SOCIEDAD - CULTURA: POR GUSTAVO ERNESTO DEMARCHI

A las piñas con Felipe Pigna

La publicación en la web y en algunos medios periodísticos de la última Gragea Historiográfica, dedicada a las varias muertes de Mariano Moreno (la real y las fantasiosas), ha suscitado comentarios diversos y, también, alguna que otra respuesta enardecida.

21 de Julio de 2010
Entre las reacciones del segundo tipo, se destaca el mensaje que nos remitió Felipe Pigna, aparentemente muy enojado con lo expuesto en la última parte del fascículo mencionado donde se desmiente su conocido planteo que sostiene que el prócer de 1810 habría muerto asesinado. La teoría del "homicidio de Moreno", no obstante carecer de fundamento historiográfico razonable, resulta funcional a la obsesión de este escritor por encontrar en el pasado argentino, hispanoamericano y universal un hilo conductor conspirativo que convalide la fórmula maniquea con la que reduce la historia -como si se tratara de un western- a la dicotomía antagónica entre "buenos" y "malos". Lamentablemente, el mensaje del doctor Pigna -que se agrega a continuación- no aporta un solo argumento que ratifique su singular postura ni, mucho menos, que rebata nuestra crítica. Por el contrario, se trata de una esquela cargada de malévolas ironías que transuntan un ostensible y patético despecho por mi trabajo, lamentable reacción propia de alguien que está ofuscado y no consigue hilvanar una sola frase coherente. Da la sensación, además, de que ha quedado sorprendido (y malherido) del cuestionamiento a su idoneidad como cientista social y a su ética como intelectual. Es probable que su perplejidad sea fruto de que, en el ambiente en el que él se desenvuelve habitualmente sus irresponsables juicios acerca de la historia argentina no hayan recibido nunca la réplica fundada y terminante que se merecen. Esto demostraría que, sin el resguardo que provee la frivolidad irreflexiva que campea en determinados escenarios radiales y televisivos frecuentados por Felipe Pigna, de inmediato se desnuda la fragilidad analítica de sus enfoques, desmoronándose la habilidad expositiva que se le atribuye. Y eso lo altera sobremanera. Conviene aclarar que Pigna no fue el primero en convertir el pasado histórico en una caricatura adecuada a determinado discurso político. Entre los historiadores que, durante los dos siglos anteriores, adscribieron a las diferentes vertientes interpretativas, hubo autores serios y también de los otros. Entre éstos últimos, también hubo quienes manipularon groseramente la verdad fáctica de los acontecimientos para transformarla en un panfleto a la medida de sus objetivos ideológicos. Tampoco Pigna es el único que en la actualidad aplica esta modalidad temeraria, en parte orientada a vender más ejemplares y a producir mayor impacto entre la audiencia de radio y TV. Algunos días atrás, Pacho O´Donnell, hablando del aniversario de la Revolución de Mayo en un programa televisivo, sostuvo con fenomenal desparpajo que Moreno "fue un agente inglés", además de repetir el ya clásico bolazo referido al asesinato del Secretario de la Primera Junta. De esta forma, los telespectadores se enteraron de que el infortunado Moreno habría sido el precursor vernáculo de James Bond, un siglo y medio antes de que se conocieran las películas de espionaje protagonizadas por el famoso agente secreto 007. Y si bien es cierto que hubo informantes actuando durante la gesta emancipadora, no existe ninguna evidencia concreta que permita sostener que Mariano Moreno haya sido uno de ellos. Pero, éste es un detalle que a Pacho le importa poco y nada. Así, apelando a una retórica historiográfica que linda con la narrativa de ficción, se encontraría la explicación al hecho de que ambos "historiadores" conciten la atención de cierto público masivo que, más que informarse de lo que realmente ocurrió en épocas anteriores, lo que busca es pasar un rato entretenido mirando tele, escuchando radio o leyendo un best-seller en el micro o en la playa. En cambio, para conocer la temática histórica sin adornos literarios ni prejuicios ideológicos, es necesario realizar otro tipo de indagaciones y de lecturas. Por su parte, del lado del historiador se requiere una actitud muy diferente a la de los autores mencionados; una actitud que privilegie la disciplina investigativa junto a un firme compromiso ético e intelectual que asegure la autenticidad de los datos que se manejen; una actitud que incorpore el convencimiento de que, cuando se adopta el camino del estudio severo y responsable, los resultados suelen ser menos atractivos, menos espectaculares y, especialmente, mucho menos rentables. Gustavo Ernesto Demarchi Balvanera Sud, 1° de junio de 2006 ________________________________ From: "Felipe Pigna" > Su Eminencia Gustavo Demarchi: si usted es tan sabio e infalibele y el resto de los mortales somos tan simplistas y conspirativos por qué no se limita a enunciar sus teorías y deja de usar nuestros trabajos para ocupar espacio en su lamentable, ostentosa y hueca página? Esperamos ansiosamente sus futuras revelaciones y deje de usar a los demás, que nos distrae de su original sabiduría nada menos e indiscriminadamente que en "Arte,Ciencias sociales y cultura", adelante Demarchi, que los ignorantes lo necesitamos. Felipe Pigna.
Gustavo Ernesto Demarchi, Ciencia y Cultura