Una decisión previsible
Chávez rompió las relaciones diplomáticas con Colombia hace un par de semanas debido a la denuncia del anterior presidente colombiano, Alvaro Uribe, quien había presentado pruebas en la Organización de Estados Americanos (OEA) en relación a la presunta presencia de guerrilleros colombianos en Venezuela.
12 de Agosto de 2010
Seguramente, el presidente venezolano aprovechó para hacer su pronunciamiento critico y de quiebre de relaciones con Bogotá por la denuncia del Uribe, su gran enemigo, aprovechando la transición presidencial para intentar luego con el flamante Jefe de Estado de ese país una nueva posibilidad de diálogo y acercamiento.
Así fue. Se decidió una reunión entre cancilleres de ambos países, en la que participó también el ex presidente argentino como titular de la Unasur, como antesala del encuentro posterior que mantuvieron los mandatarios para resolver la crisis diplomática. Aunque cabe recordar que el actual presidente de Colombia fue el ministro de Defensa del gobierno anterior y no tenía la mejor acogida por parte del líder venezolano, en función de las credenciales que exhibe en su trabajo combatiendo a los grupos guerrilleros en el pasado reciente.
Por ahora, no se pone el foco en el contenido y la urgencia de la comprobación de la denuncia del mandatario colombiano saliente, que es lo verdaderamente relevante a la hora de investigar, mas allá de la necesidad de restablecer las relaciones entre ambos países.
Hay que tener presente que Venezuela es un país dividido entre chavistas y antichavistas, grupos que se encuentran visiblemente enfrentados. Los opositores al gobierno obviamente tienen una posición debilitada, ya que las autoridades cuentan con todos los recursos y el poder para determinar unilateralmente su accionar y es por ello que no encuentra la suficiente resistencia por parte de la oposición.
Si nos atenemos a informes periodísticos de quienes vienen inspeccionando en los últimos tiempos respecto de la situación desde Caracas, no cabrían dudas al respecto, considerando que algunos aseguran que mueren aproximadamente 43 personas por día en Venezuela. También destacan la existencia de diferentes grupos rebeldes muy bien pertrechados.
Según estos antecedentes, existen más de 6 millones de armas entre la gente. Una sociedad que carga pistolas no tiene control y la violencia actúa con total impunidad, porque no encuentra límites.
Según evidencian los informes, nada se oculta. Lo que es más, en uno de los "barrios revolucionarios", se observa la presencia de un busto en honor a Manuel Marulanda (alias "Tirofijo"), un líder guerrillero de las FARC ya fallecido. También existen sectores apartados en donde se desarrollan movimientos de esta naturaleza, vinculados inclusive con ETA (Grupo guerrillero vasco español). Muchos de estos elementos se presentan encapuchados, observan su propia ley y su forma violenta de hacer justicia y defender la "Revolución".
El proyecto bolivariano, al consentir la impunidad, parece aprobar el comportamiento de esos grupos clandestinos.
Mientras las policías locales se mantienen al margen, los militantes rebeldes aseguran que si deben defender la estabilidad del gobierno del actual presidente en caso de que se intente destituírlo, lo harán a través de las armas. Insisten en que confían ciegamente solo en su "Comandante".
En esta situación de extremo peligro se encuentra hoy Venezuela. Sobresalen una impunidad que por momentos se contagia y de disemina hacia otros países de la región.
Venezuela se ha convertido, de acuerdo a estadísticas, en uno de los países mas violentos de la región, como lo mencionan también numerosos artículos de prensa en estas últimas semanas.
Por otro lado, los grupos clandestinos que operan en la extensión del país de Chávez observa cierta infraestructura: cuentan con centros de atención precarios para atender a heridos de bala o a aquellos que resultan bajas ante situaciones de enfrentamiento armado. Un dato no menor refiere que Venezuela alberga un total de 14.000 médicos cubanos, cuyo sueldo mensual es de 500 euros. Esto pone en evidencia la relación de intercambio entre ambos países.
Se ha reportado, por otra parte, que el aporte financiero que Colombia recibe desde los Estados Unidos de América para combatir a las FARC carece de sentido, en vista de que el elemento guerrillero utiliza a Venezuela como cobijo.
Ciertamente, Venezuela está reemplazando a Colombia como país de inseguridad extrema, situándose también a la par de Méjico, que sufre el flagelo de la droga y donde la violencia se extiende a límites insospechados, sin mediar freno.
Es de esperar que el actual presidente de Colombia, un ferviente y firme luchador contra estos grupos desde su función anterior, tome en sus manos la responsabilidad de investigar y condenar el accionar de estos milicianos, muchos de los cuales provienen de su propio país y se refugian luego en territorio venezolano para luego operar con impunidad.
En gran medida, de la agenda de Santos dependerá la seguridad regional y lo que suceda con el poderío guerrillero en los próximos años.
Por Juana Marcó, para El Ojo Digital Internacionales.
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Por Juana Marcó, para El Ojo Digital Internacionales