SOCIEDAD: MANIFESTACION DE TAXISTAS FRENTE AL SHERATON BUENOS AIRES

La protesta mafiosa de Omar Viviani contra el Sheraton Buenos Aires

Omar Viviani, autodenominado titular del Sindicato de Peones de Taxis, encabeza una protesta con ribetes mafiosos frente al Sheraton Hotel Buenos Aires. El motivo : las autoridades del hotel internacional se hartaron de las estafas y los robos a los turistas y se decidieron a contratar los servicios con una compañía de radiotaxis, dejando a los vehículos de Viviani sin trabajo.

21 de Julio de 2010

En la Argentina en estado catatónico como el actual, gremialistas, políticos, piqueteros y delincuentes suelen salirse con la suya pues se enorgullecen de tener más poder que el propio Estado. Y los métodos jamás varían : si acaso alguna autoridad osa intentar destruir los oscuros negociados de algunos, estos responden con manifestaciones violentas, reclamando por su falso "derecho a trabajar". Lo han hecho los artesanos en Palermo Viejo. Lo han hecho los piqueteros. Y lo hacen ahora los taxistas, pero no los honestos, sino aquellos que están encaramados bajo la mafia de los taxis de Omar Viviani. Viviani se arroga el derecho de ser el principal referente de los taxistas en la Capital Federal, pero tal táctica esconde en realidad su propio negociado, que consiste en la administración y uso de casi 200 vehículos de alquiler. Vehículos que, como es obvio, no están anotados a su nombre, sino que se ha encargado de proponer un miserable porcentaje a numerosos testaferros. Omar Viviani, por su parte, es un férreo kirchnerista y tiene relación con lo peor del gremialismo porteño, y elementos cuestionables de los trabajadores municipales de la Capital Federal. Recientemente, en ocasión de las protestas de los verdaderos taxistas -esos que realmente trabajan y no estafan al cliente- a partir de la crisis energética y la falta de GNC, Viviani se comprometió, por pedido de Kirchner, a no generar reclamos ni producir manifestaciones de protesta por la falta del fluído. Ahora, Viviani intenta realizar un bloqueo mafioso, "a lo Hugo Moyano", contra el Sheraton Hotel Buenos Aires. Ocurre que los taxis del mencionado gremialista de Kirchner usurpan como propias la parada del Sheraton y otras tantas de la Ciudad. De más está decir que él mismo aprovecha sus importantes conexiones con el poder para monopolizar estos sitios, y los taxistas no afiliados a su sector que alegremente intentan ejercer su derecho de utilizar esas paradas son repelidos con maniobras violentas de los muchachos vivianistas. Y es que los responsables del Sheraton se hartaron de los constantes asaltos y "avivadas" -pasajes sospechosamente caros, entrega de billetes falsos y paseos demasiado largos- de los que eran víctimas los turistas que se hospedan en el reconocido establecimiento. La decisión fue categórica : contratar los servicios de una compañía de radiotaxis para alejar el mal elemento de sus paradas -que trabaja con Viviani- y, más importante, proveer de mayor seguridad a sus clientes. Obviamente, la medida tomada por el Sheraton no constituye delito alguno ni, mucho menos, es criticable. Todo lo contrario. Es lo menos que las autoridades del hotel podían hacer, a partir del simple hecho de que pretenden que sus clientes habituales vuelvan y no se lleven una pésima imagen de Buenos Aires. Por el contrario, en el delito han incurrido Omar Viviani y sus muchachos, ejerciendo violencia contra taxistas no nucleados en su tenebroso negociado. También han obstaculizado como nunca el tránsito frente al tradicional hotel, perjudicando a todo quien maneja por allí. En definitiva, el negocio de Omar Viviani se vería muy perjudicado si llegara a perder la parada del Sheraton. Viviani sabe que para los extranjeros, el viaje en taxis porteños es demasiado económico, y por ello puede hacer que los conductores de sus vehículos "inflen" con impunidad los costos de cada traslado. Eso sin contar las jugosas propinas que extranjeros suelen dejar, a partir del sencillo hecho de que en la Argentina no es normal dejar un porcentaje al conductor, como sí lo es en casi todo el mundo desarrollado. Pero, obviamente, en el extranjero no sucede lo mismo que aquí. En la americana Los Angeles, los taxis no pueden circular con sus vehículos con rayones en las puertas o los parabrisas rotos. En Londres, los conductores de taxi deben tener hasta título universitario y deben acreditar un dominio absoluto y constantemente comprobado de las calles de la ciudad. Omar Viviani es solo uno de los jefes territoriales de la denominada "mafia de los taxis". Así lo ha confirmado en ocasión del bloqueo al Sheraton, idéntico modus operandi que utilizara contra una señal porteña de radio AM años atrás, porque un conocido locutor había criticado la forma poco ética en que se manejaban muchos taxistas. Al mejor estilo de los gangsters de los años 30 en Chicago, Viviani hace lo que mejor sabe hacer : llevar adelante su negociado, al amparo de las autoridades corruptas de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Aníbal Ibarra y Jorge Telerman seguramente conocen a la perfección los movimientos de este señor. Ni qué hablar de la Policía Federal, cuyas funciones en cuestiones del tránsito no pasan ya de lo decorativo. Desde luego, estos son temas que Mauricio Macri, Jefe de Gobierno electo, deberá comprometerse a solucionar.

El Ojo Digital Sociedad