POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

La huída de Cristina Fernández Wilhelm: mensajes cifrados y monedas de cambio

"El secreto es la libertad con la que sueñan los tiranos" (Bill Moyers, periodista estadounidense y ex Secretario de Prensa de la Casa Blanca)

02 de Junio de 2011

Tal parece ser el inconveniente primario con los secretos, esto es, que no están llamados a prosperar. Tal como sucede con la traición. El sociólogo alemán Georg Simmel también supo apuntar: "el secreto establece barreras entre los hombres pero, al mismo tiempo, ofrece la seductora tentación de quebrar esas barreras por la vía del chisme o la confesión".

Si Usted mantiene el sano hábito de deambular por los pasillos de la política -como es nuestro caso-, al poco tiempo comenzará a desarrollar una suerte de refinado sexto sentido. Esta sensación suele ser de gran utilidad para notificarse del momento en que ciertas situaciones simplemente no "cuadran".

Repárese, por ejemplo, en las demoras de la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm para confirmar o desmentir su participación en las próximas elecciones de octubre. Aunque tampoco debe malinterpretarse el escenario: esas demoras no obedecen al secretismo; antes bien, pertenecen al ámbito de la intriga. En el pináculo de la propia idiotez, los comunicadores kirchneristas jamás supieron percatarse de que la misión de convertir el miedo de Cristina a presentarse en intriga para la militancia era, sencillamente, de imposible cumplimiento. Mucho más cuando se notifican de que, entre el 24 de junio -fecha de vencimiento- y el 23 de octubre, hay demasiado tiempo.

Rápidamente, la intriga se transforma en terror y desesperación. Al ciudadano común poco le interesan las ambiciones electorales de la primera mandataria. A la militancia oficialista, tampoco: estos solo se preocupan por salvar la propia ropa. Los ciclos electorales de la Argentina elevan hacia la estratósfera el consumo de ansiolíticos y derivados, especialmente cuando se aproxima una elección presidencial. Aquellos que ocupan el poder comienzan a sentirse inseguros respecto de su futuro: si acaso terminarán en la calle o si perderán sus empleos. O -peor aún- si el destino les deparará un encendido calvario en los tribunales. Aquellos que aspiran a "ser" o a "llegar" estudian las propias chances y comienzan a fantasear con los cargos que ocuparán, sumado a todo lo que pudieren conseguir para amigos, parientes y/o conocidos. Muy probablemente, detrás del telón de estas dos realidades se oculte la respuesta para quienes se preguntan por qué los problemas de fondo de la Argentina rara vez son examinados -no digamos resueltos- por la clase dirigente.

Las dolencias de la Presidente de la Nación son ahora de público conocimiento, sin importar que su ampulosa y bien paga corte de bufones se dejen el cuero para desmentirlo. Aún cuando su mal hábito de abusar de tranquilizantes viene acompañándola desde hace años, es más que lícito afirmar que su estado de salud se ha deteriorado. Ello, en virtud de la excesiva presión para que no abandone la carrera. Porque Cristina es prisionera no solo de un futuro teñido de padecimientos, sino también de una banda desesperada por no perderlo todo. Esos que -de acuerdo a nuestras fuentes- son "capaces de ponerle veneno en el café si se baja". Porque, en última instancia, si ella pierde la vida antes del fin de su gestión, el recalcitrante grupúsculo también podría sacar ventajas en octubre. Que estas líneas sirvan, pues, para advertirle.

Con todo, se impone la justicia. Se exige respetar la investidura y a la integridad física de la persona, mas no garantizar impunidad. No vaya a ser que se confirme lo que en los pasillos del poder algunos le han comentado a este medio: que el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical viene sosteniendo contacto periódico con personeros del oficialismo -como en su momento lo hizo el hoy desaparecido Vice Julio Cobos-. La Casa Rosada pretende acomodar las chances de Ricardo Alfonsín de cara a octubre. El mensaje cifrado diría: "Pero se debe evitar perseguir a la Señora en los tribunales, una vez que abandone el poder a fin de año". Las gestiones -se reporta- se encuentran a cargo de Carlos Bettini -Embajador ante el Reino de España- y Oscar "Larry" Parrilli, Secretario General de la Presidencia. El bueno de Aníbal presta servicios de vocero del sector. En la otra vereda, los planes más siniestros tienen rostro e identidad: se trata de Horacio Verbitsky -"periodista" estrella de Página 12- y el Diputado Nacional Carlos Kunkel, entre otros. Este último fue recientemente desautorizado por Aníbal Fernández: al parecer, no era cierto que Cristina oficializaría su candidatura el 23 de junio.

Ricardo -para sus correligionarios radicales, ya no es más "Ricardito", pues lo desprecian- es el Orador del Espejo. Así lo han bautizado sus detractores del espacio, merced a la costumbre de recitar discursos del padre en la privacidad de su hogar, para hablar cada día más parecido a él. Algo similar ocurre con el "Sistema Pino Solanas": el de Proyecto Sur se ha cansado de repasar viejos discursos grabados del General Perón, para imitar su léxico y acentuación. Pero debe apuntarse que Ricardo Alfonsín acusa dos graves falencias. En primer término, es un político ingenuo y peor negociador, por cuanto -encontrándose en una situación ideal- se ha mostrado dispuesto a ponerle la firma a las garantías exigidas por la Presidente para no terminar procesada. Su segundo talón de Aquiles tiene que ver con un hecho muy sencillo: existen, en el mundo de los medios, personas con información nutrida, y él ciertamente no cuenta con que el secretismo de este pacto sea ventilado y luego pulverizado. Pocas horas después de la presente nota, le será muy difícil convencer a sus socios de la UCR para que lo acompañen en su cruzada. La historia centenaria de un partido, finalmente, ha sido pisoteada en cuestión de minutos. Muchos querrán inmolarse, al no haber optado oportunamente por Sanz. Con toda probabilidad, esos mismos personeros terminen depositando sus votos en algún candidato del peronismo mal llamado "disidente", aunque jamás lo reconocerán en público.

Alfonsín era la jugada obligada de los albaceas de Cristina Fernández Wilhelm. ¿O sería la única posible? Sucedió que otro aspirante al sillón de Rivadavia -una vez le fuera presentada la propuesta del pacto- contestó que no puede garantizar gran cosa. Aquel hombre fue aún más lejos: pidió la cabeza de Sergio Schoklender, Hebe de Bonafini, Ricardo Jaime, Julio De Vido, Horacio Verbitsky, el piquetero Luis D'Elía y Aníbal Fernández, entre otros "encumbrados". "Después veremos el tema de las garantías", habría respondido, lacónico, como quien no quiere la cosa. Huelga decir que los negociadores kirchneristas se fueron con las manos vacías, preocupados. Se impone, nuevamente, la pregunta: si acaso "Cristina ya ganó", ¿por qué la poco disimulada urgencia para cerrar acuerdos secretos con los principales aspirantes de la oposición? Como se ha dicho líneas arriba, muchos elementos simplemente no cuadran. O, más bien, al decir del poeta William Butler Yeats en La Segunda Venida, "Todo se desmorona; el centro no aguanta [...] Los mejores carecen de toda convicción; los peores se encuentran plenos de apasionada intensidad...".

La Presidente de la Nación ya tiene decidida su huída. Solo necesita de un número dos medianamente "apetecible" como para engatusar a una ciudadanía distraída, intentar la patriada y dejar atrás el jolgorio del poder, pocos días después. Sueña con el timorato Carlos Reutemann para la fórmula -de momento, éste ha rechazado el ofrecimiento-, mientras sus referentes consideran también al chaqueño Jorge Capitanich y a Amado (Aimé) Boudou. Lo de Alicia Kirchner es pura fantasía, subproducto chismoso del "viejerío" de la política: ella y Cristina apenas se dirigen la palabra. Daniel Scioli es otro tema, pues los textos de sus afiches callejeros se observan saturados de ambición presidencial. El Gobernador de Buenos Aires y eterno "empleado del mes" de Balcarce 50 ha pedido algunos días para pensarlo, aunque se descuenta que responderá afirmativamente. El en persona ha expuesto -en privado- que la Presidente se bajaría "antes del 10 de junio". Dicho sea de paso, el ex motonauta -condenado a no hablar más de la cuenta, por miedo a que el elemento piquetero oficialista le incendie la provincia- tiene otra importante espada de Damocles pendiendo sobre su cráneo: debe numerosas explicaciones, por haberle permitido al tándem mercantilista Schoklender-Bonafini ("DD. HH. S.A.") saquear y pillar a gusto en su distrito. La sangre podría salpicar al Gobernador y dejarlo ciego. Ya habrá quienes se ocuparán de exponerlo fielmente. La recomendación que podría obsequiarle un buen amigo es que dé por finiquitado su ciclo y que continúe disfrutando de la pista de Scalextric en su opulenta casa de fin de semana. Por cierto: no se contabilizaron más novedades sobre el supuesto embarazo de la Señora Karina. Aquello no fue más que una charada, una paupérrima operación política. Cuando menos, Rabollini podrá seguir mejorando los tiempos de entrega de sus productos: estos se entregan a domicilio por vía aérea.

Cualquiera que fuere la fórmula del oficialismo/cristinismo, esta deberá hacer frente a la sociedad Duhalde-Das Neves (información ya confirmada), Elisa Carrió y Ricardo Alfonsín. El calendario continuará deshojándose sin acusar mayores traspiés, pero resta considerar ciertos detalles: aún está por verse qué consecuencias impactarán sobre los allegados al Gobierno Nacional si se notificaran de la confirmación de la renuncia de Cristina al proyecto reeleccionista. Mucho podría implosionar, y de la peor manera.

Esta es -en pocas líneas- la radiografía de las negociaciones políticas de última hora. Como ya es costumbre, la trama del secreto continúa desarrollándose a espaldas de la sociedad.

Con respecto al futuro de Cristina Fernández y a sus interlocutores (tan bien predispuestos a negociar), pudiera ser que la justicia terrena y su similar divina se conjuguen para garantizarles la tan ansiada absolución.

Nosotros -los ciudadanos- no haremos tal cosa.


Por Matías E. Ruiz, Editor de El Ojo Digital
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