SOCIEDAD: POR PABLO KARAKACHOFF

Diciembre de 1975, el comienzo del fin

Para los primeros días de diciembre de 1975, el costo de vida llevaba acumulado un 290% de aumento en los once meses que le precedían; para fines de mes, el total sería de 310%, la situación social era insoportable, los asesinatos de policías, estudiantes, obreros, militares, ciudadanos comunes, eran ya parte de la rutina diaria.

21 de Julio de 2010
En el mes de diciembre solamente se contabilizaron más de 200 cadáveres, producto de la intolerancia política e ideológica. La violencia desatada en el país entre organizaciones guerrilleras enfrentadas directamente con el gobierno, grupos paramilitares como la Triple AAA -con respaldo político desde organismos gubernamentales y Fuerzas de Seguridad del Estado- se cobraban su cuota de víctimas diarias sin respetar edad, profesión, condición social ni sexo. El gobierno, incapaz de frenar esta ascendente espiral de violencia irracional, mostraba inequívocos signos de agotamiento y solo respondía a los golpes de las organizaciones guerrilleras con más detenciones y represión, lo que generaba una contra respuesta cuyo saldo eran más muertes y secuestros. En este contexto casi apocalíptico, un suceso vino a acelerar la caída del gobierno, con la clase dirigente inerme ante los resultados. El hecho en sí produciría el afianzamiento definitivo de una conducción militar precedida por el General Jorge Videla como Comandante en Jefe del Ejército. El asalto por parte del E.R.P del Batallón de Arsenales Domingo Viejobueno, en Monte Chingolo, el 23 de diciembre de ese fatídico año, fue el suceso político militar qué conmocionó a la opinión pública por las características del episodio en si y las derivaciones del mismo. La organización E.R.P. precisaba armamento para lo que ellos entendían sería una ofensiva revolucionaria contra el gobierno de Isabel Perón. En su mesiánica concepción ideológica, pensaban que el pueblo argentino se uniría a esta fuerza militar guerrillera y producirían la caída del gobierno con la consiguiente toma del poder por parte de estos grupos de civiles militarizados auto proclamados Vanguardia Revolucionaria. Era, ciertamente, un análisis político totalmente descabellado e utópico. Consistía en trasladar una experiencia guerrillera, tal como se dio en Vietnam contra el invasor norteamericano, y llevarla a la Argentina a un escenario en que se repetiría tal proceso histórico. Era una verdadera locura, que terminaría con la muerte de cientos de jóvenes de ideales sanos y con deseo de justicia social que se inmolaron en un proyecto que, desde sus comienzos, se encaminaba al fracaso. Por otra parte, y de acuerdo a los análisis políticos de los cuadros superiores de esta agrupación paramilitar, el golpe militar contra el gobierno de Isabel se proyectó para los primeros días de marzo de 1976; por lo tanto, había que estar preparado militarmente para contrarrestarlo. El ataque contra el Batallón de Arsenales ?Domingo Viejobueno?, comenzó aquel fatídico 23 de diciembre a las 18.45hs : quince vehículos, entre camiones y autos particulares, avanzaron sobre el portón principal del Batallón de Arsenales y los primeros de la columna se estrellaron contra las sólidas chapas del portón, logrando penetrar y allí mismo se desató el infierno. A las 19.00hs estaban combatiendo adentro del predio militar. Casi 80 jóvenes de todas las edades entre 18 años y 35, armados algunos con armas de mano cortas, revólveres calibre 22, pistolones de un solo tiro, algunas pistolas Colt 45, rifles de calibre 22 y algunas pocas armas de guerra, se enfrentaron con tropas que ya los estaban esperando, que a su vezz portaban armamento pesado. Muchos de los jóvenes iban al combate con mocasines y jeans, vestidos de civil. Estaban tan convencidos de que el combate se definiría en pocos minutos, que ni se preocuparon de utilizar vestimenta adecuada. Militarmente, el copamiento fue un desastre; a las 19.30hs, el Comando del Ejército ya sabía del operativo guerrillero y comenzaban a avanzar sobre el Batallón de Arsenales refuerzo por tierra y por aire en helicópteros. El operativo había sido "cantado" varios días atrás y los cuadros superiores del ERP -Ejército Revolucionario del Pueblo- ya sabían que serían descubiertos. Con todo, decidieron participar de lo que terminaría en una masacre. Para la media noche, todo había terminado : se contaron decenas de muertos, nunca se supo con precisión cuántos, pero oficialmente se mencionaron 60; más de 20 guerrilleros fueron capturados con vida y casi todos fueron luego encontrados muertos, acribillados a balazos en descampados. Algunos de ellos quedaron heridos en el patio del regimiento, y fueron aplastados por tanquetas militares. Fue catastrófico para el ERP este capítulo del conflicto. A ella le siguió una represión, ya legalizada por el gobierno, que desmanteló prácticamente sus cuadros superiores. El gobierno terminó de ceder ante las presiones del Ejército y esta fuerza tomó casi el control total con respecto a la represión de la guerrilla. El gobierno de Isabel Perón perdió el control político sobre las Fuerzas Armadas. Era un anuncio sobre lo que sobrevendría. Una noticia pasó casi inadvertida : en un diario de la Capital Federal, el 13 de Enero del 2006, se comentaba la aparición de un cadáver de un militante del ERP, Jesús Ranier, alias ?el Oso?. En un comunicado posterior, la guerrilla en un juicio sumario, lo había condenado a muerte por traición. Este personaje había sido un agente doble y había procedido a entregar todos los datos a los servicios de inteligencia del operativo militar del 23 de diciembre en Monte Chingolo. Por cada combatiente entregado, cobraba mil dólares. Esta era la Argentina de fines de 1975; se asemejaba más a una visión surrealista, donde las "fuerzas del bien" decían combatir a las del mal, pero nadie sabía a ciencia cierta cuál era el "bando del bien".
Por Pablo Karakachoff para El Ojo Digital