridad por completo la libertad de cualquier autoridad que lo limite… Pero podríamos decir lo contrario, porque en esta concepción el Estado es la voluntad del individuo mismo en su aspecto universal y absoluto, de modo que el individuo se traga al Estado, y dado que la autoridad legítima no puede extenderse más allá de la voluntad real del individuo, la autoridad se resuelve por completo en la libertad. Así, el absolutismo se invierte y parece haberse transformado en su opuesto, y la verdadera democracia absoluta no es la que busca un Estado limitado sino la que no fija ningún límite al Estado que se desarrolla en lo más profundo del corazón del individuo, confiriendo a su voluntad la fuerza absolutamente universal de la ley´” (ídem, 85-86).

d) La movilización y e) la legitimidad masiva

A menudo los líderes totalitarios han recurrido a la población para preservar su poder personal de los ataques del enemigo de adentro y de afuera (de boca de la Presidenta de los kirchneristas, solemos escuchar catilinarias contra las corporaciones, los grupos hegemónicos mediáticos, “la cadena del desánimo”, etcétera).

“No hay duda de que la inspiración para la ´movilización de sus poblaciones, en el caso de Mussolini, Hitler y Stalin, derivó de diversas causas, ideológicas y psicológicas: esto no altera el hecho de que nada provee una justificación más convincente del terror que la pretensión, constantemente reiterada, de que la nación está persiguiendo algún fin noble y grande, al que deben dedicarse siempre todos los esfuerzos, y que este objetivo está siendo frustrado por enemigos internos y externos que deben ser destruidos. Cada Líder, con su propio estilo, usó plena y constantemente este tipo de pretensión” (ídem, 87).

Respecto de la legitimidad de los regímenes fascistas, la justifican en una pretendida fusión con el pueblo, gobierno y pueblo son una misma cosa, para lo cual intentan manipular a la sociedad con la propaganda estatal y emitir de ese modo la apariencia de apoyo popular. Los intelectuales orgánicos y los propagandistas (“periodistas militantes”) hacen apuestas bizarras por demostrar que el Estado totalitario es la reafirmación de la auténtica democracia, porque es sostenido y apoyado por la mayoría que se expresa en las urnas y que consiente al Líder en actos multitudinarios (organizados por la maquinaria partidista oficial, nunca espontáneos, por supuesto).

Estimado lector: si luego de leer este artículo, encuentra rasgos fascistas en el kirchnerismo, tenga en cuenta que ha sido por culpa de Mauricio Macri, la dictadura, el Cardenal Bergoglio, el Grupo Clarín, el Campo, Jorge Lanata, el neoliberalismo, los años 90, la derecha. Aunque también – no nos crea, saque sus propias conclusiones- puede tratarse de una burda patraña destituyente de ese enemigo intolerable para el populismo oligárquico, llamado realidad. La única verdad.


Equipo de Estudios Políticos y Sociales | La Solano Lima

Nota: Las citas pertenecen al capítulo “Contornos y rasgos del totalitarismo”, de L. Schapiro, en SABORIDO, Jorge (selección y notas), Interpretaciones del fascismo, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1994. Los destacados en negrita son nuestros.

Remitido por "La Solano Lima" -agrupación PRO- a El Ojo Digital Política