SOCIEDAD - CULTURA: POR PABLO KARAKACHOFF

José Ingenieros, el genial inconformista

Fue, sin dudarlo, una luz brillante; un faro que irradiaba energía como un sol y sólo la muerte pudo apagarlo. Alumbró durante más de 30 años, el final del siglo XIX y dos décadas iniciales del pasado siglo.

21 de Julio de 2010
Fue un rebelde, posiblemente uno de los más geniales pensadores argentinos del siglo que se fue y no dudo que lo que se avizora del siglo XXI no le va a hacer carrera. Escritor incansable -casi 500 de sus artículos se publicaron en diarios, revistas especializadas y conferencias universitarias-. Fue médico y farmacéutico. Pero sus conocimientos eran inabarcables : psicología, sociología, antropología, historia, medicina, psiquiatria legal, criminología y filosofía. Donde actuó dejó su marca, La Revista de Filosofía, por él fundada, en 1915, es un clásico en la Filosofía Argentina. Fundó la Sociedad de Psicología, fie presidente de la Sociedad Médica Argentina, Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y médico criminalista en la Penitenciaría Nacional, entre otros cargos. El pensamiento de Ingenieros constituye una especie de subsuelo desde el cual todavía hoy los argentinos -y porqué no los latinoamericanos-, estamos destinados a pensarnos. Su tarea intelectual, sus trabajos sobre medicina y psiquiatria, su análisis e interpretación de la época en que vivió, junto con sus estudios sociológicos de personajes argentinos y su libro de historia ?La Evolución de las Ideas Argentinas? conforman un pensamiento abarcativo base, imposible de obviar cuando se desea tener una interpretación de nuestro pasado y de la historia de las ideologías en la Argentina. Posiblemente una de sus obras, ?El hombre Mediocre?, sea la que más lo trascendió, logrando que este tratado moral sobre la virtud y el idealismo perdurara en el tiempo. Leído por varias generaciones de jóvenes, fue un catecismo, donde los lectores de la década del treinta y del cuarenta recurrían para encontrar un resguardo, un camino a seguir ante la carencia de respuestas y la decadencia moral en que se encontraba el país. En él decía : ?La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora?. El patrimonio de Ingenieros es el SABER y la conducta moral que desdeña toda materialidad. Son los mediocres -sintomáticamente- quienes ?ignoran que el hombre vale por su saber y niegan que la cultura es la más honda fuente de virtud?. En el Hombre Mediocre, Ingenieros identifica al ambiente político imperante en su país, Saenz Peña era Presidente, como ?el clima de la mediocracia?. Es terriblemente actual su análisis de los dirigentes políticos cuando describe que : ?el gobierno va a manos de gentualla abocada al presupuesto, nadie piensa, todos lucran, nadie sueña; donde todos tragan?. Continúa diciendo: ?Todo se miente con la anuencia de todos, cada hombre pone precio a su complicidad, un precio razonable que oscila entre un empleo y una decoración? (...) ?Siempre hay mediocres. Son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia. En las épocas de exaltación renovadora muéstranse humildes, son tolerados, nadie los nota. Cuando se entibian los ideales y se reemplaza lo cualitativo por lo cuantitativo, se empieza a contar con ellos. Apercíbense de su grupo, se arrebañan en partidos, el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al prestamista. La mediocridad se condensa, conviértese en sistema es incontrastable? (...) ?Los gobernantes no crean tal estado de cosas y de espíritus : lo representan?. ?Una apatía conservadora caracteriza a esos períodos. Los gobernantes que no piensan parecen prudentes, los que nadan hacen titúlanse reposados, los que no roban parecen ejemplares. El concepto de mérito se torna negativo; las sombras son preferibles a los hombres. La indignidad civil es ley en esos climas. Todo hombre declina su personalidad al convertirse en funcionario, no lleva visible la cadena al pié como el esclavo, pero la arrastra ocultamente, amarrada a su destino. Ciudadanos de una patria son los capaces de vivir por su esfuerzo, sin la cebada oficial?. Escrito éste descarnado análisis en 1913, aún conserva vigencia. Releer y pensar a José Ingenieros hoy, es arrimar a nuestro intelecto la solidez de un pensamiento que generó y sentó las bases de una filosofía y sociología argentina.
Por Pablo Karakachoff, para El Ojo Digital