SOCIEDAD: LA POLEMICA BANDA, FUERA DE FOCO

La muerte de Callejeros. El retorno a la impopularidad, las críticas de Ricardo Mollo y el desprecio generalizado del ambiente rockero. Reflexiones sobre República Cromañón

El infame grupo Callejeros -corresponsable de la muerte de casi 200 personas en el boliche República Cromañón- intenta aprovechar el desvanecimiento de la tragedia en la memoria de la opinión pública para volver a tocar, de la mano de su cuestionado líder, Patricio Fontanet.

21 de Julio de 2010
Las casi 200 víctimas de la tristemente célebre "tragedia de Cromañón" no alcanzó ni alcanzará jamás para disuadir a Patricio Fontanet y a su cacofónico grupo de rock urbano de continuar su presentación en escenarios argentinos. En los primeros días de mayo, el polémico grupo se presentó en la ciudad de Santa Fe ante la paupérrima cifra de casi 10 mil personas, cantidad que es ciertamente escasa dado que el público no estuvo constituído en su mayoría por locales sino que muchas personas se trasladaron desde localidades y provincias cercanas. Porque, a pesar de la insistencia de Fontanet y sus promotores -verdaderos comerciantes de la muerte en palabras de la mayoría de la ciudadanía-, el público de Callejeros viene en baja. Y ya es difícil ocultarlo. Creían Patricio Fontanet y sus socios en el comercio con la Parca que el episodio de Cromañón impulsaría el fanatismo por el grupo a niveles impensados. Las ventas se multiplicarían, así como también los intentos por reclutar a los impresentables para que lleven a cabo su espectáculo en distintas provincias. La estrategia, como siempre, fue explotar la clásica y ya conocida falta de memoria de la opinión pública para, paralelamente, continuar la fiesta y hacerse -¿Por qué no?- de unos cuantos billetes. ¿O no fue este siempre el objetivo? Los familiares de las víctimas jamás apoyaron al grupo, como voceros de Callejeros y fans de escasa materia gris se han esforzado en pregonar. Ni siquiera han servido las lágrimas de cocodrilo de Fontanet y el resto de los miembros, en su paso por Tribunales. Las pocas encuestas realizadas en este sentido han resultado un desastre para las aspiraciones de la agrupación de cacofónicos sonidos. El único apoyo que Callejeros ha sabido cosechar es el originado en beodos y despistados adolescentes quienes, gracias a un desaforado consumo de alcohol, ingresan a los estadios -pues, de otro modo, no lo harían-. La "pasión" por Callejeros ha disminuído rotundamente. Cualquiera que deambule por el ambiente conoce esta realidad. Los promotores del grupo ya no reciben las ofertas que antes provenían de localidades remotas del interior. Los caudillismos de pueblo han comprendido que Callejeros es mala palabra si del objetivo de congraciarse con la juventud de su ciudad se trata. Ya suficientes problemas tuvo Luis Juez, el lenguaraz intendente de Córdoba, en ocasión de la presentación de los Callejeros en esa bella ciudad. Patricio Fontanet -al parecer- no ha considerado que la falta de memoria de la ciudadanía argentina no solo se aplica a las tragedias : también se lleva puestos a aquellos que desean explotarlas. Y hay otro detalle interesante : para los medios, Callejeros ya no es noticia. Toda opinión relativa al grupo ha sido archivada bajo la cuestión meramente judicial. Ni siquiera el Diario Clarín contribuye ya con aportarle "magia" ni "mística" al espectáculo que, en teoría, representaban. Los promotores del grupo y el propio Fontanet han lamentado la falta de material de prensa, y han llorado especialmente la ausencia de Clarín en esta construcción abstracta de la que siempre son parte los medios de comunicación. Por si esto fuera poco, se conocieron recientemente las declaraciones del ex Divididos, Ricardo Mollo, en el sentido de que "todo el grupo Callejeros debería estar preso junto con Omar Chabán". Disparó también : "Para lo único que sirvió Cromañón fue para meter preso a Chabán y para echar a (Aníbal) Ibarra, pero me parece raro que esté preso Chabán y no Callejeros, porque Callejeros deberían estar presos al igual que Chabán, o si no Chabán tiene que estar libre y gozando de los mismos beneficios que la banda hasta que la Justicia se expida". Las afirmaciones fueron durísimas para otros, pero lo cierto es que el contenido de las palabras del guitarrista carece por completo de subjetividad y hasta de emoción. Hay, en su discurso, una evaluación cuya lógica es avasalladora y entendible para cualquiera : frente a la tragedia de Cromañón ¿Por qué está en prisión solamente Omar Chabán, si solo era uno de los dueños del boliche? El grupo Callejeros estuvo a cargo de la organización y la seguridad la noche del "evento" y esas mismas decisiones organizativas gatillaron la muerte violenta y agonizante de 194 seres humanos a quienes hoy ya nadie llora. En definitiva, ¿cuál es el criterio o la vara que utiliza la justicia? Precisamente, la permanencia de Chabán en prisión no es un tema fácil de digerir ni para Aníbal Ibarra ni para Jorge Telerman. Ibarra, por su parte, puede dar fe de que la justicia porteña está siempre del lado del poder político de turno. Si así no fuera, el ex intendente estaría ahora procesado por la causa Cromañón y no podría desempeñarse como candidato para las elecciones del 3 de junio ni nunca más. Pero "alguien" ha decidido acomodarle las fichas desde lo alto del poder para que pueda seguir echando mano de los recursos financieros de los porteños a los que tanto ha defraudado. Volviendo sobre las declaraciones de Mollo, otros intentarán decir que su opinión es un clamor solitario en el conglomerado de rockeros y músicos del país, pero esta objeción podría rebatirse fácilmente : Callejeros no solo es mala palabra en materia política; también es el "grupo innombrable" para la comunidad rockera de la nación. Ningún grupo de rock argentino de la actualidad ha osado, osa ni osará tocar junto a Patricio Fontanet y a sus secuaces. Para justificar esta reacción, se esgrimen motivos éticos y tácticos, a los efectos de evitar juntarse con grupos piantafans, o, dicho de otro modo, que deterioren la propia imagen ante la sociedad y los consumidores. En el ambiente del rock nacional se sabe absolutamente todo, e incluso existen códigos de honor que rara vez son violentados. En la noche de Buenos Aires se sabe perfectamente, por ejemplo, que Jorge Telerman es uno de los dueños de La Trastienda y otros boliches, negociado del que el propio Aníbal Ibarra no puede tampoco desentenderse. Se sabe que Chabán era un personaje bancado por la administración del ex Jefe de Gobierno de la Ciudad y sus relaciones políticas, y hasta por la propia Hebe de Bonafini, como de costumbre encaramada en los negociados del poder kirchnerista y del ámbito "progre". Porque aquí, el que no corre, vuela. Pero -debe decirse también- hay en la declaración del violero Ricardo Mollo un tufillo a pedido por la libertad de Omar Chabán. Y la declaración no es casual, pues muchos medios la han interpretado como un ataque a Callejeros. En realidad, esto no es así. En cualquier caso, la sociedad argentina debe reconocer que su timorata voz -en la forma de opinión pública- poco a poco ha ido olvidando a los muertos de República Cromañón. Pero tal vez un efecto positivo de nuestra falta de memoria para este caso, sea que Fontanet y Callejeros -corresponsables en la tragedia-, también irán a parar al pozo ciego de los olvidos. El mismo pozo sin fondo que espera también a Aníbal Ibarra, con los brazos bien abiertos.
El Ojo Digital Sociedad