POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

Amado Boudou, el candidato imposible

El Ministro de Economía lanzó su precandidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, rodeado de las figuras más denostadas por el complejo electorado porteño: Hugo Moyano, Omar Viviani y Julio Piumato, entre otros. Breve radiografía sobre el predilecto de la Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm.

22 de Diciembre de 2010
Muchos son los apodos que el titular de Hacienda ha sabido anotarse a lo largo de los últimos años. El columnista de La Nación Carlos Pagni, por ejemplo, se subió al podio de la popularidad, mencionándolo bajo el rótulo de Aimé en cada ocasión (se dice que así lo llamaban su madre y sus íntimos durante el tiempo vivido en Mar del Plata). Otros, más espontáneos, se refieren abiertamente al funcionario como "Bubu". Y una porción remanente de ocurrentes seguidores de los medios gusta llamarlo Beloved Voodoo, haciendo uso de un juego de palabras derivadas de la juguetona traducción de su identidad al idioma de Shakespeare. Por cierto que los detalles bajo tratamiento no sirven para evaluar la idoneidad de un candidato. Como tampoco observa mayor interés señalar el éxito comprobado de Boudou en mil batallas de corte venusino con el sexo opuesto (El impredecible y áspero camionero Hugo Moyano se refiere al ministro como "pintón"). Lo que interesa, para este caso, son los antecedentes de la persona. Especialmente si aquellos se ajustan mejor al concepto "prontuario" que al término "foja de servicios". Tal es así que Aimé llega a la presentación de su candidatura sin pena ni gloria. Porque mucho tuvo que ver con su lanzamiento la dolorosa caída en desgracia del insípido Daniel Filmus, perdedor nato de comicios que no contaba con el visto bueno de la sociedad porteña, pero que estaba llamado a intentar repetir la candidatura por el kirchnerismo de la Reina del Plata. Por lo que se sabe, Filmus ahora tampoco goza de la simpatía de la devaluada Presidente de la Nación, Cristina Fernández. El Ojo Digital -junto a otros medios- fue en gran medida responsable de la ira de los socios políticos del mencionado, en función del material que recientemente fuera publicado por este medio y que ventilara sin retorno las relaciones del ex funcionario de Educación con Alejandro "Pitu" Salvatierra. Salvatierra -militante "villero" K- pasó a la fama por ser uno de los principales instigadores de la toma del Parque Indoamericano de Soldati. Supo estar apañado por el propio Daniel Filmus y por Francisco "Tito" Nenna, entre otros polémicos referentes del Justicialismo kirchnerista de la Capital Federal. A ese inefable círculo lo asfixia ahora el calor de las flamas, por haber preparado involuntaria pero efectivamente el escenario de caos callejero que hoy se ve no solo aquí sino también en el resto del país. Lo que muchos califican -puertas adentro- de mal experimento que "se salió de las manos". Pensado, claro está, para beneficiar a Cristina, pretendiendo extender el tan mentado romance de la "Viudita" con sus súbditos. Mal que le pese, Amado Aimé Boudou viene cargando desde hace tiempo con el pesado lastre de episodios oscuros de cuya confección inicial participara y que luego terminarían de la peor manera. El primer dato que viene a la mente resucita el mal rato que el protagonista de esta columna le hizo pasar al ex intendente del Partido de la Costa, Juan Pablo de Jesús. En aquellos tiempos para nada lejanos, Boudou se desempeñaba como Secretario de Hacienda (años 2003, 2004 y 2005). El bueno de Aimé firmó de su puño y letra una iniciativa diseñada por el Ministerio de Planificación de don Julio De Vido (enmarcada bajo el Plan Federal de Viviendas), y que le hubiera representado un importante número de unidades a los residentes del Partido. La historia terminó decididamente mal puesto que, a pesar de que la compañía en la que se tercerizó la construcción recibió el pago por casi el 75% del presupuesto designado, no se edificó ni uno solo de los inmuebles. Pero este cuestionable vicio de la explotación de presupuestos de obra pública para propio provecho parece ser uno de los ejes fundacionales de la corrupción oficialista desde su arribo en 2003. Un desmanejo similar se le atribuye al hoy sufrido Aníbal Fernández en los años en que se desempeñó como alcalde quilmeño, aunque en aquel escenario se trataba de obras para mejorar el tratamiento de residuos cloacales en barrios específicos de aquella localidad. Tampoco se realizaron los trabajos. Hoy por hoy, se conoce bien sobre la multiplicación de discursos en relación a obras prometidas por la Presidente Cristina Fernández o bien por su difunto esposo y que jamás han visto la luz. Entre otros, podemos contabilizar la reactivación del Astillero Río Santiago, el tristemente célebre gasoducto que conectaría a la Argentina con Bolivia y Venezuela, el fantasma de ENARSA, el "Tren Bala", el tendido de nuevas vías férreas y el Plan de Radarización que hubiera dado participación activa al INVAP. El factor común a todos estos casos es que las previsiones financieras para los proyectos se hacen públicas, pero los resultados nunca acompañan. A la postre, la defensa de la pretendida honestidad de la actual Presidente de la Nación termina siendo motivo para la estruendosa carcajada. Cuestión que daría lugar a la humorada si no fuera porque el derivativo de todos estos episodios de corruptela -esto es indiscutible- cierra el paquete con más pobreza, delito y homicidios. Ocurre que los argentinos no tenemos la fortuna de exhibir una dirigencia como la del Japón, en donde los servidores públicos acusados de malversación son conocidos por quitarse la vida al poco tiempo de conocerse los detalles de cada episodio. Escapó Amado Boudou del Partido de la Costa, rescatado por el actual alcalde tigrense, Sergio Massa. Es gracias a este favor que Aimé llega a ANSES. Por desgracia para el hombre de Tigre, la recordatoria de este capítulo en la historia del hoy Ministro de Economía en algo podría salpicarlo en determinados círculos. Huyó Aimé, pero tuvo que pagar los platos rotos el ex jefe comunal de Jesús dado que -al día de la fecha- aún sigue recibiendo cuestionamientos en base a aquel plan nunca concluído de viviendas para residentes de bajos recursos. Hasta no hace mucho, Amado Boudou solía efectuar raudas visitas a "La Feliz" los fines de semana, felizmente montado en su Harley Davidson, con la cabellera al viento. Al estilo del romanticismo de incontables héroes solitarios de Hollywood. Como si el favorito de Cristina quisiera, de tanto en tanto, escapar de los demonios que le chillan al oído. Pudiera ser que se remite a poner pies en polvorosa cuando alguien le recuerda que su declaración jurada de bienes hace agua por todas partes -sin importar cuántos vehículos le siga adosando al expediente-. El problema es que Aimé también parece haber hecho de Mar del Plata un espacio idóneo para las travesuras, por cuanto se ha vuelto un notable emprendedor de negocios inmobiliarios. Los locales sacan permanentemente a la luz la titularidad que posee sobre dos departamentos en un prístino y lujoso edificio que mira hacia el mar desde el Parque San Martín, a metros del Boulevard Marítimo ("la Costa"). Emprendimiento en donde -vaya desagradable coincidencia- también han invertido un par de empresarios de origen colombiano con negocios dudosos a cuestas. Y fue también en "La Feliz" donde el prolífico Aimé participó como gerente de la firma Venturino Eshiur -dedicada a la recolección de residuos-. Como lo recordara oportunamente Carlos Pagni, los titulares de la empresa le endilgaron a Boudou la responsabilidad sobre la quiebra de la misma. No en vano, amigos del ahora ministro y que en su momento compartieron "pecados de juventud" lo recuerdan como un inoperante de la primera hora cuando de hacer negocios se trataba. Pero, evidentemente, una breve temporada en la política puede obrar verdaderos milagros en aquellos que observan incontables limitaciones para el entrepreneurship. Es Amado el golden boy de la Presidente de la Nación, Cristina Fernández. No hay que ser un agudo e implacable observador para notar que entre ellos existe algo más. Pero el lector no debe pecar de malpensado: de lo que se trata es de referir que nuestra primera mandataria ha depositado un bonus track de confianza en su favorito, al punto tal que le consulta sobre prácticamente todo asunto importante que hace a la res pública. No obstante, el amateurismo de Boudou parece cultivar múltiples vertientes. Su tropiezo más cercano en el tiempo ha sido la de contemporizar demasiado con la idea del seguimiento en perjuicio de los empleados del Ministerio cuyos destinos conduce. Como no podía ser de otra manera, Diario Clarín expuso las actividades de espionaje que ahora salpican al predilecto de la ocupante del sillón de Rivadavia, denuncia penal incluída. La razón es que Marcelo Bonelli -periodista cuasieconómico del diario y conductor de A Dos Voces junto al "Gato" Sylvestre- es el número uno en la "lista negra" de los espiados, como trabajador de prensa opositor en que hoy se ha convertido. Para peor, Amado negó la historia en una primera instancia, para terminar reconociéndola como "algo normal". Ahora mismo, Bonelli recorre todo espacio posible haciendo trizas al ministro. Desde luego, un comienzo nada halagador para un candidato recién lanzado. Sin lugar a dudas, deberían constituír temario para entendidos en psicoanálisis -no freudianos- las razones por las cuales los funcionarios públicos argentinos de los últimos años se ven compelidos a embellecer sus agendas con espionaje y una sobredimensionada malversación del dinero público. Quizás, el excesivo protagonismo de estas dos variables a lo largo y lo ancho del mundillo político pueda explicarse a partir del acostumbramiento a una larga permanencia en el poder y a la necesidad de mantener el status quo. ¿Quiénes conspiran contra mí? ¿Cuento con los medios financieros para eliminar esa crítica? En la Argentina, el carácter voyeurista de la política termina siempre combinándose con los conceptos nomenklatura, Gestapo y cleptocracia. Todo ello condimentado con una explicación tan sencilla como vacua, a saber, que la opinión ciudadana debe acostumbrarse a esta realidad pues se trata, en definitiva, de algo "normal". Tal como lo diría Amado Boudou. Por Matías E. Ruiz, Editor. e-Mail: contacto @ elojodigital.com. Twitter: http://twitter.com/matiaseruiz
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