SOCIEDAD: POR OVIDIO H. ZANZERO, DEUCALION BLOGSPOT

Abuela, cuéntame un cuento

Los cuentos de los abuelos -recuerdos imborrables de la niñez-, contados con amor, ternura y el aplomo que da la experiencia de los años vividos; y la tranquilidad con resignación cristiana por los que restan, siempre nos marcan por toda nuestra existencia...

21 de Julio de 2010
Ante lo cual resulta imposible de entender que ello no sea realmente así, no cabe en la imaginación humana más perversa, la idea de un procedimiento totalmente opuesto a este hecho. La figura de los abuelos, es un rasgo permanente en la memoria de las personas, por lo tanto resulta un imperdonable pecado que el mismo, sufra deformaciones que los trasunten en fraude, si se procediera de esta maléfica forma, resultaría propio a una actitud sádica, tal cual lo describiera Erich Fromm, en el estudio minucioso y metodológico del sadismo, en lo que se podría llamar sub-clasificación de la estructura del carácter maligno. Así vemos como en los últimos tiempos, tanto la psicología, como la psiquiatría se dedicó en más de una oportunidad al estudio de las personalidades maléficas y/o productoras de males innecesarios. Estos estudios generalmente se han dirigido, especialmente al meollo de la cuestión, fijando su atención en las características psicológicas de los autores de estos hechos, que con su aberrante proceder, se hallan incluídos en los enunciados de múltiples teorías que investigan las modificaciones y la evolución de los procesos mentales y los psíquicos -psicodinámica-, que darían cuenta de cómo un ser humano, puede llegar a consumar intencionalmente maldad sobre otro ser (en muchos casos bajo la seudo fachada de perseguir justicia). La gravedad de por sí, perversa del mal, resulta potencialmente mayor cuando éste es ?grupal?; por tanto se considera imposible tratar el tema del mal y los hechos considerados malignos o abominables, sin considerar el estudio categórico del ?mal grupal?, dado que por más detestable y repulsivo que sea el mal individual, es indudablemente el mal de grupo el que más nos daña y nos amenaza, ya que al final de cuentas, es el que más hace peligrar nuestra integridad jurídica y nuestra sobrevivencia colectiva, al par que atenta contra el sentido mismo de humanidad. La maldad que trasciende a través de la mentira es merecedora a un tratamiento especial, esta expresión de aquello distinto de lo que se sabe, se cree o se piensa, por tanto es un acto de perversidad de igual peso que la maldad misma. La mentira, acción despreciable y aborrecible en sí misma, forma parte integrante de trastornos de la personalidad. Pseudología fantástica, dirán algunos, dado que es el nombre que recibe esta tendencia obsesivo-compulsiva a realizar actos y declaraciones falsas, estudiada en razón dijimos, como trastorno de la personalidad al que lleva el hábito de mentir. Es una compulsión provocada por el deseo de causar daño o admiración en los demás, según sea la motivación y atraer su atención, aprecio y/o desprecio. Por esta causa, los mentirosos compulsivos inventan unos hechos y una historia, es decir, se imaginan una vida distintas, hechos distintos, de lo que saben, creen o piensan Lo patológico comienza cuando las mentiras se hacen cada vez mas grandes, constituyendo estas, su forma de vida corriente, hasta se puede llegar a vivir de ellas por un tiempo, pero nunca para siempre, pudiendo llegar incluso a violar la ley por estas. La persona mentirosa, -se manifiesta generalmente-, en que sólo dice la verdad cuando se equivoca. Pero surge en forma incuestionable un problema; el mentiroso patológico jamás puede llegar a considerar bueno, útil o agradable, los halagos y admiración que le brindan otras personas, porque es conciente de que no se lo hacen a él, sino al fruto de su invención o de su ambición desmedida. Esta modesta reflexión, sobre el mal y la mentira, no puede menos que trasladarse al injusto sufrimiento impuesto desde el presunto acto abusivo de derecho (Art,1071 del Código Civil); y, la mentira y sus respectivas insistencias de la parte denunciante, en lo referente a la familia Giménez-Mancuso y a su hijo Carlos Ignacio, durante casi cinco (5) años de parte de la Organización Abuelas, en virtud a lo que se diera a conocer recientemente en la conferencia de prensa desarrollada por esa organización, sin la más mínima muestra de arrepentimiento, ni reconocimiento al daño ético-moral y material infringido a la honorabiliadad del grupo familiar en cuestión. Por Ovidio H. Zánzero, Deucalion Blog. 17 de septiembre de 2008. http://deucalion-info.blogspot.com/
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