ESTADOS UNIDOS: POR MIKE BROWNFIELD

Barack Obama y el peligro del Artículo 82 de CONVEMAR

En 1982, el presidente Ronald Reagan decidió no firmar un tratado conocido como el “Derecho del Mar” (CONVEMAR), una convención de Naciones Unidas que atracaría al Tesoro de Estados Unidos por miles de millones de dólares, para luego redistribuir esa riqueza al resto del mundo mediante una burocracia internacional con sede en Kingston, Jamaica.

24 de May de 2012

En 1982, el presidente Ronald Reagan decidió no firmar un tratado conocido como el “Derecho del Mar” (CONVEMAR), una convención de Naciones Unidas que atracaría al Tesoro de Estados Unidos por miles de millones de dólares, para luego redistribuir esa riqueza al resto del mundo mediante una burocracia internacional con sede en Kingston, Jamaica. Pero en la actualidad, la administración Obama ha resucitado ese tratado y mañana el senador John Kerry (D-MA) celebrará sesiones diseñadas para ilustrar sus supuestos beneficios y generar respaldo para su ratificación. Sin duda alguna, se debería mantener la decisión de Reagan y la CONVEMAR debería quedar relegada al basurero de la historia.

Tormenta en el MarEl fundamento de la CONVEMAR es que supuestamente lleva el orden a los océanos del mundo, define los derechos y responsabilidades de las naciones cuando navegan y llevan a cabo negocios a través de los mares, protege el entorno marino y permite el desarrollo de los recursos naturales del fondo marino profundo. Por encima, todo esto suena a objetivos útiles. Pero la cuestión es que Estados Unidos no necesita adherirse a otro tratado de las Naciones Unidas para hacerlos realidad.

Durante más de 200 años, antes de que la CONVEMAR fuera adoptada en 1982 y durante 30 años desde entonces, la Armada de Estados Unidos ha protegido con éxito los intereses marítimos de Estados Unidos a pesar del hecho de que Estados Unidos no ha firmado el tratado. Los derechos y libertades de navegación de Estados Unidos han sido asegurados y están mejor garantizados mediante una Armada fuerte.

No obstante, firmar la CONVEMAR no carece de consecuencias. Una de las más nefastas e insidiosas de sus disposiciones es el Artículo 82, que requiere que Estados Unidos pierda el derecho a las regalías generadas por el desarrollo del petróleo y el gas en la plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas, un área conocida como la “plataforma continental extendida”. Ese dinero, que una estimación afirma que podría tener un valor de muchos miles de millones, si no billones de dólares, iría a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, una nueva burocracia internacional creada por el tratado y con base en Jamaica. El analista de la Fundación Heritage Steven Groves explica que a partir de ahí, el dinero de Estados Unidos podría ser enviado a Medio Oriente, África, China e incluso a un estado patrocinador del terrorismo:

“La CONVEMAR ordena que la recaudación sea distribuida a los “Estados en desarrollo” (tales como Somalia, Birmania…Ud. capta la idea) y a “los pueblos que no han alcanzado una total independencia” (tales como la Organización para la Liberación de Palestina…un momento, ¿no patrocinan el terrorismo?). La asamblea (el “órgano supremo” de la Autoridad Internacional para los Fondos Marinos en la que Estados Unidos sólo tiene un único voto a depositar) tiene la última palabra en lo que respecta a la distribución de las regalías de Estados Unidos, transmutadas a “internacionales”.

La asamblea puede votar el distribuir regalías a gobiernos no democráticos, despóticos o brutales en Bielorrusia, China o Zimbabue, todos miembros de la CONVEMAR. Quizás esos dólares irán a regímenes que son simplemente corruptos; 13 de las 20 naciones más corruptas del mundo, según Transparencia Internacional, son parte de la CONVEMAR. Incluso Cuba y Sudán, ambos considerados estados patrocinadores del terrorismo, podrían recibir dólares frescos del Tesoro de Estados Unidos.

Además de enviar el dinero de Estados Unidos al exterior hacia desagradables beneficiarios, la CONVEMAR podría tener también otras consecuencias negativas, al exponer la industria y la fabricación de Estados Unidos a infundados juicios internacionales. De hecho, los activistas medioambientales y los académicos legales internacionales están explorando de manera activa el potencial de usar los litigios internacionales en contra de Estados Unidos para promover sus agendas. Y para aquellos que dicen que la CONVEMAR es una herramienta para mediar en disputas internacionales, échele un vistazo a Filipinas, que firmó el tratado y sin embargo a día de hoy se halla intimidada por China y sus reclamaciones en el Mar de China Meridional.

Si Estados Unidos de verdad quiere conservar sus derechos en el mar, entonces necesita reforzar la única herramienta que ha garantizado esos derechos a lo largo de la historia: una sólida Armada de Estados Unidos. Por desgracia, con el presidente Obama en el cargo, Estados Unidos está viendo su flota disminuida en tamaño y capacidad. Un solitario pedazo de papel no defenderá los intereses de Estados Unidos en el mar y tampoco lo hará el transferir miles de millones de dólares a una autoridad internacional en Jamaica para su redistribución por todo el mundo. La CONVEMAR no debería ser ratificada ni firmada y en su lugar Washington debería volver su atención a asegurarse de que la Armada de Estados Unidos tiene los recursos que necesita para proteger los intereses de Estados Unidos en alta mar.

 

La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.

 

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Por Mike Brownfield / The Heritage Foundation, Heritage Libertad