INTERNACIONALES: POR ALBERTO MAZOR, ARGENTINA.CO.IL

De vuelta a Itzjak Rabin

Esta vez no se trata de una propuesta para poner sobre la mesa los asuntos más complicados de la negociación con los palestinos. Ultimamente, Ehud Olmert habla en forma abierta de ofrecerle al presidente Mahmud Abbás, un acuerdo de principios que permita retomar las conversaciones de paz.

21 de Julio de 2010
Todo comenzaría tratando de crear un ambiente de estabilidad y confianza, solucionando problemas al parecer minoritarios como las características del futuro Estado palestino, sus instituciones oficiales, su economía, el sistema de aduanas que tendría con Israel, etc. Este proceso es muy similar al que pretendió iniciar Itzjak Rabin, al firmar los Acuerdos de Oslo. Rabin mantenía la idea que la solución de un conflicto donde se pueden mezclar fácilmente nacionalismos con religiones, tiene que transitar un camino largo y doloroso, durante el cual se deban desarrollar posibles concesiones, cuya relevancia establezca una confianza mutua entre las dirigencias de las partes en discordia, además de crear una atmósfera de paz entre los pueblos. En aquella ocasión, los fundamentalistas de ambos bandos, conscientes de las renuncias que ese proceso implicaría, consiguieron atascar el avance de las negociaciones. El terror de los radicales palestinos y el asesinato de Rabin a manos de un fanático judío religioso, hundieron las esperanzas. Más tarde, y ya dentro de un clima convulsionado, la ascención al Gobierno israelí de los opositores a Oslo, la segunda Intifada de Arafat, el unilateralismo de Sharón, y la victoria de Hamás en las últimas elecciones palestinas, consiguieron acabar con cualquier intento sincero de diálogo. Así como en 1993, también en este caso, el establecimiento de un Estado palestino en el 90% del territorio de Cisjordania y Gaza y la paz definitiva con Israel serían los objetivos finales del nuevo acuerdo de principios, que dejaría para su fase posterior las discusiones más complejas como Jerusalén, el futuro de los asentamientos, las fronteras definitivas y el problema de los refugiados. El documento contemplaría posibles intercambios de territorios y una hipotética posibilidad de que los palestinos obtuviesen la capitalidad de Jerusalén Este. Pero todo con diferentes matices. Dicho intercambio podría permitirle a Israel tratar de mantener sus principales asentamientos en Cisjordania - Maalé Adumim, Gush Etzión y talvez Ariel - a cambio de ceder a los palestinos algunas porciones de terrenos equivalentes y fundamentales en otros puntos. El acuerdo también podría contemplar la posible construcción de un túnel para conectar Gaza con Cisjordania. Aunque los detalles del trazado del mismo se desconocen, la propuesta israelí incluiría este punto dentro del intercambio de territorios ya que, para ejecutar una obra de tal envergadura, sería necesario escarbar en el terreno bajo soberanía israelí y Olmert considera que los palestinos deben compensarlo. Esta maniobra retomaría una idea ya barajada en el pasado, aunque nunca propuesta abiertamente, que solucionaría el problema de la continuidad del futuro Estado palestino y a la vez garantizaría la seguridad de Israel al evitar fricciones en esa zona. El último punto de esta propuesta, que se refiere a Jerusalén, es el menos aceptable para la Autoridad Palestina. Es cierto que recoge la posibilidad de que Israel acepte que Jerusalén Oriental sea la capital del nuevo Estado, pero siempre que la Ciudad Vieja, los lugares santos y sus alrededores sigan, hasta llegar a un acuerdo de paz definitivo, bajo control israelí. De cualquier manera, el proyecto va cobrando forma. Olmert ya dio largas explicaciones sobre el mismo a los ministros de Asuntos Exteriores de Egipto y Jordania que se entrevistaron con él en representación de la Liga Árabe, un hecho que hasta ahora nunca se había producido. Los dos ministros le presentaron la iniciativa árabe consistente en reconocer y normalizar las relaciones con Israel a cambio de la retirada de los territorios ocupados y de hallar una solución al terror y al problema de los refugiados palestinos. También la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, transmitió a Mahmud Abbás, la voluntad de Olmert de tratar temas fundamentales para reactivar el proceso de paz y abrir negociaciones sobre la creación de un Estado palestino. Las palabras "temas fundamentales" hablan por sí solas. Pero Abbás, debilitado desde lo que él llama "el golpe de Estado de Hamás", pretende que Olmert, antes que nada, levante las 500 barreras fronterizas de Cisjordania para facilitar la circulación de los palestinos y continúe con la liberación de prisioneros. Voceros de Olmert aseguraron que su Gobierno quiere fijar un marco sobre estos asuntos antes de la conferencia internacional, auspiciada por EE.UU, en Noviembre; una idea que ha sido acogida con satisfacción por los países árabes patrocinadores del plan saudita de paz. Además, Rice y el primer ministro palestino, Salam Fayad, firmaron un acuerdo-marco, tras el compromiso de Washington de conceder 86 millones de dólares a la Autoridad Palestina para la reforma de los servicios de seguridad y el entrenamiento de sus fuerzas. El acuerdo formalizó la intención de EE.UU de asistir a la AP para que pueda imponer la ley y el orden en sus territorios. En círculos palestinos se comenta que estas últimas maniobras de Abbás y de Olmert, tienen que ver con las próximas elecciones que Abbás todavía no ha convocado. El trueque comprendería un acuerdo con varias concesiones por parte de Israel de manera que Al Fatah pueda presentar éxitos concretos a los electores en los futuros comicios; una especie de anzuelo para atraer votos después de la polémica legislatura que concluyó con la toma de Gaza por Hamás. No cabe duda de que desde que Hamás desbancó a Al Fatah de la Franja de Gaza, la comunidad internacional e Israel se vienen esforzando para afianzar el poder del Ejecutivo de emergencia nombrado por Abbás en Cisjordania y para contrarrestar al que dirige el depuesto primer ministro Ismael Haniyeh en Gaza. Estos argumentos explican también el accionar de la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, quien condicionó la implementación de cualquier acuerdo entre palestinos e israelíes a aquellos sitios en los territorios donde exista un Gobierno efectivo - aludiendo a Cisjordania - e insistió que éste puede ser la base inmediata para la cooperación o negociación entre palestinos e Israel. Según Livni, en Cisjordania hay un Gobierno comprometido con los principios fundacionales para la paz y esta es una oportunidad que no debe desaprovecharse. De llevarse a cabo la conferencia internacional para la paz, convocada por Bush en Noviembre, esta se realizaría a 12 años del asesinato de Rabin. En nuestra región ya está más que demostrado que cuatro meses pueden ser una eternidad, y que cualquier efecto desestabilizador - la publicación del Informe final de la Comisión Winograd, por ejemplo - puede acabar con la mejor de las intenciones. Sin embargo, el proceso que se viene construyendo adopta las bases primordiales de aquél que Rabin pretendió establecer. Tales progresos podrían conducir a que los israelíes empecemos a recuperarnos del trauma que significó su asesinato, que los palestinos en Cisjordania vean que su calidad de vida mejora considerablemente, que los palestinos en Gaza comprendan que el fin de la conquista, la pobreza y la marginación pasan por abandonar el terror y dialogar, y que talvez, aunque sólo desde la fotografía, Rabin pueda volver a esbozar su tímida sonrisa de satisfacción.
Por Alberto Mazor, Argentina.co.il