INTERNACIONALES: POR JORGE AZAR GOMEZ, PARA EL OJO DIGITAL

Egipto en democracia

Hosni Mubarak debía alejarse del poder, y así lo hizo, obligado por las circunstancias. Solo hicieron falta treinta segundos para comunicar el final de sus treinta años de mandato.

13 de Febrero de 2011

Hoy, la república árabe de Egipto va en camino de una democracia, cuyo contenido aún se desconoce.
 
Lo seguro es que los egipcios rechazaban el Estado represivo. Puede decirse -sin exageración- que después de la revolución Francesa, la presente es la primera revolución verdaderamente confeccionada por el pueblo sin armas, sin líderes. Con la base de la fuerza de la juventud y gente del interior del país de extracción social baja. Se trató de un movimiento popular mediático, espontáneo, sin estrategias, pero con una fuerte voluntad para lograr su libertad y su democracia, demostrando que no sólo los movimientos islamistas son capaces de organizar revueltas para lograr sus objetivos, dentro del mudo árabe.
 
Ahora Egipto quiere democracia, elecciones libres, multipartidarias y transparentes. Quiere una prensa independiente, libertad de expresión, que se respeten los acuerdos internacionales y, fundamentalmente, los firmados con el Estado de Israel.
 
Sus reclamos durante estos 18 días no tenían base religiosa: fueron pedidos sociales alimentados por la indignación originada por las miserables condiciones de vida de la gente pobre. El fundamento consistió en la pelea por las continuas desigualdades sociales y el acuse de recibo sobre la rápida desaparición de la clase media. Hubo también reclamos políticos, al percibirse las intenciones del clan Mubarak de perpetuarse en el poder.
 
En definitiva, la sociedad egipcia ha reclamado su derecho para tener un gobierno representativo de los distintos grupos sociales, políticos y religiosos.
 
Si bien los partidos de oposición llevan años trabajando para derrocar a través del voto a Mubarak -a tal punto de que en las últimas elecciones parlamentarias obtuvieron un importante número de escaños-, hoy se encuentran, luego de dieciocho días, con la responsabilidad de organizar una democracia carente de contenido hasta hoy. Deberán ahora preparar al pueblo para vivir en una democracia plena; por cierto, una forma de vida que muchas generaciones desconocen.
 
El futuro del país dependerá de los propios egipcios. Mayoritariamente analfabeta, la sociedad local igualmente exhibe un alto porcentaje de universitarios y técnicos formados en instituciones de Estados Unidos y Europa y en las propias universidades nacionales. Estos ciudadanos preparados se encuentran en condiciones óptimas para dar forma a una nueva democracia.
 
Egipto no es el Irán de los “barbudos”, ni el presidente Barack Obama es Jimmy Carter. Por su parte, la Unión Europea se encuentra actuando en forma aislada y tímida. En cualquier caso, se puede tener fe en que el país podrá salir adelante, siempre y cuando la “Hermandad Musulmana” (o Islámica), observe un posicionamiento no beligerante, evitando ocupar posiciones de poder y estrategia.
 
Si bien el futuro de Egipto es aún incierto -y pese a que aparentemente va bien encaminado-, aún no debería analizarse este primer paso con romanticismo, pretendiendo que el episodio Mubarak constituye una suerte de primavera para las sociedades del resto del mundo árabe.
 
Siempre dentro de estas situaciones alentadoras, surgen preguntas sin respuesta. ¿De cuántos miles de muertos -más numerosos que en el ejemplo egipcio- estaríamos hablando si este tipo de revolución pacífica se clonara en naciones como Cuba, China o Venezuela?
 

 

Por Jorge Azar Gómez -ex Representante de Uruguay ante Naciones Unidas-, para El Ojo Digital Internacionales.

e-Mail: azargomezjorge @ gmail.com

 

Por Jorge Azar Gómez, ex Representante del Uruguay ante Naciones Unidas, para El Ojo Digital Internacionales