POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Para la Presidente, el juez Thomas Griesa dicta sentencias con Clarín en la mano. Cristina Fernández y Amado Boudou, en un tándem de conferencias abundantes en patetismo

Tras el embargo preventivo que el magistrado americano Thomas Griesa le impusiera a las cuentas del Banco Central de la República en Nueva York, la Presidente de la Nación y el titular de Finanzas -Amado Boudou- montaron sendos shows mediáticos en donde abundaron ataques y descalificaciones de bajísima estofa. A Cristina solo le faltó acusar de destituyentes a los monotributistas de todo el país, mientras que "Aimée" Boudou concentró su munición en Martín Redrado.

21 de Julio de 2010
El casi octogenario magistrado del distrito del sur de Nueva York, Thomas Griesa, dio lugar finalmente a un pedido presentado por los denominados fondos "Buitre" (vulture funds, tal su denominación inglesa), y terminó embargando cuentas del Banco Central localizadas en instituciones financieras de aquella ciudad, por un total que se ubicará entre los dos y los veinte millones de dólares. El taciturno juez, nacido en la ciudad de Kansas en 1930 y ex guardacostas, ni siquiera imaginó que terminaría convirtiéndose en el enemigo declarado de la desprolija Administración Fernández de Kirchner. A tal punto que su persona fue una de las protagonistas obligadas de la conferencia de prensa que Cristina daría en la tarde del martes en el Salón de Mujeres Argentinas de la Casa Rosada. Previamente, el Ministro de Economía, Amado "Aimée" Boudou, lo había catalogado de "embargador serial", en vista de un puñado de antecedentes. Por cierto, lo que más le debe haber dolido a la Presidente de los argentinos y a Boudou no fue el inoportuno timing de la decisión del veterano magistrado sobre los activos financieros argentinos, sino el hecho de que, al menos en los Estados Unidos de América, las leyes se hacen cumplir, sin importar las consecuencias. Factor que suele caerle como baldazo de agua fría a dictadorzuelos venidos a menos y con popularidad en declive. ¿Quién no recuerda los pataleos de Saddam Hussein y el panameño Manuel Noriega, cuando comenzaba a cobrar forma el sendero de ambos hacia el cadalso? Por desgracia, los discursos presidenciales de las republiquetas bananeras sirven a los efectos de convencer al vasallaje acerca de las maldades del "Imperio" aunque, para el caso que nos ocupa, aquel se vea conducido por un anciano juez de distrito y que toca el clavicordio en sus ratos libres o for kicks, en el decir de los yankees. Habida cuenta de la caída libre que exhiben los índices de popularidad de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, solo era cuestión de tiempo para que, un día, los discursos llegaran a mostrarse risibles y bordeando el ridículo. Aquí reside la razón que explica por qué el abuso de la cadena nacional y sus derivados son una solución incontestablemente cortoplacista. Más tarde o más temprano, el líder agota todos los recursos del libreto, y asoman la incontinencia verbal y los delirios persecutorios. Por más que se abuse de la promoción de ventas, esta solo se utiliza para "ganar tiempo", mientras se planea la siguiente estrategia comercial. Aquí, el concepto de estrategia, simplemente brilla por su ausencia. Para nuestra desgracia, la Presidente ya no se caracteriza por ese talante combativo y los discursos brillantes que obsequiaba en tiempos en que era Senadora de la Nación. En su oportunidad, supo cosechar desde elogios hasta prolongados suspiros. De todo aquello, no quedan ni las cenizas del recuerdo. Lo que es más, los sentimientos que despierta actualmente se han mudado al extremo opuesto. Cristina Fernández no se tomó mucho tiempo para esperar al final de la conferencia de Boudou para montar el triste show que tuvo lugar en la Casa Rosada. Ante una tribuna repleta de rostros sin nombre pero con cargos públicos por los que agradecer eternamente, la señora volvió a entonar los versos del discurso destituyente. En el "palco", se ubicaba el coro de algunas de las figuras hoy más denostadas por la opinión pública: el propio Amado Boudou, Daniel Scioli, Florencio Randazzo y Julio De Vido. Solo faltaba el inefable Aníbal Fernández. La decisión del juez estadounidense Thomas Griesa fue el eje de gran parte de la verborragia presidencial de ocasión. Sonrió la Presidente cuando, al referirse al hombre, dijo: "Este juez, sobre quien creo que el Ministro de Economía se refirió como embargador serial...". Aimée le devolvió el gesto. Pero Cristina no "creía" nada: sabía perfectamente lo que dijo Boudou pues todo estaba ya orquestado de antemano. El gaffe se constituyó en una auténtica tomada de pelo para la teleaudiencia. El clima golpista y destituyente se iría adueñando luego del espectáculo, mientras la tribuna -plena de individuos pasados en kilos y equipados con trajes baratos- contenía sus deseos de aplaudir, para no interrumpir la inspiración presidencial. Resultó entonces que, para Cristina Fernández, el veterano Griesa toma decisiones con el diario Clarín en la mano. En pocas palabras, la mandataria descalificó a un medio porque aquel se "atrevió" a evaluar los escenarios posibles en la justicia neoyorquina. Pero, ¿qué llega primero: el huevo, o la gallina? ¿Es acaso Héctor Magnetto el que le dicta las sentencias a Thomas Griesa, o bien algún empleado del juzgado se comunica inmediatamente con Ernestina Herrera de Noble para anticiparle los sucedáneos? ¿Tanto poder tiene el multimedio? Desde luego, Clarín no es santo de la devoción de quien esto escribe, y tampoco lo es de tantos otros miles de conciudadanos, pero debe destacarse el profesionalismo de su staff, que aguanta estoicamente los interminables embates que Balcarce 50 y sus asociados le dedican diariamente. Lo propio debe decirse de los trabajadores de prensa del matutino La Nación que, en la visión presidencial, anticipa los hechos políticos de la Argentina y los movimientos de la oposición, como si el centenario periódico tuviera el control de los hilos de todo lo que sucede por aquí. Pero todo cobraría ribetes más bizarros. Segundos después, nuestra Primera Mujer concluyó que todos los mencionados eran parte de un plot destituyente, en donde -como era de esperarse- se incluiría también a la magistrada María José Sarmiento. La mencionada, en palabras de la Presidente, no es otra cosa que una "jueza delivery" que atiende con rapidez, presteza y prontitud a todo requerimiento judicial opositor. Sobre Sarmiento ya comienza a caer, lentamente, una siniestra operación de inteligencia paraoficial que echa luz sobre algunos de los miembros de familia, relacionados con la pasada dictadura militar. Aunque no se comprende cómo podría eso dictar el comportamiento actual de la mujer. El dato llega, por ahora, en la forma de correos electrónicos masivos, pero no tardará en "debutar" en algún medio de la grilla kirchnerista. La columnista Nora Vieiras, de Página 12, y El Argentino corren con grandes chances de hacerse de la "primicia". En la caja boba, seguramente el programa "6, 7, 8" se subirá al tren informativo. Por cierto, valga el pequeño paréntesis para agradecer a los colegas de esta emisión, que recientemente citaron material de El Ojo Digital. No vale la pena hacer mayor caso de las voces de la derecha que relacionan a la conductora María Julia Oliván con el Mossad -el servicio de inteligencia de Israel-. Más vale quedarse con su belleza, su melódica y seductora voz y su refinada inteligencia. Sin embargo, Griesa, Sarmiento, Clarín, La Nación y los políticos de la oposición al gobierno kirchnerista no están solos. Cristina Fernández se las arregló para ligarlos incluso con Kenneth Dart -uno de los titulares de los fondos buitre en litigio con la Argentina-. Este señor también aparece como jefe del juez neoyorquino en la penumbra. Nuevamente, para la interpretación oficialista. Desde luego, la esposa de Néstor Carlos Kirchner también le adjuntó intenciones destituyentes al Vicepresidente Julio César Cobos, quien hace "cualquier cosa", menos cumplir la función para la que fuera elegido. Martín Redrado -la víctima del momento- no es más que un okupa, en el "refinado" vocabulario presidencial. Pero la Presidente tropezaría, a la larga, con los errores propios de su Administración, involucrándolos en el discurso. De la noticia del embargo y de la interferencia del Congreso para que la Casa Rosada disponga discrecionalmente de las reservas del CenBank, concluyó Cristina que "existen intereses que pretenden que la Argentina se endeude más caro". "¿Quién pagaría una tasa del 16% anual?", se preguntaría, acto seguido. En medio del ataque de amnesia temporal, olvidó la primera mandataria que, oportunamente, el gobierno de su esposo canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional para no volver a recurrir a ese organismo en busca de financiamiento, y que luego, su gobierno pugnó para que el dictador venezolano Hugo Chávez Frías adquiriera bonos argentinos que le costaron al estado, precisamente, casi 16 puntos anuales en intereses. Cifra evidentemente mayor que el 6% al año que presentaban los créditos del vilipendiado FMI. El problema eran las "molestas" fiscalizaciones que el organismo suele ejecutar sobre las naciones deudoras. Es decir que, en virtud de mantener una relación política fluída con los sectores de la ultraizquierda, los patagónicos no dudaron en hacerle perder cientos de millones de dólares a las cuentas de la Argentina. Esto no fue un simple desliz: no es otra cosa que un deleznable acto de corrupción, planificado al más encumbrado nivel. La Presidente Cristina Fernández Wilhelm concretó, a la postre, una deprimente presentación. No fue la primera vez que se despachó en acusaciones infundadas y reprochables, pero sí fue la primera oportunidad en la que sus palabras traspasaron la frontera de lo irreal y lo paranoico. De esta lectura, más de un analista concluirá que el discurso oficial exhibe, cada día más, una abierta intención de no completar el mandato en 2011. Se recurre con tanta fluidez y comodidad a endilgarle esa intencionalidad a sectores opositores que, a fin de cuentas, pareciera que ese objetivo fuera propio del matrimonio presidencial. La ciencia de la psicología tiene mucho para aportar a la hora de analizar este interesante aspecto del discurso: en psicoanálisis, se define como proyección a un mecanismo de defensa a través del cual el individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de origen interno o externo atribuyendo incorrectamente a los demás, sentimientos, impulsos o pensamientos propios, que le resultan inaceptables o que le generan negación. De Cobos, Cristina dijo lo más remarcable: "Parece que quisiera ser Presidente antes de 2011". Tomando como base la teoría del psicoanálisis, correspondería preguntarle a ella si acaso no evalúa abandonar la Presidencia antes de la fecha prefijada. Ya el Vicepresidente se ocupó de contestar, de forma elegante pero categórica: "Ven fantasmas donde no los hay. Si acaso existe una conspiración es contra mí. No me preguntan ni me consultan nada". Aproximadamente a las 17:00 horas del martes, el Ministro de Finanzas, Amado Aimée Boudou, también tuvo su exhibición, que decepcionó a muchos. Porque el discurso careció absolutamente de fraseología técnica, abundando en contenido estrictamente político. Fue el debut del funcionario como referente kirchnerista de núcleo duro, ya que aprovechó la instancia para despotricar contra su colega de profesión, Martín Redrado. A él, precisamente, trató de provocar para sacarle alguna respuesta efusiva al día siguiente, frente al parco comentario del todavía titular del Central, quien declamara: "Yo no opino; trabajo". Las impertinencias y la pedantería de Boudou traspasa todo límite tolerable. Mientras recuerda su preocupación por "el dinero de los argentinos", no cede un ápice en cerrar suculentos negociados inmobiliarios a nivel personal en su tierra natal, Mar del Plata. Y la provocación resulta denodadamente extrema cuando, luego de poco indagar, cualquier ciudadano se enteraría de que su declaración jurada no cierra por ningún lado. En rigor, los comentarios de Amado Boudou se extendieron más allá de su ámbito de influencia, especialmente cuando acusara que "los fondos buitre tienen oficinas en Buenos Aires". Por elevación, apuntó contra las decisiones de la magistrada Sarmiento, quien dio lugar a los planteos opositores para proteger a las reservas monetarias de la Argentina o, lo que es lo mismo, entorpecerle los planes proselitistas a Néstor Kirchner, el primer beneficiado a la hora de repartir el dinero hoy en pugna. Por cierto que Boudou también tendrá mucho para explicar, el día que esta pesadilla se haya terminado: existen demasiados puntos oscuros en la trama del nuevo canje, y la web www.informadorpublico.com se ha ocupado de detallar la forma en que el propio Kirchner ha especulado con información privilegiada sobre estos acuerdos, para seguir incrementando su fortuna personal. Faena para la cual ha contado con Aimée. Dicen algunos que el juez Thomas Griesa defiende los dineros del Estado argentino mucho más de lo que lo hacen sus propias autoridades. Tal aseveración podría fundamentarse, sin lugar para el error: en su rebuscada y medulosa fraseología, ni el propio Boudou ni la Presidente de la Nación supieron leer que el fallo del veterano juez de distrito de Nueva York, en realidad favoreció sutilmente a los intereses argentinos, dado que dio lugar al pedido de embargo preventivo antes de que los famosos US$ 6.500 millones de dólares fueran girados. Ello hubiera provocado un daño irreparable a la credibilidad del país y hubiera dado lugar a una corrida bancaria de proporciones a nivel local, peor que el que ya está teniendo lugar gracias a partir de la porfía oficial. El "embargador serial" en verdad se ha preocupado más por cuidar los intereses locales de lo que lo vienen haciendo los Kirchner. Los conferencistas de la jornada también olvidaron mencionar, sugestivamente, que Washington en su oportunidad intercedió ante el magistrado Griesa para que no fuera más allá y embargara grandes sumas en el pasado. Con todo, el desliz más grosero de Amado Boudou en su exposición sobrevino cuando, dirigiéndose a la teleaudiencia, disparó que "la deuda es de todos los argentinos". Una expresión lamentable que, como cualquiera puede imaginar, no caerá para nada bien en los círculos progresistas que sostienen al kirchnerato ni en la sociedad de bien. Hasta un iletrado adolescente podría argüir con firmeza que el endeudamiento externo no es responsabilidad de los ciudadanos, sino que tiene relación directa con la torpeza de la dirigencia local y la corrupción que siempre los ha caracterizado, en mayor medida. En esta sentencia hasta se puede intuír un dejo de expreso autosabotaje. Como si los referentes del gobierno buscaran provocar abierta y permanentemente a la ciudadanía, con el objetivo de que aquella pierda la poca paciencia que le queda y convoque a salir a las calles. Es llamativo que este tropiezo discursivo del Ministro de Economía no haya aterrizado violentamente en las páginas de los medios masivos de comunicación, donde abundan analistas de prestigio. Las lecciones de este martes 12 de enero de 2009 se cuentan por docenas. En primer término, queda corroborada y harto refrendada la patología paranoide que acusan los más encumbrados referentes del gobierno federal. Por otro lado, las presentaciones públicas de Boudou y Cristina Kirchner del día de la fecha le han dado incontables argumentos a la opinión pública como para que esta se convenza de que, en efecto, la tan mentada conspiración existe. Pero que tiene su origen, fundamentalmente, puertas adentro de Balcarce 50. En lo que respecta a las jornadas oficialistas del día, no quedan dudas frente al parecido de una y otra presentación. Los lenguaraces de turno, encargados de la comunicación gubernamental -por caso, Fernandito Braga Menéndez- no terminan de comprender que "más", no equivale, necesariamente, a "mejor". Para los ideólogos a cargo, ahí está el sencillo ejemplo de la Ley de los Rendimientos Decrecientes y los vasos con agua. O los jubilados argentinos que pierden la vida por automedicarse. No hace falta remitirse a voluminosas enciclopedias. Por cierto, el gran legado de los Kirchner ya ha hipotecado el margen de acción del próximo gobierno -cualquiera sea su color político-, y continúan haciendo un encomiable esfuerzo para que la ciudadanía vuelva a pagar los platos rotos. Porque al desfase hilado por los santacruceños, inevitablemente, le seguirán un sinceramiento general de tarifas -y por ende, de la inflación-, y una corrección poco elegante del tipo de cambio; para no hablar de factores ciertamente más intempestivos y que terminarán de borrar a las clases medias del mapa. Será difícil, por no decir que será una tarea titánica, volver a convencer al electorado acerca de la importancia de sufragar, de tanto en tanto, cuando el resultado redunda siempre en los mismos perjuicios. Las crisis mal llamadas cíclicas de la Argentina no se explican a partir del uso de la astrología, espiritistas ni tablas ouijas. Son perfectamente predecibles y su anticipación se corresponde con los súbitos ataques de impericia y voraz corruptela que sobrevienen sobre los líderes de turno, llámense Carlos, Fernando, Néstor o Cristina. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: elojodigital.com (arroba) gmail.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital