INTERNACIONALES: POR MIKE BROWNFIELD

Peleando hasta la muerte en Siria

Cincuenta y cinco explosiones sacudieron la ciudad de Homs, Siria, en un espacio de 15 minutos. La artillería y el fuego de armas automáticas bombardearon varios vecindarios. Los francotiradores, en los tejados, dispararon contra civiles. Las familias se aglomeraron en refugios improvisados en sótanos para evitar la violencia y se informa de que hay operativos militares para demoler todo vecindario donde se pueda encontrar oposición...

17 de Febrero de 2012

Cincuenta y cinco explosiones sacudieron la ciudad de Homs, Siria, por un espacio de 15 minutos. La artillería y el fuego de armas automáticas bombardearon varios vecindarios. Los francotiradores, en los tejados, dispararon contra civiles. Las familias se aglomeraron en refugios improvisados en sótanos para evitar la violencia, y se informa de que hay operativos militares para demoler todo vecindario donde se pueda encontrar oposición. Este es el estado de la situación bajo el régimen del terror de Bashar al-Asad, donde los que se levantan contra él han muerto por miles en la revuelta de 11 meses ya contra el gobierno. En medio de estas horrendas condiciones, hay acciones que Estados Unidos puede y debería tomar para llevar ayuda a este sufrido pueblo.

Protestas en SiriaLos detalles explícitos de las condiciones en Homs llegaron con la narración de una testigo ocular de la CNN, la corresponsal Arwa Damon, una de los pocos periodistas en Siria. “Simplemente, no se pueden ustedes imaginar la situación que vive la gente”, nos informa, “no sólo desde un punto de vista de peligro físico, sino del impacto psicológico que esto está teniendo en estas familias, estos civiles, que están atrapados en estas áreas y son incapaces de llegar a lugar seguro o son incapaces de conseguir el adecuado tratamiento médico si les alcanzan en estos ataques”. La violencia se ha cobrado sus víctimas. Hasta ahora, el régimen ha matado más de 7,000 personas (la mayoría de las cuales eran manifestantes desarmados), encarcelado a más de 10,000 personas y miles más han “desaparecido”. Sin embargo, pese a los ataques en aumento, la oposición a Asad continúa y hay algunos datos de que los militares están perdiendo posiciones debido a que el ejército está sufriendo miles de deserciones.

Mientras continúa el sufrimiento, la comunidad internacional ha hecho muy poco para parar la violencia. La Liga Árabe envió una misión de observadores a Siria pero se retiró cuando el régimen de Asad no cumplió con los compromisos de parar su represión. La ONU ha sido ineficaz, con una Rusia que ha vetado repetidamente los intentos de que el Consejo de Seguridad tomase acciones. China, que también vetó acciones de Naciones Unidas, está enviando un diplomático a Siria pero se opone al cambio de régimen. Y hoy está programada la votación en Naciones Unidas de una resolución para condenar fuertemente las violaciones de los derechos humanos y para respaldar un plan de la Liga Árabe para terminar el conflicto, pero la acción podría ser no vinculante, enviando meramente un mensaje al régimen de Asad pero sin incluir medidas punitivas.

Ayer, Asad anunció una votación nacional para redactar una nueva constitución que crearía un sistema multipartidista en el país, pero es demasiado tarde ya para tan poco resultado por parte del hombre cuya familia ha gobernado el país como una autocracia durante 40 años — por no mencionar el hecho de que Asad tiene una largo historial de no cumplir sus promesas de hacer reformas. Un ejemplo típico: A pesar del llamamiento a un referéndum, sus fuerzas empezaron hoy un ataque contra la ciudad de Daraa. Es probable que las tardías concesiones de Asad ahora tengan poco efecto para detener la fuerza de la oposición, pero su estrecho aliado, Rusia, sigue apoyándolo e insiste en que Asad está abierto a un compromiso político.

James Phillips, de la Fundación Heritage, escribe que el régimen de Asad vive de prestado — la mayor parte de los militares sirios, aunque con una fortaleza de cientos de miles, se está convirtiendo crecientemente en no fiable. El gobierno sólo tiene dos unidades de las que fiarse — los Guardias Republicanos y la Cuarta Brigada Blindada, ambas de las cuales están sobreutilizadas. Es decir, el tirano asediado está perdiendo lentamente su control mientras que el Ejército Sirio Libre, que fundamentalmente consiste de militares desertores, se está convirtiendo en una fuerza de oposición más organizada. Desesperado, el gobierno sirio se ha vuelto a Irán y hay informaciones de que la Fuerza Quds, una unidad especial de los Guardias Revolucionarios de Irán, están luchando junto a las fuerzas de Asad.

En esta situación, Phillips advierte que Estados Unidos no debería suministrar armas a la resistencia u ofrecer una intervención militar directa — una fuerza de pacificación simplemente se vería en medio del conflicto y haría peores las cosas. Sin embargo, afirma que Estados Unidos puede ofrecer valiosa ayuda:

Estados Unidos puede jugar un papel constructivo en el conflicto respaldando la entrega de ayuda humanitaria. Estados Unidos también debería trabajar estrechamente con socios en la región, especialmente Turquía, tanto para ayudar a acelerar la transición a un nuevo y legítimo gobierno como para continuar la presión diplomática y las sanciones internacionales contra el régimen de Asad.

Al final, el mejor camino a seguir será que el pueblo sirio se gane su propio futuro sin intervención extranjera directa. Con gran valor continúan luchando contra Asad y continúan capeando el temporal de su violenta opresión en la esperanza de conseguir un mañana mejor. Cuando la polvareda se asiente, uno sólo puede desear que las tinieblas del terror y la muerte que vienen con ella y que se forme un gobierno con verdadera legitimidad.

 

La versión en inglés de este artículo se publicó en Heritage.org.

 

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Por Mike Brownfield, Libertad.org / The Heritage Foundation