POLITICA: MATIAS E. RUIZ

De excelsos piromaníacos y supuestos rehenes

Consideraciones poco felices frente al espectrograma de padecimientos presentes y programados que se proyectan sobre el sciolismo. La ruinosa perspectiva del incendio prefabricado de la Provincia de Buenos Aires y el intento preventivo de desalojo de Mauricio Macri de la Ciudad Autónoma.

18 de Julio de 2012

 

Michael Corleone: -Kay, mi padre no es distinto de cualquier hombre con poder, de cualquier hombre que tiene bajo su responsabilidad a otras personas, como un senador o un presidente.
Kay: -¿Cómo puedes ser tan ingenuo?
Michael: -¿Por qué soy ingenuo?
Kay: -Los senadores y los presidentes no mandan matar a otras personas.
Michael: -¿Quién está siendo ingenuo ahora, Kay?

(Diálogo, El Padrino I)

* * *

Bajo fuego. El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Osvaldo Scioli, se exhibe hoy cercado por una inenarrable concatenación de disgustos. Obsequiados -con el rigor de la planificación- por la Presidente de la Nación Cristina Elisabet Fernández Wilhelm (viuda de Kirchner) y sus radicalizados (con)discípulos. Mas el escenario remite, inevitablemente, a sensaciones ambivalentes. Por un lado, será difícil defender al apesadumbrado ex motonauta frente a la serie de desparpajos financieros de su gestión que terminaron por depositarlo en el calvario en que se encuentra actualmente. En segundo orden, sus carencias estratégicas han quedado en incontestable evidencia. Plasmadas, inicialmente, en el desconocimiento de la estadística más fundamental: aquella que refería que no existe gobernador del primer espacio político del país que haya llegado a la Presidencia por la vía del sufragio. La máxima prerrogativa política de cualquier ocupante del sillón de Rivadavia obedece siempre a la necesidad de neutralizar al funcionario número uno de La Plata, quienquiera que este sea. A sabiendas de ello, Scioli dejó pasar de largo lo que hubiera representado una inmejorable oportunidad, esto es, presentarse como candidato a la primera magistratura durante las pasadas elecciones de octubre. Allí residía la clave para garantizarse su supervivencia y, en el proceso, comprometer el futuro de Cristina Fernández.

Pero -ya es de público conocimiento- no procedió conforme dicta el sentido común (que no siempre es "el más común de los sentidos"). Y, por estas horas, no le queda otro camino que hacer frente a la inevitabilidad del destino: el incendio programado del distrito que pretende controlar. A la luz de los hechos, el Gobernador no solo tiene que lidiar con la asfixia financiera orquestada desde Balcarce 50, sino que también debe enfrentarse a una ola de violencia que golpea desde varios frentes. El primero de ellos, en manos de la delincuencia común; luego, el fogoneado por obscuros personeros cuya agenda destituyente coincide con el mandato de la Casa Rosada. Finalmente, la tercera cocina del delito ya ha hecho su ingreso en el panorama, aunque pocos se atrevan a referirse a ella. Es la que remite a elementos bastante mejor organizados que se dejan llevar por aquel viejo refrán que cita "A río revuelto..." y cuya operatoria puede rastrearse en los recurrentes homicidios de policías. No en vano, un trabajo periodístico reciente de Daniel Santoro en Diario Clarín reportó sobre las cuatrocientas armas que fueran extraídas de unidades militares y comisarías. Sin importar que el número sea mayor al declarado -que lo es-, los informes rubricados con el sello de "Secreto" y con origen en el espectro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas contabilizan no solo el hurto de armamento de grueso calibre, sino también el relacionado con equipo médico seriado y que sería de comercialización imposible, incluso en el mercado negro. Material que, por ejemplo, solo podría utilizarse para el emplazamiento de instalaciones sanitarias clandestinas para apoyo logístico en campañas militares con eje urbano y suburbano. Estos NN cuentan, por otro lado, con munición perforante, chalecos antibala, uniformes (entiéndase infiltración), y tecnología de intercepción de comunicaciones (oportunamente robada). Asimismo, se exige no recaer en lo obvio, puesto que el accionar de los citados individuos no opera, necesariamente, con respaldo de la ideología oficialista. El correr del tiempo develará, a la postre, qué extraño programa se proyecta sobre la Provincia de Buenos Aires. En cualquier caso, la única conclusión de fácil acuerdo apuntará que ha sido la ausencia del Estado del espacio público lo que ha contribuído a allanar el camino para lo que ahora se ve.

Refiérase también que, si a estas alturas los analistas políticos se debaten entre si realmente la Presidente de la Nación pretende demoler al sciolismo para eliminarlo de la ecuación del poder y reemplazarlo con el bueno de Gabriel Mariotto, o si acaso el objetivo es simplemente esmerilarlo, resulta anecdótico. No se trata de que la primera mandataria se proponga esto o aquello; lo que corresponde es analizar las consecuencias o -si se quiere- los resultados que devuelva, oportunamente, la realidad. A fin de cuentas, el panorama es fácilmente comparable al de dos personas encerradas en una habitación oscura, apuntándose mutuamente a la cabeza con armas de fuego.

Así las cosas, la estratagema comunicacional de Daniel Scioli continúa en proceso de repliegue, por cuanto ha intercambiado la pasividad de la retórica por la contrarrespuesta sutil: "Si me atacan, ellos serán responsables por lo que le suceda a los bonaerenses". Expresión que oscila entre la cruda sinceridad y la poco velada amenaza dado que -para el Gobierno Nacional- será en extremo difícil contener las llamas en el conurbano bonaerense, de encenderse la mecha del conflicto. Recuérdese también que, a su tiempo, el reconocimiento explícito del Gobernador frente al Caso Píparo ("Estoy atado de pies y manos [frente a la inseguridad]") dio pie a la intervención de facto de su territorio por parte del Ministerio de Seguridad, de la mano de la inserción subrepticia de decenas de miles de gendarmes, acompañados ahora por elementos del Ejército Argentino. Operación que hoy busca su correspondencia en la formalidad de los papeles.

En lo que respecta a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su parsimonioso alcalde, es lícito colegir que el espacio de análisis también se convirtió en pantanoso para el palabrerío de ciertos columnistas dominicales. Estos fallaron en su colorida hipótesis que citaba: "Después de Scioli, Cristina va por Macri". Porque el Jefe de Gobierno porteño desde hace tiempo que viene sometido a procedimientos non sanctos con el fin de obstaculizar su gestión. Ya se trate del envío programado de cartoneros por parte de intendentoides del conurbano para entorpecer el tránsito y destruir el espacio público de la ciudad capital o del reciente proyecto de la estalinista legisladora del FPV Diana Conti (ya en ejecución, a pesar de no llegar a ser aprobado ni publicado en Boletín Oficial) para ordenar el traspaso de depósitos judiciales desde el Banco Ciudad al Banco Nación. Packaging preparado con presteza, que incluye la transferencia forzada de los subterráneos y su peor elemento, representado por los sindicatos que siguen al pie de la letra las órdenes de la Casa Rosada. Rigorismos de manual: los enemigos políticos deben ser destruídos por la vía de operaciones en simultáneo; jamás en forma secuencial. Mauricio Macri y los vecinos también padecen los efectos de la probada parálisis de la Policía Federal Argentina, cuyos agentes toleran hoy todo tipo de tropelías, desde escenas callejeras de pugilato hasta traspasos de semáforos en rojo.

Al cierre, le toca el turno a los autoproclamados rehenes de esa monumental granja de hormigas que da forma a la sociedad argentina. Los ciudadanos podrían perfectamente arrogarse el mote de cautivos si acaso no se corporizaran en el fiel reflejo lacaniano de los dirigentes que han forjado a través del voto. No le faltará, pues, razón, al militante cristinista que se despacha permanentemente con la recalcitrante cantinela del 54%. Nada más certero: "Lo barato sale caro". Y hemos de pagar el precio de nuestro silencio y nuestra pasividad, con creces.

Vale rematar con la broma pesada compartida a quien esto escribe por un teórico de estrategia nuclear que, antiguamente, supo servir en cierta milicia extranjera:

- Si el botón rojo hubiese quedado en manos de políticos argentinos en los años de la 'dialéctica' nuclear de la Guerra Fría, ahora estaríamos conversando en medio de la ceniza radiactiva. Hasta los chimpancés de laboratorio se lo hubieran pensado dos veces.

 

Matías E. Ruiz, Editor
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Matías E. Ruiz, Editor