POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Se avecinan más peleas internas en el gobierno y los Kirchner insisten con la hondurización de su calvario. El dólar, único refugio posible para los ahorristas

Para los pequeños operadores, comprar billetes estadounidenses ya no es el correlato para hacer buenos negocios: se ha convertido en la única manera para garantizar los ahorros propios. La pelea entre Alberto Fernández y Aníbal es el prolegómeno de otros conflictos que vendrán. El matrimonio ya comienza a aferrarse a la cuestión hondureña para justificar un nuevo intento golpista si no pueden constituír el nefasto "Fondo del Bicentenario". El nombramiento de Mercedes Marcó del Pont garantiza la liquidación de las reservas del Central.

21 de Julio de 2010
Llegó la ultrakirchnerista Mercedes Marcó del Pont a la conducción del ahora "Banco Central de la República Kirchnerista" y los mercados exhibieron una importante sacudida. Casi finiquitado el affaire Redrado, ahora los grandes jugadores de la economía nacional tienen la confirmación que necesitaban: desde este momento, no quedan dudas acerca del destino de las reservas internacionales del CenBank. Estas serán dilapidadas sin remedio, hasta que queden solo unos pocos mendrugos para repartir entre la nomenklatura oficialista. Tal como sucediera en 1989. Lo único que podría darle el tiro de gracia al sueño del matrimonio presidencial de satisfacer su inacabable voracidad sobre los dineros de la primera institución financiera del país sería un nuevo megaacuerdo opositor en el Congreso de la Nación, pero aquel asoma inviable, con los radicales desactivados a partir del renovado papelón del Vicepresidente Julio César Cobos votando por el oficialismo en la Bicameral y con los vaivenes que caracterizan a los congresistas de izquierda que se llenan las fauces de ideología pero que, a la postre, terminan abalanzándose como famélicas aves de rapiña sobre la prebenda. Para colmo, sobrevuela por el espacio parlamentario el fantasma del hambre de fondos frescos que caracteriza a una interminable columna de gobernadores abiertamente inútiles a la hora de administrar sus provincias. Estos han estatizado virtualmente todos los rincones de sus economías al punto en que el gasto político ha terminado por licuarlos. Ya ni siquiera pueden hacer frente al pago de salarios y -como siempre- terminan golpeando las puertas de la Nación para que estas salgan a "sacarle las papas del fuego". Un verdadero festín para Néstor Kirchner, el verdadero regente de la Corona, quien necesita del voto de los senadores del Interior para dar comienzo al desparpajo con las bóvedas del Central y disponer del botín a su antojo y el de su autoritaria mujer. Es en esta instancia donde hacen su introducción los verdaderos traidores a la Patria. Se trata, ni más ni menos, de una horda de inoperantes elegantemente vestidos de traje que no ocultan sus deseos de destruir el valor de la moneda con tal de que sus propios coprovincianos no los vayan a buscar a sus residencias de verano. El canibalismo y el canallaje a flor de piel. Como también era de esperarse, el sanjuanino José Luis Gioja y el chaqueño Jorge Capitanich fueron los primeros que salieron a refrendar la necesidad de aprobar el Fondo del Bicentenario. El cuyano se encuentra hasta el cuello en cuestiones relacionadas con la explotación minera y un abultado compendio de irregularidades que hacen a ese negocio. Su hermano también juega un rol inequívoco en esa tenebrosa historia. Por su parte, Capitanich no puede ni soñar con ponerse en la vereda de enfrente de Néstor Kirchner porque conoce bien los gustos de su jefe en materia de "carpetazos" y tiene demasiadas cuentas en el exterior y negocios oscuros que ocultar. El bueno de Jorge Milton es propietario prácticamente de todos los medios de comunicación chaqueños más importantes, solo para empezar. Una suerte de Kirchner en miniatura, en un paraje a todas luces tercermundista como lo es la provincia del Chaco, y que se encuentra a la vera del estallido social. Entre bambalinas, Néstor y Cristina se han propuesto recurrir a la Corte Suprema -que ellos mismos se ocuparon oportunamente de conformar- para obtener la tan ansiada luz verde sobre el manejo de los fondos del Banco Central. Mucho se ha especulado de cara a esta decisión, por cuanto no era estrictamente necesario llegar a esa instancia: una sentencia sobre el tema demoraría demasiado tiempo, y ello ciertamente no coincide con el apuro que los Kirchner declaman tener. La espinosa cuestión podría resolverse mucho antes en el parlamento. Entonces, ¿han sacado el paraguas los patagónicos pidiendo "ayuda" a la Corte de los derechohumanistas Zaffaroni y Argibay? De ninguna manera. Los analistas políticos de corte tradicional refieren que el matrimonio se encuentra explorando todos los caminos posibles para amortiguar la propia desesperación, como si la estrategia se limitara estrictamente a lo operativo. Sin embargo, aquellos que saben leer la letra chica del contrato, se atreven a dotar a la cuestión de algunas variables que más intiman con lo ideológico. Pudiera ser que los Kirchner han decidido involucrar a la Corte Suprema en la pelea porque la estratagema íntima está copiando algunos elementos provenientes de la crisis hondureña. En aquella nación centroamericana, la corte suprema de justicia se conjuntó -por vía constitucional- con el congreso local y los partidos políticos de oposición para expulsar a Ernesto "Mel" Zelaya quien, dicho sea de paso, pretendía extender su período presidencial más allá de lo que la carta magna le permitía. Salvo tal vez en este último punto, los parecidos de Honduras con los nubarrones políticos de la Argentina son notables, y a la vez preocupantes. Este efecto hondurizador ha sido conveniente y oportunamente expuesto por El Ojo Digital. Sin ir demasiado lejos, tanto Néstor como Cristina Kirchner ya han comenzado a citar demasiado frecuentemente la palabra "Honduras" frente a cada encuentro que sostienen con propios y extraños a la hora de tratar la oposición que están encontrando para sus diabólicos planes. Todo lo cual convierte a la comparación con el escenario centroamericano en una hipótesis para nada descabellada. La última línea de defensa parece haber quedado en manos del mal llamado "peronismo disidente" y Elisa Carrió -que hace buenas migas con Felipe Solá-, habida cuenta de que no se puede contar ni con los socialistas ni los insípidos radicales. Esta disyuntiva opositora continúa transitando por un sendero cenagoso: ¿se debe permitir a los Kirchner que licúen los dineros del Central, para así allanarles el camino hacia un fracaso estrepitoso -que sería nacional-? ¿O será, definitivamente, hora de soportar estoicamente el discurso acusador "golpista y destituyente" con tal de impedirle al tándem santacruceño rematar su faena de locura? La problemática que traería aparejada esta última alternativa conllevaría una indeseable victimización y martirización de Néstor y Cristina. Inexplicablemente, los referentes opositores se vuelven en extremo sensibles ante estas acusaciones pero la ciudadanía -en categórica mayoría- no solo toleraría sino que celebraría una partida anticipada de los Kirchner. Es en este nodo de la red que la política sigue sin percibir el verdadero sentir de la opinión pública. Esta exige no tener que llegar a una explosión en todos los frentes -inflación, estallido social, tipo de cambio- con tal de que se reconfigure el panorama. Pero al ciudadano común nadie le ha explicado que, por como están las cosas, todos los caminos conducen hacia un parto doloroso y sin novocaína. En medio del pandemonio, tienen lugar novedades interesantes que se convierten en la comidilla del columnista dominical. Por un lado, ha concentrado gran atención la pelea del insufrible Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, con su ex colega y amigo, Alberto Fernández. Ambos sostuvieron un grueso entredicho que tenía la compra de terrenos a precio vil en Calafate como telón de fondo. Lo ridículo del asunto es que Aníbal, en su acometida contra Alberto, no observó que le estaba endilgando a su ex amigo una desprolijidad en la cual sus propios jefes son quienes han obtenido los suculentos beneficios. Las peleas en el Gabinete son recurrentes, e incluso abundan las escenas de pugilato. Ahí está el caso del "entredicho" entre Florencio Randazzo y Néstor Carlos Kirchner, en la noche del 28 de junio. Hubo otro más y continuarán filtrándose. Otro detalle que aún pugna por llegar a las primeras planas de los medios se trata del grosero recorte que los planes sociales vienen acusando en el siempre explosivo conurbano bonaerense. Los beneficiarios de más de un plan o subsidio comienzan a notar que el dinero no llega, o bien ocurre que uno de ellos les es súbitamente recortado. Los damnificados llevan la protesta a la municipalidad local, pero nadie se hace cargo. La furia aparece, la bronca se multiplica y al desorden solo le falta orden, esto es, organización para "encender la mecha". En provincia de Buenos Aires abundan los intendentes atemorizados ante la eventualidad de que hordas de furibundos desocupados vayan por sus cabezas. En las pequeñas localidades, los secretos son pocos: todo mundo sabe cuál es la casa del alcalde y la hora en que se lo puede ubicar. Otras voces se han alzado para destacar la asiduidad con la que referentes políticos y empresarios de la más variada extracción acuden, asustados, a los "cuarteles" para rogar por algún tipo de intervención. La respuesta vuelve, categórica: "Al lío que lo arreglen los civiles que votaron a esta gente. Aquí nos quedaremos, de brazos cruzados". Como bien lo sabe Aníbal, ni gendarmes, ni prefectos ni patanegras -los policías bonaerenses- moverán un dedo para rescatar a nadie si la cocina ve aumentada bruscamente su temperatura. Tanto ninguneo -pareciera ser- ha terminado por configurar gran parte del escenario de la inseguridad presente y por venir. Pomar o no Pomar, esa es la cuestión. En paralelo, la cotización del dólar ha vuelto a acaparar los titulares principales, y cada vez que algún funcionario cita frases cercanas a la célebre sentencia "El que apuesta al dólar, pierde", la moneda se las arregla para subir algún centavo. Detrás del telón, el Banco Central se ve obligado a liquidar no menos de US$300 millones por día, con tal de frenar la demanda. Pero todos los intentos se tornan vanos. A los efectos de analizar el éxito o el fracaso del gobierno en el control de la corrida, no corresponde evaluar cómo cierra la cotización al final del día, sino que se vuelve necesario comprobar qué cifra debe "reventar" el BCRA para mantenerla. Para los pequeños ahorristas, apostarle al dólar es la única salida porque hoy continúa estando barato. Considérese que distintos análisis fijan el punto de equilibro entre $4,40 y $4,70 pesos por dólar. Mercedes Marcó del Pont puede regalarle a las cámaras de tevé todas las sonrisas forzadas que quiera, pero ya debe ir enterándose de que su destino está sellado. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: contacto (arroba) elojodigital.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política