POLITICA: LOS ENCUESTADORES SIN CREDITO DE LA ARGENTINA

La compra oficial de imagen a través de los encuestadores de siempre : Analogías, CEOP, Enrique Zuleta Puceiro y Artemio López

Las encuestadoras Analogías y CEOP han comenzado la seguidilla de operaciones en favor de la Administración Kirchner. Números inverosímiles dan como ganador a Néstor y a Cristina en primera vuelta para octubre, sin importar quién se presente. La relación con Alberto Fernández y la compra de encuestas. Por qué debería extenderse la veda para publicación de estudios de opinión pública, como sucede en naciones del mundo occidental.

21 de Julio de 2010
Este año, la ciudadanía se verá atosigada desde todos los frentes comunicacionales posibles, a los efectos de que contribuya con su voto para perpetuar en el poder al Presidente Néstor Kirchner, o a su intolerante esposa Cristina Fernández, en su defecto. Como parte de la estrategia oficial, los funcionarios más cercanos al círculo presidencial salen diariamente a hacer comentarios que tienen la intención de influenciar al electorado para que vote por los suyos. Súbitamente, Aníbal Fernández se interesa por el tema de la seguridad de los ciudadanos. De golpe, Alberto Fernández habla de libertades y del libre funcionamiento de las instituciones. El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Telerman, se aviva recién ahora de que las calles del distrito se encuentran en estado paupérrimo y las hace arreglar a plena luz del día, y sin importarle el perjuicio que tales obras ocasionan al tránsito. Pero claro; si las tareas se hicieran de noche, no se vería que "alguien" se está ocupando. Los encuestadores de opinión son engranaje fundamental de la maquinaria de propaganda de cualquier gobierno, aunque nadie ha abusado en extremo de este recurso como el Presidente Néstor Kirchner. Ellos han venido repitiendo porcentajes de popularidad del primer mandatario que son ridículos para cualquier ojo. En su momento, estos índices daban no menos de 80% e incluso más, tomando a la opinión pública como, simplemente, estúpida. Por incultos y seres no pensantes, Analogías -Analía del Franco- y CEOP toman a la ciudadanía argentina en general. Lo han hecho en reiteradas ocasiones, y sus operaciones se llevan a cabo siempre en beneficio de los candidatos del oficialismo. Sospechosamente, sus índices jamás otorgan la victoria al opositor, sea quien sea. Las mencionadas encuestadoras de opinión -entre otras- vienen influyendo impunemente sobre la gran masa de electores, sin desperdiciar ocasión alguna, y lo vienen haciendo desde antes de las elecciones presidenciales. El objetivo en aquel entonces, fue destruir la imagen de Carlos Menem hasta reducirla a cenizas, cuestión que finalmente ocurrió. Los fondos para la compra de encuestas fueron colocados por agentes del círculo de Eduardo Duhalde, promotor del santacruceño. Actualmente, este oscuro mecanismo ha sido blanqueado, a los efectos de hacerlo ver legal. Los encuestadores de opinión son contratados por el Gobierno Nacional por concurso público, del mismo modo que una empresa se presenta para competir con otras, a los efectos de ganar una obra pública. Ahora bien, el problema con los concursos pensados para encuestadoras es... que solo se presenta una, con lo cual, obtiene en forma directa el empleo. En tiempos de Néstor Kirchner, las mencionadas empresas dibujan artificialmente los índices, acomodando los universos a gusto del comprador y manipulando las muestras. Finalmente, la mano de Alberto Fernández -indicaciones del Presidente mediante- realiza los últimos retoques, a los efectos de que la diferencia de los candidatos oficialistas en comparación con el resto, sea más categórica. Pero los villanos que participan de este jugoso negociado no son solamente Analogías y CEOP. Enrique Zuleta Puceiro, Artemio López y Hugo Haime han mordido de la torta que reparte para todos. Enrique Zuleta Puceiro es siempre consultado por el a estas alturas inexistente periódico Página 12, y, vaya casualidad, siempre sus números favorecen al Presidente Kirchner y sus candidatos. Y la tendencia política de Página es bien conocida. Pero lo más risible de Zuleta Puceiro es tal vez el rictus de falsa seguridad que intenta vender, en cada ocasión que se presenta a medios televisivos. Artemio López no tiene la vehemencia de otros comunicadores. Su personalidad agradable y tranquila -a veces hay que presionarlo para que eleve el tono de su voz durante las entrevistas- contrasta con la extrema dedicación que ha demostrado, a los efectos de satisfacer las necesidades oficiales de números bellos y dignos de ser leídos. López es, sin embargo, el primer hazmerreir en la lista de encuestadores oficialistas. Jorge Asís se refiere en forma recurrente a "Artemiópolis" para referirse al mundo de fantasía en donde conviven los inverosímiles porcentajes de López. El problema principal para toda esta industria es que las épocas pre-electorales son el periodo de tiempo en donde pueden hacer su mejor "caja". La Administración Kirchner les ha sentado como anillo al dedo, dado que las cifras que cada uno de estos encuestadores se lleva mensualmente por presentar estos índices irreales de imagen pública y/o intención de voto oscila entre los $50 mil y $200 mil pesos -según quién negocie mejor-. Este presupuesto negro es administrado por el Ministro Alberto Fernández y gran parte de esos dineros le han sido garantizados en forma de "cheque en blanco" por el Honorable Congreso de la Nación. Fernández es el principal responsable de la comunicación oficialista y de cultivar relaciones con los medios. Es el que llama por teléfono a los editores de los periódicos cuando estos no escriben lo que el Presidente Kirchner quiere leer. En su momento, las encuestas de opinión han demostrado gran capacidad notable para influenciar negativamente a la opinión pública y dar vuelta una elección. Dado su efecto, este sistema ha sido prácticamente prohibido en los Estados Unidos de América, donde, en el mejor de los casos, los trabajadores del rubro solo pueden presentar resultados de encuestas hasta un año antes del proceso electoral. En la Argentina, no solo existen la compra de votos y el fraude electoral generado desde los barrios más humildes, cuyos habitantes son llevados masivamente a votar por el que se les indica previamente. Las encuestas de opinión dan el tiro de gracia al sistema democrático argentino, inclinando artificialmente la balanza y aprovechándose de los temores de la gente -artificialmente creados- y martillando los cerebros de aquellos infortunados que no han tenido la fortuna de recibir una mejor educación. El encuestador y el político conforman una suerte de organización ilícita que explota al 100% las debilidades mentales del argentino promedio. Estos individuos conocen el famoso "miedo al qué dirán" que forma parte de la personalidad de un gran número de connacionales. El objetivo es generar miedo sobre el oponente. Lograr que las personas demuestren miedo a la hora de comentar sus preferencias políticas en una reunión pública. En la Argentina actual, nadie se atreve a reconocer -ni ante sus amigos- que es "de derecha o centroderecha, a pesar de que las ideologías de centroderecha gobiernan todo el mundo desarrollado y la mayoría de las naciones que existen realmente en el plano mundial. Nada se deja liberado al azar en el circuito programático de las comunicaciones de la Administración Kirchner. Pero los comisarios políticos también tienen su lugar en el gobierno actual. En la Casa Rosada, por ejemplo, se sabe de la implementación de un sistema informático que recoge las páginas de Internet visitadas por todo el personal que se desempeña en el edificio. Este sistema fue encargado especialmente por el Presidente, y el objetivo es identificar a aquellos que sufren "desviaciones políticas" respecto de las ideas centrales del régimen. Los "sospechosos" son identificados y estudiados en profundidad, y, si cruzan determinada línea -como recomendar sitios web de información más cercana a la oposición o enviar emails con opiniones negativas sobre el Presidente, funcionarios, secretarios o jefes de sección- son despedidos sin más. Ejemplos hay de sobra. No obstante, y retornando al doloroso tema de los encuestadores de opinión, recientemente se ha observado que han caído en una suerte de perdurable desgracia. En Misiones, donde gran parte de los mencionados encuestadores entregó estudios previos, los resultados devolvieron errores de más de 25 puntos en la mayoría de los casos. El Gobierno Nacional lo había arreglado todo para que se posicionara como ganadora la imagen del gobernador Rovira por gran ventaja, y sucedió exactamente lo contrario, obteniendo el cura Joaquín Piña la victoria. Citando a Joaquín Morales Solá -en su reciente comentario del domingo próximo-pasado en La Nación-, a los encuestadores "ya nadie les cree". A este respecto, recientemente, Analogías -de Analía del Franco- y CEOP, ya comenzaron, por encargo del Gobierno, las operaciones mediáticas, divulgando una encuesta absolutamente lineal que da victoriosos a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández para las elecciones presidenciales de octubre. El Presidente obtendría la victoria con un 61,3% de los votos y su esposa, si eligiera presentarse, se alzaría con un 51,7%. Además de lo inverosímil de los índices -encuestas serias daban una imagen pública de Néstor Kirchner de no más del 40% tres meses atrás-, lo interesante aparece cuando el estudio refiere a los puntos que obtendría la oposición : Elisa Carrió quedaría en segundo lugar con 12% promedio, y Roberto Lavagna, tercero, con un 10% en promedio. Un estudio a todas luces poco serio. Dada la manipulación exagerada de los índices, situación demostrada con los errores cometidos con ya demasiado recurrentemente por las empresas mencionadas, analistas sostienen que lo que correspondería es situar la veda de encuestas al menos 12 meses antes de cualquier fecha electoral. De este modo, se lograría incrementar el nivel de la competencia en las elecciones, a la vez que estas serían más limpias. La veda política también debería tener lugar desde mucho tiempo antes que los decretados actualmente. Cuando la época es la correcta, la ciudadanía es atacada con mensajes que superan todo nivel de saturación.
El Ojo Digital Política