NOTICIAS DEL CAMPO: POR RAUL ZORZON

Una señal sonora tiene nombre: ajuste para todos

No hay engaño más ridículo que las apariencias. No se puede ni deben justificarse los errores, y menos con ficciones. Uno de los peores fracasos consiste en llegar a la frustración, truncando ilusiones. Este modelo de país se encuentra en la antesala del naufragio, donde “un capitano malfattore” busca justificar sus ineptitudes. El turno se está encargando de demostrarlo, y pronto lo comprobaremos.

26 de Enero de 2012

Luego del concierto “Prebendas Para Todos”, que impulsara un consumo desmedido y aventurado por su inconsistencia, llega el desconcierto de la sintonía dolorida del sacrificio. Veremos quiénes quedan exentos de semejante martirio. En la cómica invitación a renunciar a éstas, buena parte de los funcionarios actuales no adhirieron. Sin palabras.

Guillermo MorenoCuando se pretende tapar el sol con las manos en un universo de contradicciones ante el sismo de obviedades que acechan diariamente, los rayos ultravioletas del ambiente económico calcinan esas ambivalencias: se han agotado los recursos, escasean los dólares y se echa mano de cualquier artilugio como justificativo.

Hay, en la memoria de una buena parte de los argentinos, una enfermedad congénita. Extendida a través de los años y que alarma sobremanera; ésta consiste en creer que se llega a las soluciones aplicando fórceps sobre los protagonistas de siempre, apartándose de lo más ortodoxo en la vida, que es el sentido común -la sensatez- y la claridad, para seguir depositando sus esperanzas nuevamente en una organización insurrecta, reinstalada hoy en el poder.

Llama mucho la atención que, a pesar de los contínuos fracasos, tropiezan y colisionan con esa misma piedra, en una espeluznante obstinación. La porfía resiste la propiedad y, cuando los acontecimientos relatan esa autenticidad, pareciera que nadie quiere oírla, para no entenderla.

Llegó la hora de esa verdad que duele, que hiere, desilusiona, enoja y sacude por su ramalazo. El modelo nacional y populista desnuda los disparates empleados para gobernar, traspasando la frontera de lo irracional: ahora habrá que cabalgar en un alazán exhausto y estropeado, lamentando las oportunidades perdidas. Pero, cuidado con las cacerolas que, enmarcadas en un solfeo escondido, pueden dejar oír su repiqueteo.

El gasto y el tributo corren por dos líneas paralelas que no deben separarse con ningún atajo, menos por caprichos que quieren ocultar el contexto; ese antojo maniático y deplorable de encerrarse en la locura ha derivado en un descomunal despilfarro, que ahora es menester ordenar.

La bonanza de estos tiempos, amplificada por un congelamiento arbitrario de tarifas, acorde al libre albedrío de una demanda desmedida para una economía subdesarrollada que depende exclusivamente de precios internacionales. Ha llegado el momento crítico de su sinceramiento, a pesar de los exabruptos de alguien que creía que con los gritos y las amenazas todo lo podía. El colmo de la estupidez surgió ahora: hay que consultarlo para poder importar.

Por estas horas, el escenario internacional ha cambiado: Europa se exhibe paralizada, Brasil reacomoda su moneda. En Estados Unidos, la tasa de interés se ha modificado a cero, para que haya inversión. En China, aparecen problemas en el horizonte, como consecuencia de la crisis global. Los precios internacionales son ahora una incógnita y no alcanzaran para sustituir las pérdidas causadas por la sequía que se está llevando una porción muy importante de esos recursos. Es imposible exportar trigo, el maíz se calcinó, y la soja va por el mismo camino; los agrodólares que faltarán hacen que las impericias se multipliquen.

Ahora, tendrán que entender qué significa la palabra Campo.

Son tiempos de mucha mesura y sabiduría para conducir el timón; pero nos encontramos con la insólita decisión de depositar las cuestiones estratégicas de un país en jóvenes inexpertos (dominados por una voracidad desmedida de enriquecerse de la noche a la mañana). Aquella decisión solo logra destapar los desatinos de una mujer que agota los mecanismos de extasiar a través de la falacia, para ocultar la tormenta que se avecina.

El montaje armado para envilecer el espacio y seguir entreteniendo la confusión para "no despertar a un león dormido" llegan hasta el morbo de lo acontecido con una supuesta enfermedad. Todo vale pero, ¿hasta dónde llegaran? La cuestión es que ese león somnoliento despierte despacio y pasivo y, en lo posible, que sueñe despierto.

Una locomotora humeante cargada de disgustos se acerca inexorablemente, y en su paso dejará el tendal de frustraciones con un modelo agotado por sus contradicciones e inverosimilitudes, disonancias acumuladas por no querer oír o por creerse dueños de la verdad absoluta. En este país, lo que más SUBE es la inflación.

Atrás quedarán los otrora vientos de cola que cargaban las arcas millonarias de una caja perversa que arremetía y arrodillaba a quienes se sometían o resistían a caer en sus garras. Sistema que ha comprado voluntades a mansalva, para obtener un triunfo categórico que les asegure quedarse en el poder.

Esa palabra eficaz e indómita llamada orden llegó guiada por la estrella de la realidad que trasunta las penurias de los días venideros. En economía, las reglas son tan claras que permiten sumar dos y dos, obteniéndose cuatro. El déficit aparece cada vez más pronunciado, el gasto se dispara de la recaudación, las reservas se ven hoy comprometidas, el tipo de cambio se percibe atrasado, los superávits gemelos han desaparecido y la “cola del viento” ahora sopla del pampero, con una fuerza que arrasará con todos los dispendios. Sólo les queda allanar una contradicción filosófica en sus concepciones: arreglar deudas impagas -Fondo Monetario mediante- para volver a endeudarse.

Seremos los argentinos observadores y objetos de un compendio de medidas antipopulares y de extrema crueldad que habrá que soportar, disimuladas en el término “sintonía fina”. Al final del camino, finalmente quedarán al descubierto un cúmulo de hipocresías, que saldrán a relucir a pesar de lo absurdo de querer ocultar lo obvio: Esa señal sonora tiene nombre: ¡Un descomunal ajuste para todos!

Le echarán la culpa a cualquiera. Dirán hasta lo más impensado en una “carta” de contenidos errados. Recurrirán a toda clase de manifestaciones y declaraciones que son sensibles a los ciudadanos para entretener, y volverán a presionar a la prensa para amordazarla. Pero lo que no podrán cambiar es la imagen de esta situación compleja, transcripta en el tan querido plasma que dejará ver verdades insoslayables de los acontecimientos de cada día.

Finalmente, la fiesta llega a su fin y los que creyeron dirán: otra vez nos engañaron.


Por Raúl Zorzón, productores agropecuarios de Malabrigo, Provincia de Santa Fe
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: rzorzon@malabrigo.com
 

Por Raúl Zorzón, desde Malabrigo, Provincia de Santa Fe