SOCIEDAD: POR SORGE, PARA EL OJO DIGITAL

"El Ejército Argentino no justifica su propia existencia". Las desventuras en el traslado de un Coronel y un Teniente Coronel procesados

La odisea protagonizada por el Coronel Jorge E. Molina Ezcurra y Teniente Coronel Sergio A. San Martín, procesados por haberse desempeñado -durante finales de los años setenta- en el Destacamento de Inteligencia de la Ciudad del Neuquén.

21 de Julio de 2010
Los oficiales mencionados fueron detenidos en la Ciudad de Buenos Aires el 31 de mayo de 2007 a las 1530 horas por personal de Delitos Federales de la Policía Federal, los cuales se comportaron con corrección, deferencia que contribuyó a evitar mayores traumas e incomodidades para las familias de los detenidos. El personal militar detenido fue trasladado al Juzgado Federal Nº 8 donde fue notificado sobre un exhorto proveniente de Neuquén. Fueron luego revisados por un médico forense y alojados en la antigua Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal en Moreno y San José. La extradición al Juzgado de Neuquén les fue concedida el primero de junio de 2007. En el Edificio Libertador, el Coronel Carloni, Jefe del Departamento de ayuda humanitaria de Ejército, en primer término se puso a disposición del letrado patrocinante e incluso le manifestó que facilitaría las instalaciones del Comando de Brigada VI, además de ofrecer un automóvil con chofer, pasajes de avión, alojamiento y comida. Cuando dicho Oficial Jefe debió cumplir con lo prometido, manifestó no haber conseguido pasajes aéreos para el traslado de los detenidos, a la vez que incumplió con todo lo ofrecido. Con fecha 4 de junio de 2007 -a las 0600 horas- traslada a los detenidos en una camioneta Kia en deplorables condiciones, carente de calefacción, con caño de escape roto (lo cual permitía el ingreso del monóxido de carbono al interior del vehículo). El transporte desarrollaba, solamente, una velocidad máxima de 90 Km por hora. El Letrado patrocinante viajó en su vehículo particular, acompañado del hijo del Coronel Molina Ezcurra. El abogado se presentó el día 4 de junio a las 0830 horas en el Comando de Brigada, de acuerdo a lo que había ofrecido el Coronel Carloni. Permaneció en la guardia, con temperaturas menores a dos grados bajo cero, más de una hora para ser atendido. Lo reciben luego el Coronel Díaz, quien regresa este año de ser agregado militar en Egipto, y el Coronel Soto, quien fuera subalterno del Coronel Molina Ezcurra cuando éste fuera jefe del Regimiento de Montaña en Tupungato, Mendoza. Se lamentaron por la situación y ni siquiera por cortesía y/o educación ofrecieron un café. El Coronel Díaz manifestó ante el letrado que la situación en Neuquén era muy difícil; que el 24 de marzo del corriente año manifestantes de la APDH casi le prenden fuego al Comando y que ellos no podían hacer nada, que ni siquiera podía garantizarles la comida a los Oficiales detenidos, que sólo podría hacerlo con autorización del Juez y previa consulta al Coronel Carloni. El abogado le recordó que cualquier preso común recibe diariamente la comida sin autorización de un Juez, a lo cual el pusilánime y obsecuente oficial respondió que si el juez no lo ordena, El no puede hacer nada. Quien esto escribe se pregunta si este oficial, ante el supuesto desempeño en un teatro de operaciones bélicas, tendría que esperar ordenes de un juez o de las Naciones Unidas para alimentar a un prisionero de guerra; pero es evidente que sí lo haría, dado que carece absolutamente de criterio; es factible que en el actual Ejército Argentino, este individuo ocupe un puesto de Comando, justamente en virtud de las capacidades que demuestra poseer. Esta verdadera historia sin fin continuó, dado que los detenidos no arribaban a Neuquén, siendo las 1600 horas del 4 de junio, el abogado se comunicó con el Inspector a cargo de la custodia de la Policía Federal, quien manifestó que tras 10 horas de viaje se encontraban llegando a La Pampa, pues el vehículo provisto por Ejército estaba en condiciones paupérrimas. Es entonces que el abogado se comunica nuevamente con el Coronel Carloni y le manifiesta que no podían cruzar 200 Km de la conquista del desierto, sin calefacción y con un medio de trasporte en ese estado y solicita si se puede cambiarlo; con sarcasmo, Carloni repregunta, si acaso no precisaba nada más. Nos preguntamos entonces : ¿podría el mencionado Coronel Carloni -digno ejemplar de un inútil todo servicio- desempeñarse en una empresa privada? Pues sí : esto es factible en calidad de ordenanza, aunque, pensándolo bien, carecería de un atributo fundamental en todo personal de maestranza : CALIDAD HUMANA. Siendo las 2200 horas del 4 de junio, el abogado se comunica nuevamente con el Inspector a cargo de la custodia de los detenidos, quien le relata que, tras 16 horas de viaje, recién han llegado a la localidad de General Acha y que el caño de escape del vehículo fue reparado por Delegación de Policía Federal La Pampa. Ya siendo las 0800 horas del 5 de junio, el abogado se presenta en Delegación Neuquén de PF, manifestándose preocupado por la situación de los detenidos y por el oficial a cargo de la custodia, mas nadie tenía la menor idea de donde se encontraban. Es así que el Dr. Corigliano se comunica nuevamente con Ayuda Humanitaria del Ejército Argentino, siendo atendido por el segundo de Carloni -vale decirlo, otro personaje inútil-, el Teniente Coronel Schaefer. Este individuo responde "¿Quien sabe? A lo mejor hicieron escala en General Acha", como si de un viaje de placer se tratara. Y, cabe decirlo, la mayoría de estos oficiales tienen la fortuna de contar con la pasividad del presente Ejército Argentino; de lo contrario, no reunirían siquiera las condiciones mínimas para desempeñarse en un ejército del denominado Primer Mundo, o, por qué no, en el propio Ejército Bolivariano. Esta odisea -que no cesó allí- se resolvió cuando el abogado, con su automóvil particular, remontó la ruta hacia Buenos Aires, llegando al kilómetro 120 de la conquista del desierto a las 1100 horas, y hallando la camioneta marca Kia que se había quedado a las 0300 horas en medio del desierto, sin calefacción, sin víveres y sin ningún tipo de comunicación, en pleno siglo XXI, que como bien sabemos, se caracteriza por la abundancia de tecnologías en materia de comunicaciones. Fin de la odisea para los oficiales, que llegan a Neuquén luego de 33 horas de viaje, gracias a la desidia, despreocupación, falta de camaradería y respeto por parte del personal interviniente de lo que queda de este pauperizado Ejército Argentino. En el presente día, ocupan 4 calabozos de 1,80 x 1,50 m cada uno, con un solo baño. El Coronel Díaz ha prohibido terminantemente a sus oficiales que visiten a los defendidos del Dr. Corigliano. Se encuentran detenidos por haber pertenecido durante los años 1976 y 1977, con el grado de Teniente Primero y Capitán, al Destacamento de Inteligencia de la Ciudad de Neuquén. Sólo por pertenecer al Ejército Argentino, una asociación ilícita agravada criminal que, utilizando los medios del Estado, llevó adelante un plan sistemático y clandestino, ideado por los comandantes tendientes a aniquilar en forma total o parcial a la población civil. Hoy su Ejército les da la espalda y son tratados como si llevaran en su organismo la enfermedad de la lepra. Y bien lo ha dicho el Dr. Hernán Patricio Corigliano : "Este Ejército no justifica si ni siquiera su propia existencia. O cambia, o desaparece".
Por Sorge, Para El Ojo Digital Sociedad