SOCIEDAD - OPINION: POR JOSE LUIS MILIA

Los exabruptos de José Pablo Feinmann. De filosofía parda y filósofos de la legua

Decidí dejar que pasaran días para reflexionar sobre el exabrupto de José Pablo Feinmann. Lo conozco, al menos como escritor, desde hace unos años. Supe de él escuchándo a Jorge Lanata que en ese tiempo lo promocionaba diciendo que era el Feinmann que escribía libros mientras que había otro que los quemaba.

21 de Julio de 2010
Ahí caí en la cuenta que el otro era Eduardo Feinmann, periodista de un pedestre pero muy popular programa de radio 10, radio que en esos tiempos era la bète noire de todos los "progres". Estoy hablando de mucho antes que los Fernández pasaran a ser las vedettes de todos los reportajes de la radio. Como la comparación me pareció divertida leí algunos trabajos que me recomendaron para conocer el pensamiento de José Pablo. Me pareció, y me parece aún, un buen ensayista, mejor cuando se olvida del copy & paste de frases ajenas - aunque reconozco que en general menciona a los autores - y desliza, como de casualidad, pensamientos propios. Pero no me atrevería "porque carezco de la capacidad crítica necesaria" a calificarlo de filósofo como con extrema generosidad hace Sigfredo Durán. Quizás si, podría concederle el título de "filósofo de la legua" atento al divertimento que nos proveen muchos de estos estudiosos lanzados a una desesperada búsqueda de patrones, no de conducta, ¡Dios me libre y me guarde!, sinó patrones que los solventen económicamente para escribir las ventosidades de moda. Porque en realidad a José Pablo le conviene, por unas pocas aunque variadas razones, ser "progre", ya que en esos ambientes cuadra bien su figura un tanto patética y fea de toda fealdad, que condice con el marketing que hace de su imagen de mal vestido y peor educado. Aunque, quizás, con todas estas mojigangas que dice para criticar a quienes están en desacuerdo con él y de paso ganarse una sonrisa de aprobación de quienes le dan de comer solo quiera esconder un confuso perfil de hombre tortuosamente amancebado a su mano. Es gracioso como un "progre" cuasi libertario se inventa un púlpito desde donde pontificar sobre la salud electoral de los porteños. No hay que hacer un drama de ello. La verdad es que, cada tanto un desbarro como el cometido por José Pablo sirve para quitarle solemnidad a una campaña electoral, ardua pero aburrida. Solo hay una cosa que me preocupa y es saber si este desatino que José Pablo se ha mandado tiene como único propósito divertir por un rato a propios y ajenos a costa de la "derechización" del electorado porteño o, si al querer desprestigiar a quienes no piensan como él está reflejando algo de filosofía parda (y hablo de pardo como color, no como un manierismo arrabalero), esa que, según cuentan, allá por los sesenta José Pablo cultivaba y que cuando le preguntaban el nombre le hacía responder: "José Pablo Feinmann, con doble n, no vaya a ser que meconfundan".
Por José Luis Milia