Un futuro abundante en lipotimias: la Argentina, estado patrocinador del terrorismo internacional
A la hora de consolidar nuevos negocios, el "modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social" todo lo tolera y permite. Hasta se obsequia el cuestionable lujo de comprometer la seguridad de la nación, conforme se ha visto a partir de los bien nutridos vínculos del Gobierno Nacional con la República Islámica de Irán. Error geopolítico garrafal que dista de garantizar estabilidad al de por sí delicado estado de salud de la "bienintencionada" Presidente, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm.
Desde los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001, la configuración del orden mundial ha dejado de caracterizarse de enorme zona gris, para delinear claramente las fronteras entre naciones del mundo libre y países que promocionan y estimulan el accionar terrorista para consolidar sus fines políticos. El gobierno argentino -respetando su tradición histórica de dejar la gerencia de las relaciones internacionales en manos de personajes consabidamente ineptos y pobremente ilustrados en la ciencia de la geopolítica- continúa pensando en términos de "grises", mientras la realidad se ve ahora delimitada (otra vez, como en tiempos de la Guerra Fría) por la categórica terminología que lo reduce todo al blanco o negro.
El kirchnerismo arribó en 2003 con la expectativa de generar una oleada de esperanzador puritanismo, a partir de la renovación de la Corte Suprema de Justicia. Fue así que Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay pusieron pie en el Máximo Tribunal. Por desgracia -o por obra del destino-, aquellas buenas intenciones se estrellaron violentamente contra la ideología de ciertos miembros bien emparentados con Balcarce 50: estos terminaron por imponerle a los magistrados de la Corte una nueva prerrogativa, basada en la no extradición de personajes violentos con pasado guerrillero que eran reclamados con vehemencia por la justicia en el extranjero. En su oportunidad, el chileno Apablaza Guerra y el ex etarra Josu Lariz Iriondo consiguieron un poco disimulado status de protección de parte del Estado Nacional y de los jueces que debían su nombramiento a este último. Los organismos de derechos humanos en la Argentina terminaron, a la postre, subiéndose a la confesión propugnada por un poderoso narcotraficante brasileño de las favelas, capturado por la Policía Militar y el ejército en Río de Janeiro, pocos meses atrás: "A los efectos de garantizarnos impunidad, los vendedores de drogas recurrimos a organizaciones de derechos civiles y organismos que critican la represión y la violencia policial. Solo de esa manera podemos movilizarnos, aprovechando las fallas del sistema judicial". Hoy día, los medios argentinos reportan a diario sobre la caída en desgracia de Hebe María Pastor de Bonafini y el ala derechohumanista ligada al oficialismo; ponen el foco en los cheques sin fondos y los numerosos pedidos de quiebra en perjuicio de Madres de Plaza de Mayo S.A., pero eluden repasar el protagonismo de organizaciones como H.I.J.O.S. -brazo juvenil armado de Madres- en sangrientos episodios del pasado reciente, como ser el secuestro y posterior homicidio de Cecilia Cubas (hija de un ex presidente del Paraguay), en donde también supieron participar miembros de FARC, o la captura para posterior exigencia de millonario rescate por el publicitario brasileño Washington Olivetto. Casi la mayoría de las veces, la prensa tradicional suele oficiar de subrepticio cómplice: en medio de un desacomodamiento absoluto de prioridades, se superpone el análisis del factor monetario a la sangre de las verdaderas víctimas.
Pareciera ser que el inconveniente primario que arroja este subsistema que hiede a cementerio exhumado, aunque bien aceitado, entre Justicia, organizaciones sociales y "prensa militante" es que la impunidad conduce luego a mayor impunidad. Más tarde o más temprano, sobreviene el ridículo: hace cuestión de días, encumbrados referentes de la colectividad judía de la República Argentina acompañaron a la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm a su disertación en el foro de Naciones Unidas. La viuda de Kirchner -acaso inconscientemente, quiere uno creer- los utilizó como parte de su propaganda. Los judeoargentinos se vieron forzados a ver cómo Cristina reclamaba a viva voz por el otorgamiento de una banca para Palestina, pero ello ciertamente no representó la sorpresa más incómoda. A posteriori, debieron tolerar que Jorge Argüello -el pálido embajador argentino ante la ONU- se quedara a escuchar el encendido discurso del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, el mismo que da inicio a la cotidianeidad de cualesquiera de sus días con la negación sistemática del Holocausto. Ojalá pudiera decirse que las intenciones del régimen de Teherán son solo material de despacho para el atril. Allí se amontonan, por ejemplo, las pruebas que comprometen a la República Islámica en el cruento atentado contra la mutual AMIA en la Argentina y ante otros deleznables episodios en otros puntos del globo. Y por qué no remitirse a la contabilización jamás recapitulada oficialmente de un tercer atentado que Irán casi ejecutó contra un colegio judío durante la Presidencia del Dr. Carlos Saúl Menem, trama que fuera desarticulada a último minuto por operativos sin nombre de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
La situación geográfica y política iraní -situada permanentemente bajo la amenaza de la disgregación social y territorial- llevó a sus elementos gubernamentales de línea dura a barrer de un plumazo a los moderados. Desde entonces, el programa nuclear de Teherán avanza a paso firme, en tanto que la estrategia oficial del régimen impuso que altos generales comenzaran a montar operaciones clandestinas de financiamiento y promoción del terrorismo, fronteras afuera. Como parte de esa misma necesidad, los iraníes intervienen periódicamente en el vecino Irak, entorpeciendo la movilidad y el trabajo de las fuerzas militares de Estados Unidos. Finalmente, el cerco económico-financiero impuesto por Europa y América del Norte ha empujado a Ahmadinejad a la búsqueda desesperada de recursos, tecnología, materias primas y variados commodities en otras regiones: el aterrizaje de reputados oficiales castrenses iraníes en la Venezuela chavista se complementa con estos esfuerzos. Tal como se ha visto con la llegada de Ahmad Vahidi (Ministro de Defensa de la República Islámica) a la Bolivia de Evo Morales, hecho que fuera citado hace meses en esta misma columna. El approach que Irán ha delineado para con la Argentina no desentona con estos planes. No en vano, la Administración Fernández de Kirchner ha incrementado los negocios con aquel país, al punto en que supera hoy los mil quinientos millones de dólares anuales. Teherán acaba de proponer un sano incremento de los lazos comerciales con Buenos Aires, con el propósito no revelado oficialmente de hacerse de tecnología nuclear que están en condiciones de aportarle la Comisión Nacional de Energía Atómica e INVAP, de Río Negro. Tal como sucediera con el Proyecto Cóndor II en los ochenta, el Gobierno Nacional insiste en elegir a los peores socios. Antes, Muammar Khadaffy, en tándem con Saddam Hussein. Hoy, Mahmoud Ahmadinejad. El fin parece justificar los medios cuando se trata de engrosar los beneficios para las arcas del modelo "nacional y popular". Y, por cierto, bien vale la pena recordar que mucho de los tratos involucrados en esta suerte de intercambio bilateral -sobre todo técnico- cae bajo la égida del superministro Julio De Vido. El entramado aquí descripto se encuentra bastante lejos de representar un complot hábilmente montado por el Pentágono; los estudiosos y analistas políticos de la "prensa militante" que otean la presencia de la CIA hasta en el caldo de pollo deberán afinar la puntería, so pena de perder la simpatía del escaso público que concentran.
No constituye novedad alguna que Washington haya perdido la paciencia con el gobierno argentino y su sanguínea e inestable regente, Cristina Fernández. Desde aquella tristemente célebre instantánea del Canciller Héctor Timerman procediendo a la apertura del equipaje que escondía material militar secreto con los códigos de transmisión y encriptación que las fuerzas norteamericanas utilizan en Afganistán, Irak y Yemen, mucho ha cambiado. Desde el norte, continuarán bloqueándose los préstamos que la Argentina necesita, en tanto que Europa no tiene otro camino que ocuparse de solucionar su propia crisis antes que continuar aportando dinero para el Fondo Monetario Internacional, el BID y otros organismos multilaterales de crédito. Mientras tanto, no deja de ser curioso que, en medio de las declaraciones de la Fiscalía de Distrito de Nueva York de cara a la conspiración iraní para liquidar al embajador saudita en la capital norteamericana, la mención a la Argentina en la documentación y las declaraciones de los involucrados no alcance carácter oficioso. Mucho refiere a la posibilidad certera de que los círculos de poder asentados a la vera del río Potomac hayan sugerido que es hora de poner a Buenos Aires "en caja". Nuestro país carece de valor estratégico de peso pero, precisamente, dentro de la estrategia global del norte se impone bloquear cualquier intento -abierto o subrepticio- de naciones terroristas para afincarse en el "patio trasero".
La revalorización que recientemente hiciera nuestro "Canciller" Timerman de las relaciones con Teherán amerita, cuando menos, que comience a tallarse su nombre en una próxima lápida política. Si la Presidente de la Nación optare por no eyectar de la función al ilustre mencionado, la respuesta local para Occidente ganará claridad: la Argentina prefiere profundizar sus vínculos con el terrorismo internacional.
Por su parte, ciertas porciones de la colectividad judía local pueden darse por satisfechas: podrán entretenerse con los discursos de la viuda de Kirchner por otros cuatro largos años, ante cada nuevo aniversario de los atentados. Ya sea que la aplaudan a rabiar bajo la lluvia o que le obsequien la confianza del voto en las próximas Elecciones Generales del 23 de octubre, no solo estarán arrojando al basurero la incuestionable dignidad de sus reclamos: también habrán lavado el suelo bajo los pies de la Presidente con la sangre de las víctimas.