POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Conflicto en el Central: los Kirchner equivocan nuevamente la estrategia. Martín Redrado olfatea sangre y pasa a la ofensiva: revelaría los secretos del poder

Cuando caiga el telón sobre el triángulo de pasión Gobierno-Central-Redrado, Cristina Fernández y Néstor Kirchner desearán no haber cometido las torpezas que por estas horas continúan socavando su imagen pública. Aníbal Fernández ordenó a la Policía Federal evitar el ingreso del todavía Presidente al Central y fue denunciado penalmente. El Jefe de Gabinete hipoteca su futuro y se prevé que terminará en prisión después de 2011.

21 de Julio de 2010
"Tengo la lista de los amigos del poder que compraron dólares", disparó un inconmovible Martín Redrado ante su interlocutor de la plantilla de Diario Clarín. En gran medida, esta sentencia ha pasado desapercibida por los medios tradicionales de prensa, pero es el detalle que ha puesto en extremo nervioso al matrimonio presidencial. El impacto de esta atrevida frase -se asegura- provocó incluso más escozor que el fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de la pasada semana. Y no es para menos. La conducción del Banco Central de la República Argentina hace las veces de verdadera columna vertebral de la economía. Los movimientos de peces gordos y los más encumbrados players no son desconocidos para quien lleve las riendas de la institución. Martín Redrado, al situarse súbitamente en la vereda de enfrente de los patagónicos, supo tomar los debidos recaudos. Entiéndase: se hizo de voluminosa y detallada información que terminaría por desnudar el carácter netamente plutocrático del vilipendiado esquema kirchnerista. Lo que viene a ser el objetivo primario de los Kirchner desde su llegada al poder. Porque -imposible negarlo a estas alturas- la maquinaria de propaganda oficial ya no hace mella en una ciudadanía cansada que observa cómo los favorecidos del kirchnerismo suelen ser reputados hombres de negocios y amigos desde tiempos en que Néstor gobernaba Santa Cruz con mano de hierro. Allí están los ejemplos de Cristóbal López, Lázaro Báez, el chileno Rudy Ulloa Igor, Julio De Vido, y otros tantos. El Ministro de Economía Amado Boudou -tras una brevísima investigación con base marplatense- también ha sabido sacar tajada de su cercanía con el poder K. Todos estos hombres por cierto no tuvieron en cuenta las palabras que, en forma de consejo, Carlos Menem obsequiara a su personal cuando recién tomaba posesión de las riendas del país en 1989 y algunos de sus íntimos le acercaron documentos que probaban las incontables trapisondas del alfonisinismo, a poco de haber escapado "por la ventana": "Muchachos, no se olviden de que nosotros tendremos que irnos de acá el día de mañana". Los papeles fueron a parar a la trituradora de documentos de cierta oficina de Balcarce 50. Cuestión de códigos, fue lo que se esgrimió en su momento. En rigor, Martín Redrado fue de los primeros que -desde el núcleo- supo notar que un matrimonio de regentes desnudos se encontraba administrando los designios de la República Argentina. Esperó la oportunidad para construírse una salida elegante y -si acaso el horno "levantaba temperatura"- hacer uso de sus varios ases ocultos bajo la manga. Muchos se preguntan las razones para el endurecimiento de la retórica redradista. La explicación es muy sencilla: los operadores de Néstor Carlos Kirchner en las sombras se preocuparon por destruir su matrimonio, explotando las desaveniencias hogareñas del titular del Central, tan típicas de los políticos o funcionarios que concentran demasiada atención del spot público. Y ello resultó imperdonable para Martín. Finalmente, a la hora de darle rigor científico a las tonterías, el matrimonio Kirchner siempre cuenta con los buenos oficios de su Jefe de Gabinete, el Dr. Aníbal Fernández. Este perfeccionado lenguaraz de la Administración sumó un nuevo tropiezo -a falta de un eufemismo más colorido- al impedirle a Redrado el ingreso a las dependencias del Banco Central por la vía de los federicos. El Ministerio del Interior -cuyas riendas mantiene don Aníbal- difícilmente podía impedirle a Martín Redrado el acceso al edificio, pues el fallo judicial se la pasada semana no ilustró acerca del cese en funciones del damnificado. Redrado tampoco comunicó estar de licencia, renunció ni cedió su puesto al kirchnerista Pesce. Por su parte, la Comisión Bicameral de solo tres miembros que componen el inefable Gustavo Marconato, el Vicepresidente Julio César Cobos y Alfonso Prat Gay ni siquiera logró expedirse sobre el rol de Redrado en el asunto. Resultado: Aníbal Fernández sumó una nueva denuncia penal de parte de Gregorio Badeni y compañía -asesor del todavía Presidente del Banco-. El insufrible Jefe de Gabinete no deja de acumular problemas. Ya Elisa Carrió y un grupo de partidos de oposición se encuentran allanando el otrora espinoso camino para trabarle juicio político al funcionario favorito de Néstor y Cristina. En los preámbulos del trámite se acumula interesante material probatorio frente a las obvias responsabilidades de Fernández en cuestiones relativas al tráfico de estupefacientes y las irregularidades minuciosamente analizadas del Registro Nacional de Armas (RENAR) -que oportunamente denunciara El Ojo Digital-. No faltará, en pocos meses, un magistrado que le dé curso a la cuestión en algún tribunal federal. Aníbal, a la postre, no solo deberá enfrentarse a la furia contenida del "Partido de la Justicia", sino que todavía le queda por sufrir la venganza que le estaría preparando el núcleo duro del duhaldismo, que encontró en el Jefe de Gabinete la definición más acertada para el sustantivo "traición". Luego, pulula por subrepticios rincones cierto paper que refiere al rol de Aníbal frente al asesinato de los destructivos piqueteros Kostecki y Santillán. Algunos incluso reportan que el material también sacudirá el suelo bajo los pies de don Alfredo Atanasoff. Puertas adentro, el kirchnerismo comienza también a hacer agua en la intimidad. Los pases de factura entre la Presidente Cristina Fernández y su esposo se han vuelto comidilla diaria. No es secreto que el matrimonio sólo es tal en los papeles -dado que cada integrante "hace la suya"- pero ahora los reproches son moneda corriente. Y a los gritos. El fragor vengativo ha desbordado la figura de Amado Boudou -quien fuera el factótum del agrandamiento de Martín Redrado-, para pasar ahora a la persona de Carlos Zannini, Secretario Legal y Técnico de la Presidencia. Este hombre, en última instancia, es el responsable definitivo por la fallida arquitectura legal del oficialismo, al no haber previsto la posibilidad de fallos adversos. Sentencias que aterrizaron en medio de un impacto mediático con notable efecto sobre la ya atribulada y apolillada imagen pública de Cristina. El error más grosero de Amado Boudou consistió en considerar que podía medir fuerzas con Martín Redrado. Aimée no solo no estaba a la altura de las circunstancias, sino que desconocía por completo el andamiaje internacional de aliados del todavía Presidente del Central, con origen en el establishment financiero internacional. Recién ahora Boudou observa la gravedad de su error, enterándose por las páginas de Diario Clarín de las felicitaciones y el empuje que Redrado recibe desde el exterior. Martín fue felicitado y arengado en su cruzada por Jean-Claude Trichet -presidente del banco central europeo-, los intocables banqueros suizos del Comité de Basilea (que agrupa a los gobernadores de los bancos centrales del G-10), los titulares de los CenBanks de Francia e Italia, y los popes de la Reserva Federal de los Estados Unidos de América. La conclusión lógica es que, Redrado o no Redrado, lo que importa es la opinion de la superestructura: en el endeble terreno en que se sitúa la economía mundial y la consabida influencia de la globalización bancaria, los titiriteros no están dispuestos a que la Argentina vuelva a defaultear y termine por arrastrar a la región a una magnificación del desastre. Por eso es que el presidente brasileño, Ignacio Lula da Silva, tampoco está dispuesto a dejar caer al hermano argentino. Más allá del tropiezo que caracterizó a Lula en la cuestión de Honduras, tanto él como los industriales paulistas que representa Planalto saben bien cómo jugar sus cartas cuando se vuelven a topar con el cíclico entramado de idiotez argentina. Al fin y al cabo, el espectro global de decisores sabe a ciencia cierta que la crisis local es el acabado subproducto de la ignorancia exhibida por el matrimonio patagónico, el cual se ha visto sazonado con dosis irracionales de populismo y un índice de corrupción que ni siquiera se ha visto en naciones parias como Haití o Venezuela. En cualquier caso, la grandilocuencia del discurso destituyente que parte en hediondas oleadas desde la Casa Rosada no cesa. Hace poco, Néstor Carlos Kirchner reflotó esos conceptos en el ahora tristemente célebre programa "6, 7, 8" de Canal Siete, reflejando que "la conspiración Cobos-Clarín existe". La expresión sonó más como un apelativo, y al esposo de la Presidente solo le faltó indexarle un patético "¡Créanme, por favor!", en medio de lloriqueos. Mas el ruego pudo percibirse en medio de la declamación. Es ya demasiado tarde para la Presidente de la Nación, que cuenta los algo más de setescientos días que le quedan en el sillón de Rivadavia de la misma manera en que los reos contabilizan las jornadas que restan para la tan ansiada libertad, en improvisados calendarios adheridos a la celda. La insistencia en la farsa golpista-destituyente solo contribuye a agigantar la sospecha -para algunos confirmada- frente a la posibilidad de que el matrimonio se despida del poder antes de tiempo, como si de una expresión de deseos se tratase. Después de todo, nadie se toma tanto trabajo en identificar a un enemigo, si el plan del abandono por forfeit no se encontrara en el libreto. A este respecto, funcionarios de la talla de Amado Boudou y Aníbal Fernández deberían saber que sus jefes ya tienen por seguro abandonarlos a su suerte. Cada cual deberá asegurarse su propio salvoconducto y, en determinados casos, contar con unos cuantos millones en alguna cuenta offshore no garantiza el escape. Sucede que, en los Learjet nunca sobran plazas; menos en horas turbulentas. Baste recordar el ilustrativo ejemplo del Titanic, en cuyos planos originales la instalación de suficientes botes salvavidas no era tema prioritario. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: elojodigital.com (arroba) gmail.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política