POLITICA: ERNESTO MILA

¿Qué es ser 'Progre'?

'Progre' es el apócope de 'progresista', utilizado con voluntad denigratoria...

21 de Julio de 2010

¿Cómo ve el mundo un progre?

'Progre' es el apócope de 'progresista', utilizado con voluntad denigratoria y resaltando las limitaciones de una ideología que no llega a tal, sino que más bien es una concepción del mundo. "Progresía", por su parte, se utiliza como sinónimo de feligresía "progre". El "progresismo" es tan limitado en lo ideológico que "progre" se adapta mejor a sus contenidos, de la misma forma que un dinosauro político indocumentado no es un "reaccionario" sino más bien un "regre". Lo "progre" y lo "regre" son las dos caras de la misma moneda: la de la estupidez aplicada a la política y al día a día.


La naturaleza "progre" viviseccionada

El "progre" se ve aureolado de tres rasgos que definen su médula: 1) De cara al sistema político es ?renovador, reformista e innovador"; 2) De cara a sí mismo es "tolerante, humanista y laico"; 3) De cara a su ubicación es "de izquierda", "de centro izquierda" o "centrista" (y si es centrista, por supuesto, se reafirma diciendo que es de centro "progresista" porque más acá de la izquierda hay que añadir una muletilla). Es difícil no considerarse "progre", porque, en principio los dos primeros rasgos no los puede negar nadie. Nadie con dos dedos de frente se encierra en un bunker político negando la necesidad de reformas y renovaciones. En tanto la sociedad avanza y evoluciona (o involuciona), siempre es preciso introducir correcciones al sistema. Así mismo, es difícil negar que "tolerante" y "humanista" son posiciones más ciertas que "intolerante" e "inhumano". Y lo laico siempre será más árido, pero más racionalista, que cualquier forma de pensamiento mágico.


ProgresismoEl "progre" y su ubicación política

Pero lo más sorprendente es que todo "progre" se ubique del centro a la izquierda del panorama político. No hay "progres" de derecha o al menos no son creíbles ni tolerables por los "progres" con marca de autenticidad. Esto crea algún problema, a la vista de que ese espacio político es tan amplio como heterogéneo. El "progre", para serlo, debe ser de izquierda. El "progre" centrista es un falso "progre" o un "progre" emboscado, y a éste se lo define como "oportunista" (y seguramente lo es). El verdadero "progre", como mínimo, está ubicado en el "centro-izquierda" y, a partir de ahí, llega su presencia hasta la extrema-izquierda. Esto explica muy a las claras por qué el "progre" es "antifascista", pero no "anticomunista". A decir verdad, si el "progre" fuera "tolerante, humanista y laico", difícilmente podría encajar con una doctrina que, desde Marx hasta que fue arrojada a las letrinas de la historia, sus tres rasgos esenciales eran su intolerancia, sus contenidos inhumanos y su formulación con forma de religión laica. Si ellos dicen que son "progres", es que lo son, y poco importó el estalinismo, el castrismo, simplemente, propusieron esa bonanza de la dictadura del proletariado, quintaesencia del pensamiento mágico y mesiánico aplicado a la política. Es curioso, porque hubo un tiempo en el que el marxismo (y su precedente, el socialismo utópico) era de una austeridad propia de los profetas del desierto. No es por casualidad que el sufragio femenino naciera en esos lugares. Era el tiempo en el que una parte de la "izquierda progresista" condenaba a la sexualidad como una manía pequeño-burguesa que alejaba de los verdaderos problemas del proletariado y creaba vicio y perversión en los militantes obreros. Esta doctrina duró en algunos sectores hasta finales del siglo XX. Los maoístas siempre sostuvieron que un maricón era alguien para el que el ano del amante era más importante que la "lucha del proletariado", la "guerra popular prolongada" o la "insurrección armada de masas" y, lo por tanto, prescribían la abstención en materia sexual. En esa misma época y desde principios de los años 70, otra secta izquierdista, el "trotskismo", ya se dio cuenta del inmenso potencial que albergaban los movimientos de liberación sexual y constituyeron los primeros núcleos de los futuros "partidos de colores".


El "progre" y el comunismo histórico

El "progre", para serlo, debe ser asimétrico en su forma de ver las cosas: antifascista por un lado, mirará con simpatía al comunismo y a la historia del movimiento comunista.


El "progre", la religión y el laicismo

Las relaciones del "progre" con la religión son particularmente sorprendentes. El "progre", en sí mismo, suele definirse como laico, lo cual no está reñido con que algunos afinen un poco más y reconozcan que tienen fe religiosa, pero que ésta se aplica solamente a la esfera personal. Eso está bien. Les pierde la simpatía por los "movimientos apostólicos de base", es decir, si les va algún tipo de religión es la religión de la no-religión, esto es, el cristianismo postconciliar. Un "progre" no albergará el menor problema en comulgar con una hostia que le tenderá el islamista que se siente junto a él el día en que las cámaras de TV lo registren. Será de buen tono que considere esta "comunión" como "aproximación a los que sufren", pero nunca "y esto es definitivo, nunca" como una liturgia y un ritual religioso (porque si para él la religión católica debe ser algo, debe ser desprovista de liturgia, rito y dogma, convirtiéndose en la ideología "progre" rotulada como religión). El "progre" defenderá a capa y espada el laicismo del Estado y también en esto incurrirá en una curiosa contradicción. Poco importa que la religión católica sea la tradicional de Argentina, y que difícilmente podría entenderse nuestra historia desconociendo el hecho católico, lo que realmente le interesa es que la enseñanza de la religión no se enseñe en las aulas y, si hay que hacerlo, sin duda el catolicismo debe estar en pie de igualdad con cualquier otra religión "para que el alumno conozca y elija...".


El "progre" y el sentido de la historia

El "progre", en este como en cualquier otro aspecto de su vida, suele confundir sus deseos con la realidad. Nadie niega la necesidad de reformar constantemente la sociedad, si no funcionan las reformas en una dirección habrá que hacerlas en otra. En esto de las reformas los dogmatismos sobran. Eso es lo razonable, por tanto no es lo que cabe en la mentalidad de un "progre". Para el "progre", la historia es unidimensional, lineal y siempre ascendente. Existe un sentido de la historia para el "progre" y ese sentido es hacia delante y hacia arriba. Así pues, todo lo que vaya en esa dirección, esto es, que no se haya ensayado anteriormente, es positivo, saludable y lo que pide la situación. El "progre" nunca mira hacia atrás en busca de inspiración: si no es completamente ciego "que también puede ocurrir" mira sólo hacia delante en dirección siempre a las novedades nunca antes ensayadas y de eficacia indemostrable. Suele ocurrir que, con una frecuencia inusual, sea peor el remedio que la enfermedad. En la educación es, sin duda, donde los "progres" han metido más sus garras, y es la escuela una de las instituciones que sufren una crisis profunda en nuestro país. La enseñanza es, a decir verdad, la pira de las esperanzas "progresistas". Ni una sola de sus intuiciones se ha demostrado eficaz y, a medida que se han ido aplicando unas y otras, el sistema educativo ha ido decayendo sin grandes esperanzas de recuperación inmediata. La fuga hacia la enseñanza privada de la población que se lo puede permitir, es una evocación del momento en el que los náufragos del Titanic se abalanzaron hacia los botes salvavidas.


El "progre" y la ecología

No es raro que, a la vista de lo visto, el "progre" se refugie en campos que, a primera vista, solamente él domina. En la ecología, por ejemplo, hay acumulación de "progres" como en ningún otro lugar. Nuevamente aquí, el "progre" se ha revestido de los rasgos apocalípticos, mesiánicos y escatológicos del profeta iracundo del Antiguo Testamento. También aquí se produce la paradoja de que los actos desmienten las palabras del "progre" que, una vez más, parece decir: "fíjense en lo que digo pero no en lo que hago". Salvo honrosas excepciones, el "progre" de montón no acompaña sus jefes en la lucha sobre el calentamiento global, el agotamiento de recursos o lo insostenible del desarrollo, aplicándose el cuento y moderando su consumo energético, acudiendo a los transportes públicos y reciclando, sino que suele hacer una vida como el regre más regre del universo regre. Salvo en sus palabras, el "progre" no hace nada por el medio ambiente. Además, conoce las necesidades de conservación (la palabra conservación produce estremecimientos en el "progre" salvo en materia ecológica) del medio de manera completamente aproximada. Los campesinos son, además de la clase más conservadora, los que mejor conocen las necesidades ecológicas del medio. Raro es que un campesino haga algo contra el medio ambiente del que, necesariamente, vive. Pero el ecologismo tiene tanto que ver con los agricultores como el "progre" con el sentido común. Superficial entre los superficiales, el "progre" repetirá la necesidad de aplicar el protocolo de Kyoto sin tener una idea muy exacta de lo que es. Le alcanzará ver una mediocre y alarmista cinta de Al Gore para preocuparse por la tarde y volver a sus hábitos normales antiecologistas por la noche. Con todo esto su solidaridad con la naturaleza queda satisfecha. Acto seguido, abre la puerta de su automóvil y contamina como cualquier otro hijo de vecino, "progre", regre o mediopensionista. El finalismo "progre" y la negación de lo instrumental El "progre" es fundamentalmente alguien que ejerce el noble arte de la solidaridad con una facilidad y una reiteración pasmosas: se solidariza con quien haga falta y donde haga falta. En su escala "finalista", aquellos valores que contribuirán a hacer una sociedad ideal al final del camino son mucho más importantes que los valores "instrumentales" que nos ayudan en el día a día a llevar una vida mejor y a hacer más soportable la sociedad. Los valores finalistas a los que se apresta a transmitir la asignatura "Educación para la Ciudadania" son encomiables : pacifismo, solidaridad, humanismo, ecologismo, tolerancia; pero no dice nada de los valores instrumentales: jerarquía, lealtad, respeto, disciplina, autocontrol, espíritu de sacrificio, etc. Y así se da nuevamente la paradoja de que un jóven educado en los nobles valores finalistas, modelo de virtudes cívicas del universo "progre", sea un perfecto parásito en su casa y está dispuesto a solidarizarse con las mariposas del Amazonas en trance de desaparecer, por las talas sistemáticas de árboles, pero sea incapaz de facilitar la vida a sus padres o, simplemente, de tenerles un poco de respeto.


El "progre" y las "fuerzas de la cultura"

El "progre" sufriría mucho si fuera capaz de reflexionar sobre los problemas que genera su actividad. La política nacional e internacional, la educación, la ecología son terrenos en los que los fracasos "progres" se cuentan tanto como sus iniciativas. Pero siempre les queda la "cultura". Porque el "progre" está convencido de que es una persona "culta". Saber las cuatro operaciones matemáticas, habitualmente, las sabe, pero eso no le da necesariamente chapa de culturizado, aspira a algo más. La cultura "progre" es mediática, esto es más fácil. De hecho, si hay un colectivo saturado de "progres", es el de los actores. Casi todos quieren ser "progres" sin excepción. ¿Cómo se puede explicar a un actor que realiza su cometido cuando repite textos que otros han escrito, que cuando habla por sí mismo, expresando su opinión, frecuentemente hace el ridículo? Cuando un actor expresa sus opiniones políticas lo hace con una simplicidad propia de su vocabulario, pero eso no impide que se considere un "trabajador de la cultura" y, por lo tanto, perteneciente a una élite privilegiada. A veces un actor expresa sus criterios políticos mediante una pegatina en la ciudad capital. Hubo un tiempo en que eran "panfletos parlantes", hoy apenas son "percheros de pegatinas". Su fiesta anual puede ser el Festival de Mar del Plata en nuestro país o los Premios Goya de España, que viene a ser como un reparto de la miseria. Sector subvencionado, el cine actual argentino muere de sobredosis "progre".


El "progre" y las drogas. Hablando de sobredosis

El "progre" y las drogas constituyen otro capítulo sorprendente. La postura políticamente correcta del "progre" consiste en enfatizar sobre la despenalización de las drogas, de todas las drogas, menos del alcohol y del tabaco . En este terreno de las drogas, pensar en que un "progre" podría hacer realidad algún día su "proyecto" es, literalmente, aterrador. Miles de jóvenes comprando heroína y cocaína en los supers y robando al resto de clientes en la cola de la caja. Millones de chicos y chicas muy jovencitos tirados por las calles consumiendo droga a destajo y todos ellos con los vicios pagados por el erario público. ¿En eso consiste la legalización de las drogas? Seguramente es la visión que más se aproxima. Por si no hubiera suficiente con un "efecto llamada" para delincuentes, otro para los transexuales en busca de operaciones gratis, ahora lo que la totalidad del universo "progre" plantea es un efecto llamada para los descolgados de todo el mundo: "cuantos más seamos más nos posicionamos". Gracias a los "progres" hemos conseguido que, según la ONU, Argentina sea uno de los países del mundo que más drogas consume, según nuestra densidad poblacional. Finalmente, hemos logrado acercarnos a los países desarrollados en algo. El mérito es para la "progresía" que, en 1983, subió de la mano de Alfonsín enarbolando que con la democracia se come, se educa y se cura. Aquellas aguas trajeron estos barrosos caminos que estamos transitando. Hasta aquí no hemos caricaturizado. Como máximo frivolizado, y lo justo. Los "progres" son así. El "progre" es lo que es, una contracción risible y grotesca surgida del universo más simplón de la izquierda. Un hombre de izquierdas es un "progre" ilustrado; un "progre" a secas es un pobre individuo con déficit de conocimientos reales e inflación de utopías.