INTERNACIONALES: ORIENTE MEDIO

Israel: rechazo de la ciudadanía israelí a las políticas de Netanyahu; fatiga y agobio ante la agenda bélica

Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel durante múltiples mandatos...

19 de Agosto de 2025


Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel durante múltiples mandatos, conocido por su enfoque de mano dura en temas de seguridad y su retórica nacionalista, ha sabido consolidar una significativa base de respaldos, aunque también ha generado profundas divisiones dentro de la sociedad israelí. A lo largo de los últimos años, particularmente desde el recrudecimiento del conflicto en Gaza tras el ataque perpetrado por activos de Hamás del 7 de octubre de 2023 y tras las tensiones con la República Islámica de Irán, la popularidad del primer ministro ha mostrado signos de erosión.

Benjamin Netanyahu y los críticos
Figura central en la política israelí desde su primera elección como primer ministro en 1996, Netanyahu apalancó su longevidad política en una combinación de carisma, habilidad estratégica y una narrativa que pone el énfasis de la seguridad nacional frente a amenazas externas. No obstante ello, ese enfoque -antaño beneficioso- ha comenzado a acopiar numerosas críticas en razón de su inflexibilidad, y por priorizar la supervivencia política sobre los intereses nacionales. Desde el ataque de Hamás de 2023, que desencadenó una de las guerras más devastadoras en Gaza, la percepción pública sobre su liderazgo se ha visto modificado notablemente. De acuerdo a un estudio de opinión del Instituto para la Democracia de Israel, publicado en junio de 2025, menos del 50% de los israelíes expresan confianza total o parcial en Netanyahu, un indicador claro de su declive en popularidad.

En rigor, el declive no se circunscribe a un fenómeno aislado, sino que se halla profundamente enraizado en las políticas oficiales, que muchos perciben como una extensión de su interés por mantenerse en el poder. Por caso, el matutino Haaretz, uno de los más antiguos y respetados del país, se ha mostrado remarcablemente crítico, calificando a Netanyahu como responsable de la 'mayor derrota militar' de Israel en el conflicto de Gaza, y acusándolo de priorizar su agenda política. En un editorial de marzo de 2024, el columnista Yossi Verter describió el liderazgo del primer ministro como una 'enfermedad maligna' para el Estado de Israel, argumentando que su incapacidad para gestionar eficazmente los territorios ocupados y su enfoque beligerante han generado un 'atolladero bélico' y un 'agujero económico' que amenazan la estabilidad de la nación.


Rechazo a las políticas de seguridad y a la guerra en Gaza
 

La guerra en Gaza, iniciada tras el ataque de Hamás que dejó 1.200 muertos y más de 250 rehenes, mutó en un punto de inflexión en la percepción pública de Netanyahu. Si bien en los albores del conflicto se evidenció un sólido respaldo a la réplica militar israelí, la prolongación del conflicto -que para agosto de 2025 lleva casi dos años- ha generado un creciente cansancio entre la población. Nuevamente, de acuerdo a Haaretz, la ausencia de avances comprobables en los objetivos declarados, como ser la eliminación de Hamás y la liberación de la totalidad de los secuestrados, ha derivado en una amplificación del 'desaliento' entre los uniformados y la población civil. La misma fuente señala que la estrategia de Netanyahu, que incluye planes para una ocupación total de Gaza, ha sido interpretada como una maniobra para prolongar el conflicto con fines políticos, en lugar de explorar una genuina resolución.

La percepción de que Netanyahu está sacrificando la vida de los rehenes y prolongando el sufrimiento en Gaza ha alimentado las críticas. Por ejemplo, un editorial de Haaretz del 10 de noviembre de 2024 acusó al gobierno de Netanyahu de llevar a cabo una 'operación de limpieza étnica' en el norte de Gaza, con la intención de expulsar a los palestinos y de preparar el terreno para una ocupación prolongada. Las altisonantes acusaciones han resonado en segmentos nada desdeñables de la ciudadanía, en especial entre quienes abogan por una solución de dos Estados y que ven en las políticas del cuestionado primer ministro un obstáculo para la paz. Las manifestaciones de carácter masivo, que tuvieron lugar el 7 de agosto de 2025 y en las últimas jornadas, donde miles de israelíes, incluidos exrehenes, exigieron un alto el fuego y la liberación de los rehenes, reflejan el crecimiento de ese descontento. Dani Miran, padre de un rehén secuestrado, expresó en una manifestación que la expansión militar en Gaza sería una "sentencia de muerte" para su hijo, un sentimiento compartido por muchas familias afectadas.

Adicionalmente, el impacto humanitario de la guerra ha generado críticas tanto internas como desde el concierto internacional. Naciones Unidas y otras organizaciones han advertido sobre una 'hambruna inminente' en Gaza debido al bloqueo de asistencia, situación que no pocos israelíes han comenzado a catalogar como moralmente inaceptable. Medios de comunicación israelíes han condenado repetidamente el alcance de la destrucción en Gaza, describiendo a cuadrantes como Al Attara y Beit Lahia como inhabitables debido a los devastadores bombardeos israelíes. 
 

De las tensiones con Irán a la percepción de una agenda bélica

En paralelo con el conflicto en Gaza, las tensiones con la Repúblia Islámica de Irán han añadido otra capa de complejidad al liderazgo de Netanyahu. Su retórica de años, que ponía el foco en la amenaza existencial de Teherán encontraron un peculiar epílogo en el intercambio bélico de 2025 entre ambas naciones. Mientras Netanyahu se atribuyó una 'espectacular victoria militar' sobre el adversario persa, las encuestas reflejan que esa narrativa no encontró eco entre los ciudadanos israelís. Antes, bien; la sociedad entienden que el enfrentamiento consigna una distracción frente a los problemas internos, y una escalada innecesaria que pone en riesgo la seguridad del país.

Haaretz también ha criticado la estrategia de Netanyahu hacia Irán, argumentando que su escalada del conflicto, sin el pleno respaldo de aliados como los Estados Unidos de América, refleja una política exterior errática diseñada para consolidar su poder interno antes que para garantizar la seguridad de la nación. La percepción de que Netanyahu utiliza la amenaza iraní para desviar la atención de los fracasos en Gaza y de sus problemas legales -en donde pesa la emisión de órdenes de arresto por cuenta de la Corte Penal Internacional, por la comisión de presuntos crímenes de guerra- ha generado escepticismo entre la población. Una encuesta citada por la cadena británica BBC hacia junio del corriente año demostró que al menos un 59% de los israelíes respalda un alto al fuego en Gaza a cambio de la liberación de rehenes, y que casi la mitad considera que la continuidad del conflicto responde al interés político del primer ministro, antes que a necesidades estratégicas.
 

Medios y censura
 
Los medios de comunicación israelíes, en particular , han desempeñado un rol central en la amplificación de la crítica hacia la gestión de Bibi. A diferencia de otros medios, que prefirieron abrazarse a una postura de 'unidad nacional' tras el ataque de Hamás, Haaretz ha mantenido una línea editorial crítica, denunciando tanto la guerra en Gaza como las políticas de ocupación en Cisjordania. Pero esa toma de posición le ha costado caro: en el mes de noviembre de 2024, el gobierno de Netanyahu aprobó sanciones económicas contra el matutino, prohibiendo a las instituciones estatales anunciarse en sus páginas y aún el mantener suscripciones, en un intento de acallar las críticas. Esta medida, justificada por el gobierno como una respuesta a los editoriales que 'dañan la legitimidad de Israel', fue ampliamente denunciada como un ataque a la libertad de prensa. Noa Landau, directora adjunta de Haaretz, declaró entonces que el periódico 'no se dejaría disuadir' y llamó a otros medios a estar alerta ante ataques similares en el futuro.

Otros canales de comunicación, como es el caso de Yediot Ahronot, también han reportado tensiones internas dentro de las fuerzas armadas y el gobierno, destacando fuertes roces entre altos mandos militares y Netanyahu al respecto de la estrategia a seguir en el teatro de operaciones de Gaza. Por supuesto, ese compendio de divisiones refleja un malestar más profundo en el seno de la sociedad israelí, donde la censura y la narrativa oficial han limitado el acceso a información sobre la realidad en Gaza (y aún sobre los perjuicios provoados por Irán), alimentando la percepción de que el gobierno enmascara los verdaderos costos estratégicos de la guerra.
 

La fatiga de la sociedad israelí
 
El prolongado conflicto en Gaza, combinado con las tensiones con Irán, ha generado un profundo cansancio en la sociedad. La multiplicación de las protestas, que van desde el reclamo en pos de la realización de elecciones anticipadas hasta exigencias de un alto al fuego, son fiel testimonio de ese agotamiento. A título complementario, más de dos mil artistas y 500 ex oficiales del micromundo de la seguridad han criticado en público al primer ministro, exigiéndole un cambio en la dirección del país. La percepción de que el gobierno prioriza los intereses de los colonos y los partidos ultraortodoxos, que integran la coalición política que da sustento a Bibi, ha exacerbado las tensiones. Por ejemplo, la decisión de enviar tropas a Cisjordania para proteger asentamientos, en detrimento de la seguridad en el sur de Israel, ha sido vista como un desvío de recursos con fines electorales.

El agotamiento militar, por su parte, es un factor significativo que se acopla a los desperfectos mencionados. El jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, ha advertido sobre el impacto de la guerra prolongada en las tropas y los rehenes, y ha enfrentado críticas directas de Netanyahu y su entorno. La oposición política, liderada por figuras como Yair Lapid, ha calificado los planes de ocupación de Gaza como contrarios a los intereses del ejército y como una 'declaración de crimen de guerra'. Este malestar se ve reflejado en las manifestaciones masivas, como la propuesta de una huelga nacional en agosto de 2025 para detener la guerra en Gaza.
 

Implicaciones en el concierto internacional; Israel y el riesgo del aislamiento
 
Las políticas de Netanyahu no solo han generado rechazo interno, sino que también han contribuído a acrecentar la sensación del aislamiento internacional del Estado de Israel. Naciones tradicionalmente aliadas como el Reino Unido, Canadá y Australia han condenado las acciones en Gaza, con foco en el sistema de distribución de ayuda humanitaria, que ha sido tildado de 'peligroso' e 'inestable'. La Corte Penal Internacional mantiene órdenes de arresto contra Netanyahu y contra la humanidad de su ex ministro de Defensa, por comisión de presuntos crímenes de guerra, situación que ha reforzado la percepción de que Israel está perdiendo respaldo internacional.
 
El rechazo de la ciudadanía israelí a las políticas oficiales del primer ministro refleja una combinación de agotamiento y hartazgo de cara a la prolongada agenda bélica, un sensible incremento descontento en virtud de su tutela de la seguridad nacional, y una notoria preocupación por el deterioro de los valores democráticos. La nutrida intersección de críticas y el acopio de desperfectos de gestión plantea preguntas tan cruciales como incómodas en torno al futuro del Estado de Israel: ¿puede un liderazgo centrado en la confrontación militar sostenerse, en un contexto de creciente aislamiento internacional y de profundas divisiones internas?

Solo el tiempo dirá si Benjamin Netanyahu se las arreglará para recuperar la confianza de la ciudadanía, o si su legado será el de un líder que priorizó el poder sobre la paz.