SOCIEDAD: POR OVIDIO H. ZANZERO

Reflexionando sobre Skanska

Reflexiones de un lector de El Ojo Digital, relativas a los conceptos Gobierno y Administración, y al nuevo absolutismo de la política, a partir de la información conocida del caso Skanska.

21 de Julio de 2010
La libertad de las naciones depende sustancialmente, más que nada, de la aplicación cotidiana y justiciera de las leyes que la rigen y su inevitable ajuste al factor moral, dado que el mismo resulta fundamental para cualquier institución humana, basándome para esta afirmación en el hecho de que la moral es cimiento de todos los derechos y de todas las actividades, actos y realizaciones, del hombre. A partir de aquí, las sociedades que no se consideran solamente un punto habitado en la tierra, sino que en sus aspiraciones de nación en el contexto universal del planeta, que cuidan y tratan de perfeccionar permanentemente sus instituciones jurídicas, tienen como meta ineludible e irrenunciable ese factor, en virtud que todo derecho que no esté inspirado y fundamentado en la ley moral, se constituirá en un derecho carente de valor ético. En épocas sobre todo como el presente, en la cual, la prensa televisiva, oral y escrita da cuenta masivamente de un título ?caso Skanska? -causa que no me propongo analizar hoy- y que por otra parte escapa a mi conocimiento y especialidad, pero que sí, me lleva a reflexionar, sobre gobierno, administración; y, cómo pareciera que la sucesión y acumulación de pequeños hechos se transforman en casos de singular importancia, hasta que todo estalla en mil problemas. Pienso y me reitero en aquello que me permite llegar a la triste conclusión que gran parte de los errores cometidos o a cometer pudieron o pueden ser evitados con sólo recordar lo conceptuado en la última parte del párrafo anterior. El Poder Ejecutivo, poder esencial y eminentemente político, desempeña eficaz o ineficazmente su cometido por los actos administrativos que ejecuta diariamente. Por medio de ello avanza y se desarrolla hacia el absolutismo total o hacia la expansión regular y normal de su misión. Lo que a primera vista pueden parecer pequeñas piezas de la administración, son las que en un conjunto dan a los gobernantes un inmenso poder, claro está, solamente aquellos que se han salido de los causes legítimos, consiguen centralizar paulatinamente su manejo en forma despótica. Resultando por ello que, simples transgresiones administrativas que consideradas aisladamente no tendrían capital importancia, ni llamarían tampoco la atención, se deben evitar con todo rigor, porque -de constituirse en un sistema- serán caldo de cultivo de una corrupción generalizada y un poder total extensivo a extremos insospechados. No se combate eficazmente el absolutismo de los gobiernos con discursos y proclamas. La eficacia de las libertades individuales reposa sobre todo en la aplicación razonadamente de normas justas, tal como lo pregona Mariano Moreno a tan solo dos meses de la instauración de la Junta en "La Gaceta de Buenos Aires" (julio, 1810) «... No permitan que los funcionarios puedan obrar mal y que en ningún caso les dejen la libertad de gobernar de esa forma impunemente...». Por lo tanto, los habitantes de una nación en la cual se llegue a la función pública, por razones de mérito y no de favor; en concurso abierto para todos los que se consideren idóneos y que tengan garantida la estabilidad de su cargo mientras dure su buena conducta y sus aptitudes físicas y mentales, estando en una palabra asegurados desde el comienzo de los vaivenes y riesgos que intenten los politiqueros profesionales; que sepan que los gobiernos no podrán disponer de los dineros públicos, sino sólo para los fines que fueron votados, porque existirá para ello un contralor eficaz; que sepan que la justicia merecerá ese nombre porque los magistrados, serán designados en forma tal, que las malas designaciones serán prácticamente imposible; que sepan que existe un régimen administrativo que les permitirá hacer efectivo sus derechos frente a un Estado particularmente hacedor de injusticias y discriminaciones, y, sin trabas y sin dilaciones: es por ello que, los habitantes de un Estado que cuenten con instituciones de la naturaleza enunciada, no tendrán por qué temer la existencia de despotismo. Ovidio H Zanzero
Por Ovidio S. Zanzero, para El Ojo Digital Sociedad